martes, 1 de noviembre de 2011

En ruinas.

 

Mi plan no funciona. Hacer pocas salidas, muy cortas, en llano, y dejando uno o dos días entre ellas ha conseguido que el dolor ceda y se convierta en molestia… que no desaparece del todo. La recuperación es más lenta de lo que pensaba, así que he decidido para del todo. Por enésima vez…

Al menos tendré tiempo (poco, siempre es muy poco el tiempo disponible) para dedicarle a mi otra afición, la fotografía. Así que como estaré un tiempo sin escribir por aquí, podéis pasaros a visitarme en mi otro blog: Mirando por el Objetivo.

Volveré. Pronto. Prometo…

sábado, 8 de octubre de 2011

¡Quien lo iba a decir!

minimalist_runner

Estoy al borde de la depresión atlética…

Todo iba como la seda. La tendinitis de rodilla cedía y ya me permitía rodar sin problemas. Había subido kilometraje, eliminado casi completamente las molestias… y he cometido el peor error que puede cometer un atleta, popular o no: pecar de impaciencia. Un lunes, después de aumentar de apenas diez a cincuenta kilómetros en una sola semana con estupendas sensaciones, hice unas escaleras. Y los gemelos se quejaron –“Es lógico”- pensé… pero las piernas van solas, sueltas, con menos esfuerzo a medida que voy adquiriendo práctica. Y el miércoles me atreví con unos kilómetros a ritmillos algo más altos, entre el de medio maratón y el de diez mil, y parecía que las molestias no iban a más… Y el viernes de esa misma semana me metí un rodaje, demasiado largo, demasiado rápido, con demasiado (muchísimo) desnivel… Y los tendones se rebelaron y decidieron que tocaba parar… Y de eso va para dos semanas…

Y no será por falta de avisos: “novato, ten cuidado, al principio del minimalismo son muy frecuentes las molestias en gemelos, sóleos y tendones de aquiles. Son músculos y tendones que tienes atrofiados después de años con tanta amortiguación. Dales tiempo a que se adapten a la pisada de metatarso”

Y lo curioso es que un tipo como yo, al que nunca le había importado perderse uno (o muchos) días de entrenamiento, ahora resulta que comprende a aquellos a los que eso se les hace insoportable. Y quien lo iba a decir: tengo un monazo del quince que no sacian las dos o tres sesiones de a cuarto de hora, apenas un calentamiento, que he hecho desde entonces.

Tampoco estoy preocupado en exceso. El origen de las molestias es una “sobrecarga por impaciencia” y su evolución creo que será rápida. Espero que lo suficiente como para permitirme trotar en Valencia

Aprovecho para presentar en sociedad un nuevo logo (copiado en su concepto del de Gustavo), que estoy utilizando como avatar en los foros de ElAtleta.com y Correrdescalzos.es, de favicon de este blog (aunque Firefox y Chrome no me lo pillan) y en general como identificador de mi condición de “rebelde” en esto del atletismo  ¿A que mola?

Por supuesto, si a alguien le apetece usarlo, es suyo.

Edito.- Solucionado el tema del favicon. Simplemente había que borrar archivos temporales de los navegadores.

sábado, 24 de septiembre de 2011

Sigo aquí…

Este blog se muere. Las visitas caen, su dueño deja que se acumule el polvo en él… Ni siquiera se pasa ya por los blogs amigos. Cualquier explicación sonaría a excusa, así que no daré ninguna. Simplemente os pido perdón a aquellos a los que no rindo visita hace tiempo…

No será tampoco porque no haya cosas que contar. La lesión de rodilla cede y corriendo en llano apenas molesta, por lo que llevo un par de semanas en que puedo decir que entreno. Y sigo trabajando mi técnica. Poco a poco voy reacomodando músculos y tendones, aumentando cadencia, corrigiendo postura… en definitiva: aprendiendo a correr.

Y siguiendo los consejos de los que de esto saben, tenía ganas de grabarme y verme en vídeo (ya sabéis que en las carreras las cámaras solo se fijan en los primeros) para ir contrastando sensaciones con realidad e ir corrigiendo detalles. Así que el pasado jueves, con algo de prisa y sin calentar (por lo que se me ve algo agarrotado), y con la colaboración de mi sufrida esposa, salió esto:

Se agradecería cualquier tipo de comentario o sugerencia. Desde el cariño, que los psicoterapeutas cuestan una pasta…

miércoles, 17 de agosto de 2011

51 Travesía de las Cumbres Escurialenses. Borrico asado en su jugo.

Never, never, never… En mi puñetera vida había pasado más calor ni cometido tal idiotez como este pasado lunes a pesar de la sonrisa satisfecha que luzco en la foto, tomada en La Machota Alta o Pico del Fraile, mientras me apretaba una cervecita fresca. En mi mano izquierda una caja de Yemas de Santa Teresa, dulce típico de Avila, que son, permítaseme la expresión, teta de novicia.

La Travesía de las Cumbres Escurialenses es una marcha de montaña organizada por el Ayuntamiento de San Lorenzo de El Escorial que recorre las principales cumbres que rodean el pueblo y en la que ya participé en su edición de dos mil nueve. El recorrido sin ser excesivamente difícil sí suma un buen desnivel (tres mil metros en unos veinticinco kilómetros si sumamos el descenso hasta San Lorenzo de El Escorial desde el Monte Abantos, donde termina la travesía) y tiene algún paso pelín técnico que excede lo senderista para adentrarse en lo puramente montañero. Podéis descargar el plano de este enlace y el folleto promocional de este otro (Al terminar le presté el GPS a mi amigo Angel, en cuanto me lo devuelva subo el track)

La organización de la travesía es curiosa. Comenzando por la forma de apuntarse, literalmente a mano en un cuaderno a la entrada del Ayuntamiento… Ya en la salida se lee el nombre y el dorsal de cada equipo (de dos o tres montañeros) y se le da la salida consignando en una credencial la hora de la misma. A partir de ahí el equipo tiene un plazo mínimo para llegar al siguiente control, un total de cuatro más la llegada. Es decir, que si el equipo llega antes de ese plazo al control no le sellarán la credencial hasta que pase ese tiempo mínimo, y por tanto no podrá continuar al siguiente, y uno máximo, que de no cumplir, supondría la eliminación del equipo. Por supuesto los controles los debe pasar el equipo al completo. Esta mecánica tiene el efecto de que la salida se prorrogue desde las ocho de la mañana hasta más o menos las nueve (en función de lo rápido que el speaker “cante” los nombres y dorsales) y los participantes no se agolpen en exceso durante la ruta. Los tiempos están calculados para que gente acostumbrada a caminar por la montaña no tenga excesivos problemas pero tampoco se pueda dormir por el camino. Los que no tengan esa costumbre lo pasarán mal y en el pueblo se puede comprobar que “Las Cumbres”, como popularmente se le conoce, tiene una cierta aureola de dureza.

Dos imágenes de la salida, con el speaker cantando a voz en grito nombres y dorsales mientras los andarines esperan su turno.

Yo me ponía en la salida con la duda sobre cómo se comportaría mi maltrecha rodilla y la certeza de que el día iba a ser asfixiante. Poco después de las ocho y media, al iniciar la travesía, el sol restallaba ya en el severo y gris granito desnudo del Monasterio de El Escorial, y aunque los primeros pasos discurren bajo la agradable sombra de los robles y castaños, prácticamente toda la ruta se desarrollará bajo su inclemente fulgor.

En el tiempo previsto coronamos la primera de Las Machotas, en concreto la baja, donde saludo a Iván, Arganzboy, impenitente y sempiterno corredor, perejil de todas las salsas carreras, al que hasta entonces solo conocía de leídas… Un placer saludarte.

Ese de ahí arriba, el tímido que se pone a contraluz para que no se le reconozca, ese es Arganzboy

En el barullo que se forma en ese primer control el bueno de José se pelea con jueces-árbitros, otros montañeros y con sus compañeros de equipo, que le llevarán toda la mañana por la calle de la amargura: Pako Izga y servidor. Junto con nosotros, y con dorsales consecutivos para poder salir prácticamente juntos, están también otro puñado de amiguetes: el equipo de Los Angeles (Angel, Angela y Angel) y el de Los Corredores de la Fruta, con Jorge y dos amigas suyas, Isabel y Raquel, a las que Jorge debió tratar muy mal pues no terminaron la travesía, pasando entonces el abandonado a ser adoptado por nuestro grupo. Ya sabéis: él nunca lo haría... Pobrecico.

El segundo control está situado en la Machota alta, conocida también como Pico del Fraile. Este control es algo menos ajustado, por lo que si has apretado el paso puedes demorarte unos minutos en él. Y eso hicimos, aprovechando para tomar unos tomates de la huerta de José, una cervecita, algo de fruta, unas Yemas de Santa Teresa… Un avituallamiento en toda regla.

Llegada al precioso Pico del Fraile (Machota Alta)

Esos tomatitos, esa cerveza, esas yemas… pero sobre todo: esa buena gente con la que tuve el privilegio de compartir una estupenda mañana.

Bajamos hacia el Puerto de la Cruz Verde, por una cuesta que despierta mis instintos más animales de veterano ¿o era vetusto? corremontes: rápida, no muy técnica. Apropiada para haberme pegado una buena vacilada delante de los montañeros mientras los adelantaba cual centella, que para eso uno es superviviente del MAM… Macarradas aparte, mi rodilla comienza a quejarse en serio e incluso el ritmo lento que llevo me provoca dolor y una incipiente cojera. Me había fijado ese punto como posible retirada, ya que desde ahí hubiera podido bajar andando fácilmente hacia San Lorenzo andando por la carretera (o haciendo dedo con cara lastimera de montañero dolorido y quejicoso, cosa que se me da muy bien) pero uno es borrico y son menos veces de las deseables en las que la ¿razón? se impone al corazón. Así que cervecita fresquita mediante, y habiendo rellenado de agua el depósito de la mochila, que no solo de cerveza vive el montañero, encaramos la subida más dura del día: el Cerro de San Benito

Después de más de tres horas de caminata el calor ya es un problema y empieza a hacer estragos en algunos de los caminantes menos preparados o que no han tenido la precaución de hidratarse correctamente. Algunos rostros en este punto eran todo un poema y aún quedaba mucho camino por delante.

El alto del Cerro de San Benito, donde se sitúa el tercer control, me resulta espectacular. Una especie de circo, una pequeña explanada rodeada de roca de la que no me resultaría extraño leer que  ha sido morada de algún ermitaño en su huída del mundanal ruido. Me gustaría volver allí… solo.

El Cerro de San Benito en las gafas de Pako Izga.

Panorámica de la explanada del Cerro de San Benito.

A partir de este punto el recorrido se hace más fácil. Salvo la subida al Risco Alto no hay cuestas importantes aunque eso también se tiene en cuenta a la hora de fijar el tiempo límite de los controles y la distancia entre ellos es mayor, por lo que no te puedes dormir. Me pierdo otra bajada espectacular para haber podido correrla, pero a estas alturas mi rodilla ya me hace cojear ostensiblemente y temo el momento en que se enfríe.

Inicio de la bajada del Cerro de San Benito. A la izquierda, arriba y al fondo, el Monte Abantos, nuestro destino.

De nuevo cruzamos la carretera, esta vez en el Alto de la Paradilla, donde hay otra venta, La Ventolera, en la que volvemos a cargar agua… y otra cervecita bien fría. A partir de aquí dejamos el sendero, que ha sido dominante hasta ahora, y el recorrido se convierte en camino sin ninguna complicación. Nada más salir de la venta iniciamos la subida al Risco Alto, dura por el sofocante calor y el cansancio acumulado más que por su largo o desnivel, y allí sellamos el cuarto control. Hasta Abantos nos queda un margen de una hora que cubrimos sin mayores complicaciones, y una vez en la llegada la organización ofrece una comida, modesta, a base de pollo asado, ensaladilla, fruta y una bebida. Teniendo en cuenta que estás a más de mil quinientos metros de altura, que bastante hace la organización con subirla allí, que llevas seis horas de caminata y cualquier cosa te sabe a gloria ¡y que la inscripción es gratuita! creo que no se puede pedir más.

En las cercanías del Monte Abantos. Prácticamente todo el recorrido de un vistazo, con Las Machotas en el centro.

Ultimo control. Ahora, a comer…

A la sombra de los pinos echamos una buena cantidad de risas y chascarrillos, apurando el momento de bajar de nuevo al pueblo, cosa que hicimos por un serpenteante sendero entre el frondoso pinar. Casi sin darnos cuenta (salvo por el fuerte dolor de rodilla que llevaba) llegamos de nuevo al asfalto de San Lorenzo. Una sobremesa en una terraza, más risas, más chascarrilllos… Una delicia de día cuyo recuerdo no consigue ensombrecer el que me haya cargado un mes de recuperación y hoy esté cojeando aún atiborrado de analgésicos. Lo dicho: un borrico.

Una presentación con el resto de las fotos que hice, incluidas en este álbum Picasa:

Más fotos, de mi participación en dos mil nueve en este otro álbum.

 

¡¡¡IMPORTANTE!!!

Las descripciones de rutas de montaña que hago en este blog son tan sólo expresión de mis impresiones y sensaciones de ese día concreto, y por tanto totalmente subjetivas. No tienen porqué coincidir con las de cualquier otra persona, incluso realizándolas en las mismas condiciones. Tampoco son guías exhaustivas. A pesar de que procuro que todos los datos que ofrezco sean correctos, sería recomendable que antes de hacer alguna de ellas te informaras sobre las mismas en publicaciones especializadas. No obstante, si crees que te puedo servir de ayuda, o necesitas alguna aclaración, ponte en contacto conmigo. Por último, tienes que tener en cuenta que la montaña es un entorno potencialmente peligroso. Usa el sentido común y no afrontes recorridos para los que no estés absolutamente seguro de estar suficientemente preparado y equipado. Y ten siempre en cuenta las posibles complicaciones meteorológicas, muchas veces imprevisibles.

jueves, 11 de agosto de 2011

¿Es aún tiempo de aprender?

 El corredor Tarahumara Arnulfo Quimare junto al ultrero Scott Jurek.

Antes de empezar a leer, mirad atentamente la foto de arriba, intentad sacar alguna conclusión antes de seguir. De alguna manera esta imagen resume todo lo que viene después…

Hace unos meses cayó en mis manos el libro El Correr Chi, de Danny Dreyer, creador del denominado Chi Running, un “método” de carrera que promete correr con menos esfuerzo y sobre todo, con menos lesiones. Escrito en el tono algo infantiloide del clásico libro de autoayuda, muy del gusto estadounidense entre el que ha tenido gran difusión, en el libro se detallan los pasos para obtener una técnica de carrera eficiente y poco agresiva para nuestro organismo. A grandes rasgos podríamos sintetizar y decir que esta “técnica” se basa en no efectuar el apoyo del pie con el talón, como hacemos la mayoría de los  corredores populares (no tanto los pros, y si no, fijaos en los vídeos de los recordman) evitando de esta manera que parte de nuestra energía nos “rebote” frenándonos y provocándonos tensiones innecesarias en músculos, tendones y articulaciones, lo que constituye el origen de muchas de nuestras lesiones. La pisada ideal, según Dreyer, se debe efectuar sobre el metatarso y no por delante de nosotros, sino justo por debajo de nuestro centro de gravedad. Para conseguirlo nos ayudará aumentar la cadencia de paso, fijándola por encima de los ciento setenta o ciento ochenta pasos por minuto, y mantener una correcta postura, recta, pero no erguida, con una ligera inclinación hacia adelante que surja desde los tobillos, no doblándonos desde nuestras caderas. Otro asunto en el que incide mucho El Correr Chi es en mantener en todo momento la concentración en la forma de correr y la relajación del resto de nuestra musculatura no implicada en la carrera.

A ver, uno es lo suficientemente mayor como para no creer en milagros, pero también lo suficientemente sensato (creo) y abierto de mente como para no creer tampoco en dogmas. El Correr Chi no es la panacea ni posiblemente le sea de utilidad a corredores experimentados que hayan tenido la suerte de contar con un buen entrenador que les haya depurado su forma de correr, pero aquellos que nunca nos hemos parado a pensar en los detalles de nuestra técnica sí podemos entresacar buenos consejos. Yo siempre había pensado que mi cadencia, extremadamente lenta, era muy eficiente al dar menos pasos por minuto que otros corredores, lo que creía que me ahorraba un buen pellizco de energía. Pero al aumentarla, al concentrarme en mi braceo, en la postura de mi cabeza… me di cuenta de que podía mantener los mismos ritmos con algo menos esfuerzo y sobre todo, con menos fatiga muscular.

Seguí indagando en internet, buscando en foros, blogs… y oí hablar del Método Pose, según algunos “inspirador” del Chi Running, y desarrollado por el Doctor Nicholas Romanov. En esencia es muy parecido al anterior, quizá algo más desarrollado científicamente y menos filosófico que el Chi Running, aunque ambos tienen en común lo fundamental: eliminar todo aquel movimiento corporal que provoque un freno en la dirección en que nos movemos. Bien, eso es fácil de entender y parece lógico.

Más difícil es asumir que TAMPOCO DEBEMOS PROPULSARNOS hacia adelante con nuestros pies mientras corremos… ¿Eso que suena es una cabeza estallando?

Una de las citas que he leído en este tiempo dice así: correr es una caída controlada, y, teóricamente, de eso se trata: hacer que la fuerza de la gravedad nos impulse hacia adelante sin que nosotros “empujemos” o “tiremos” de nuestro cuerpo, ahorrando así otro buen pellizco de energía. Nosotros simplemente debemos dejarle hacer a las leyes físicas su trabajo. Quizá un vídeo sea más explicativo: evidentemente en una pista de hielo apenas podemos impulsar con nuestros pies pues resbalaríamos ¿no? El Pose Method tien su propio canal en Youtube: PoseTV, en él podemos ver al Doctor Romanov haciendo precisamente eso: correr sobre hielo. Y a buen ritmo además…

Sigo buscando… Este tema cada vez me va interesando más. Entresacando entre la morralla que solo sirve para rellenar párrafos y procurando tener en cuenta espurios intereses comerciales y sentencias filosóficas cuya única intención es adornar el mensaje, encuentro bastante lógica y algo de sentido.

En el mismo canal puedo ver al Doctor Romanov corriendo con… ¿qué demonios es eso?

¿Five Fingers? ¿unos guantes para pies? ¿y qué es eso de lo que habla? ¿barefoot? ¿correr descalzo? Mis rodillas gimen lastimeras, mis talones duelen solo de pensarlo…

Pues sí, parece ser que el uso de zapatillas con mucha amortiguación “adormece” la propiocepción de nuestros pies haciéndoles asumir un impacto mucho mayor del que soportarían yendo descalzos o con una mínima protección, como la que incorporan las denominadas zapatillas minimalistas. De hecho, estas zapatillas son casi idénticas a las que generalmente usan los campeones en sus competiciones, las denominadas “voladoras”. Zapatillas muy bajas y con muy poca amortiguación que según la opinión dominante solo pueden utilizar corredores de muy bajo peso… o corredores con una buena técnica, añaden los corredores descalzos-minimalistas. El barefoot y el correr minimalista defiende que en las últimas décadas nos hemos visto envueltos en una especie de bucle absurdo en el que por las grandes marcas se nos ofrecen (teóricamente para nuestra protección) una zapatillas que cumplen su función quizá en exceso, que no dejan “sentir” el suelo, que impiden que sea el propio cuerpo el que haga los ajustes necesarios para absorber el impacto de nuestra pisada, lo que hace que tengamos una técnica pobre de carrera que no aprovecha la delicada y maravillosa amortiguación diseñada durante miles de años por la madre naturaleza, por lo que necesitamos protección adicional, que nos hará perder aún más sensación de terreno y tener peor técnica si cabe, así que necesitaremos zapatillas aún más robustas que producirán que… ¿Entendéis el mensaje?

En las imágenes de abajo se pueden ver esquemáticamente las dos formas de pisada enfrentadas, la pisada de talón y la de metatarso:

Artículo del Daily Mail del que he extraído las imágenes que encabezan esta entrada en el que se mantiene que quizá nuestras estupendísimas (y carísimas) zapatillas quizá no solo no sean beneficiosas, sino incluso perjudiciales para nuestras articulaciones, músculos y tendones.

Aquí otro artículo de la web Sobreentrenamiento.com en el que aunque se admite que no hay estudios concluyentes, sí parece existir una menor tasa de lesión en corredores descalzos o con zapatillas minimalistas que en aquellos que usan zapatillas con amortiguación, siempre, claro está, que el corredor descalzo-minimalista corra con una buena técnica, algo que por otra parte según ellos se obtiene (con un poco de paciencia) de una forma casi instintiva cuando te quitas las zapatillas con amortiguación.

La idea (o el ideal) sería algo parecido a esto. Si no andáis muy bien de inglés pulsad el icono CC para que se visualicen los subtítulos  y en cualquier caso, corredores o no, subid el volumen de vuestros altavoces para disfrutar con este delicioso vídeo:

Como se puede leer en los títulos sobre impresos (entre el minuto uno y minuto uno y diez segundos): NO SE TRATA DE CORRER DESCALZO, SINO DE CORRER CON LA TECNICA DE CORRER DESCALZO.

Y aquí vuelvo a la imagen que encabeza la entrada. En ella se puede ver a Scott Jurek, uno de los grandes del ultrafondo a nivel mundial, junto a Arnulfo Quimare, un indio Tarahumara que consiguió batirle en el Cooper Canyon Ultramarathon (ver nota al final) ¿Las claves? Quizá la técnica de carrera: ved como Arnulfo “ataca” el suelo de metatarso mientras Scott lo hace de talón (de un simple vistazo podemos ser conscientes de la fuerza de reacción de ese suelo sobre sus rodillas y caderas cuando ese talón aterrice) ¿Otras razones? ¿Quizá porque el gesto, la pose… es mucho más relajada en Arnulfo? ¿Será que correr es un juego al que hemos olvidado jugar? Comparad la ropa, el equipamiento (Arnulfo Quimare no lleva ni reloj) y especialmente el calzado: las mejores zapatillas que la tecnología pudo proporcionarle a Scott Jurek contra unos Huaraches (sandalias, sí, unas simples sandalias) de Arnulfo. Al menos da que pensar…

Volveré sobre este tema, pero de momento, por si he conseguido despertar tu interés:

Algunos enlaces sobre técnica de carrera y barefoot:

Chi Running (web oficial)

Pose Method (web oficial)

Web Barefootrunners.

Web Therunningbarefoot.

Vídeos sobre técnica de carrera en Youtube (recopilación mía)

Vídeos sobre barefoot en Youtube (recopilación mía)

Barefoot en español:

Correr Descalzos.

Zapatillas minimalistas.

Iniciación al barefoot (Facebook)

Nota. En honor a la verdad Scott Jurek fue vencido por Arnulfo Quimare en 2006. Pero en 2007 se tomó cumplida venganza… Aunque cabría preguntarnos: ¿aprendió Jurek los “secretos” de Arnulfo Quimare y por eso le derrotó al año siguiente?

Edito la entrada para añadir un vídeo que me sugiere Vivi en un reciente comentario, Gracias Vivi:

Minimalista VS. tradicional from Tristan Dubois on Vimeo.

lunes, 1 de agosto de 2011

Roto. Otra vez…

(Fotograf\355a de p\341gina completa) De nuevo la tendinitis de pata de ganso. Ahora en la rodilla derecha, envidiosa de que su gemela izquierda la hubiera padecido hace unos meses. Y la traidora lesión ha llegado sin avisar en el momento en que mejor me encontraba desde que a finales del año pasado retomara los entrenamientos, y una vez superados los problemas de alergia mal tratada que provocaron mi “fiasco” en el pasado MAM.

El dieciséis de julio corrí la estupenda y muy recomendable Carrera Nocturna Miaccum, organizada por el Ayuntamiento de Collado Mediano y que este año celebraba su segunda edición. Como digo, no puedo hablar más que bondades de una carrera bien organizada, con precio ajustado, original (ya que es nocturna y se corre por los caminos, algunos bastante técnicos, que rodean el yacimiento romano Miaccum, para lo cual es imprescindible el uso de frontal) y en definitiva, divertidísima carrera a la que seguro volveré. Hay carreras para los peques, concurso de disfraces… Además se obsequia con una buena bolsa del corredor a los inscritos y una degustación de chorizo a la sidra al terminar ¿se puede pedir más? Sí, participar con un puñado de buenos amigos, como fue el caso. Allí estuvieron El Corredor de la Fruta, Paco Izga, Javi Txamo, Charli (al que va siendo habitual encontrarme en carreras)…

Durante todo el recorrido, casi once kilómetros con algún tramo complicado de pasar incluso con el frontal, las sensaciones fueron estupendas. En todo momento corrí con el freno de mano, con suficientes reservas para adelantar con solvencia en cualquier terreno, incluso subiendo, pensando en ir acumulando kilómetros de cara a la Madrid-Segovia, objetivo principal hasta este momento de la temporada verano-otoño. Creo que todos tuvimos más de un tropezón, y en concreto, varias veces mi pie derecho se quedó “clavado” un palmo antes de lo debido en pequeños resaltes del terreno cuya profundidad la luz del frontal no acertaba a destacar. Aunque no llegué a caer sí cargué en esas ocasiones muy bruscamente el peso del cuerpo (y su considerable inercia) sobre esa rodilla, lo que intuyo que pudo ser el origen de la tendinitis.  No obstante, durante la hora y pico que siguió al final de la carrera, y que pasamos de pie, no noté nada más que el lógico cansancio.

Según aparcaba el coche en Avila, ya de madrugada, y aún con el saborcillo del chorizo a la sidra en los labios y la satisfacción de tener por fin buenas sensaciones en una carrera después de tantísimo tiempo, pensaba en escribir una de mis crónicas-tocho a la altura de la ocasión. Pero al bajar del coche e intentar apoyar la pierna derecha noté el punzante y familiar dolor el la parte interna de la rodilla… ¡Coño, no. Ahora no. Otra vez no…!

De esto hace ya dos semanas en las que he visitado varias veces al fisio, he tomado antiinflamatorios, me he puesto hielo, he estirado los isquios… Todo lo posible en busca de un milagro que no se ha producido. Ayer mismo, con apenas veinte minutos de rodaje tuve que abortar el entrenamiento y decidí no participar en la Madrid-Segovia y descansar hasta la total recuperación del tendón.

Me encuentro deportivamente frustrado y anímicamente cabreado. Pero no queda otra que tener paciencia y empezar de nuevo en cuanto el puñetero tendón me deje. Es una lástima pues estaba muy ilusionado con ese ultra, que hubiera servido para quitarme el mal sabor de boca del MAM, pero habrá que apuntarlo en el debe y tendrá que ser otro año…

Entretanto, y a la espera de definir futuros objetivos en función del tiempo de recuperación (siempre desesperadamente largo), mi febril cabecita anda dándole vueltas a un nuevo enfoque de esto del correr. Pero eso es otra historia de la que ya hablaré con más calma…

Enlaces (de la web del Ayuntamiento de Collado Mediano):

Clasificaciones.

Fotos carrera niños.

Fotos del “ambiente” de la carrera.

Fotos carrera adultos 1.

Fotos carrera adultos 2.

sábado, 25 de junio de 2011

Y sin tiempo para pensar…

…Se me llega el momento de empezar a preparar el nuevo objetivo importante del año, los 100 Kilómetros Madrid-Segovia por el Camino de Santiago, que si bien no es una carrera de montaña, ya que se disputa casi íntegramente por pista, evidentemente no logra eludir el cruce de la Sierra de Guadarrama, lo que implica tener que subir cuestas y más cuestas...

La recuperación del MAM ha sido fácil. El no ser capaz de exprimirme y sacar de dentro ese punto extra que tanto eché en falta ese día, hizo que muscular y cardiovascularmente no sufriera en exceso, cosa que ahora ha jugado a mi favor, por lo que el descanso relativo de estas semanas ha dejado mis piernas (y mi mente) limpias y despejadas. Solo un problema, un grave problema, se atisba en el horizonte: el calor. Preparar un ultra en verano, y más para los rudos esteparios, acostumbrados a los rigores del frío invierno castellano, se hace muy cuesta arriba. Habrá que madrugar… o trasnochar.

En otro orden de cosas, el vídeo que pego a continuación es una escena de la película El Concursante, de Rodrigo Cortés, y el enlace me lo envía Miguel Emele, un gran fotógrafo al que visito con frecuencia.  Lo subo por dos motivos: el primero y fundamental, porque me sedujo su cuidadísima, por momentos espectacular, fotografía. Segundo porque no deja de ser una explicación (simplista, incluso para algunos algo demagógica quizá) de parte de los orígenes de nuestros males económicos. No es su intención sentar cátedra, recuerdo que no es más que la escena de una película y creo que como tal se debería valorar, pero sí hace pensar… Merece la pena ser visto (y oído) hasta el final.

 

 

Doce, semanas, doce… ayyysss…

lunes, 20 de junio de 2011

Pares, impares…

Foto tomada de la web Avila Digital 

¡Ay, como estaban por la tarde los ojillos de alguno de los que en ella sale, jejeje!

Pares-impares. También podría haberse llamado blancos-azules, solteros contra casados (bueno, esto mejor no: los solteros tienen ventaja) caracoles-tortugas o Montoyas-Tarantos. El caso es que desde hace varios años el Club Ecosport al que pertenezco organiza, a modo de cierre de temporada, una carrera en la que de forma aleatoria los participantes se dividen en dos grupos sumándose el puesto en meta de cada uno de ellos. Al final, el equipo que menos puntos tiene, gana. ¿El qué? pues básicamente el derecho a la burla sin compasión sobre el otro equipo.

Este año, a pesar de la enorme suerte de tenerme entre sus filas, perdió el equipo de los pares al que el dorsal 042 me hizo pertenecer... El bochorno de la derrota pronto quedó olvidado, gracias fundamentalmente al grifo de cerveza y al cuchillo jamonero que había en meta y que ayer se ganaron más que bien el jornal (dos jamones, dos, que cayeron). Después de tan sabroso avituallamiento final y de convenientemente duchados, degustamos en el mismo parque una paella y parrillada, alargadas en agradable sobremesa en la que no faltaron cafés, chupitos (cuando no güiscazos), muses y fútbol para los más atrevidos, además de las mil y una anécdotas, chascarrillos y cotilleos varios que siempre surgen al calor de la buena compañía. Una jornada de confraternización de lo más agradable.

La carrera en sí tiene doce kilómetros, fundamentalmente de camino, aunque hay unos tres kilómetros de asfalto y un par de ellos de sendero, terminando en el Parque de El Soto. Después de haber corrido el MAM el domingo anterior, tenía ganas de ver cómo estaba de recuperado y sobre todo, comprobar si la sospecha de que mis pésimas sensaciones ese día se debían a haber suspendido la medicación contra la alergia antes de tiempo (empecé a tomarla de nuevo el lunes pasado a ver si así…) Y a pesar de que lógicamente no estoy al cien por cien, y de que ayer hizo un fortísimo calor que afectó a los tiempos realizados, lo cierto es que sí pude exprimirme a tope, y si no hice mejor tiempo fue porque no había más. A mayores, esta mañana he estado en el médico. Después de comentarle mis molestias, y proceder a auscultarme, tomarme la tensión y practicar  un electro, la doctora coincide conmigo en que con toda probabilidad los problemas se deben a la alergia. Cada vez que lo pienso se me queda cara de gilipollas, pues es algo en lo que debería haber reparado antes, pero ya no hay más remedio que aprender la lección y tenerlo en cuenta en un futuro. Como descargo, que nunca había sentido que mi alergia me provocara más molestias que el picor de ojos, la rinitis y los estornudos, nunca problemas bronquiales.

Por supuesto que se hicieron cientos de fotos. En cuanto tenga alguna (habrá que expurgar las más vergonzosas, esas en las que la peña aparece con vampirescos ojos inyectados en sangre y con un más que dudoso estado de equilibrio) actualizaré la entrada.

Reseña de la carrera publicada por Avila Digital y de la que he tomado la foto que encabeza la entrada.

viernes, 17 de junio de 2011

Retazos del Maratón Alpino Madrileño.

 

Fotos (magníficas) del Maratón Alpino Madrileño 2011.

Tomadas de este álbum de la web A to Trapo.

Ha pasado sobradamente el mediodía. El sofocante calor en lo más profundo del pinar, a pocos kilómetros ya de Cercedilla, me hace sentir la boca seca y pastosa. Mis ojos están irritados, enrojecidos por la mezcla de sudor, sal reseca, polvo y el inmisericorde sol que los ha castigado durante horas. Me encuentro sucio y maloliente. Intento correr pero solo lo consigo a tramos a pesar del terreno favorable. Las fuerzas no llegan a donde el corazón quisiera. Avanzar es un ejercicio de fe en el que a mi mente no le doy más opción que seguir so pena de correr el riesgo de elegir cualquier otra que le planteara, por peregrina que esta fuese.

Dudo. Siento. Me hago preguntas: ¿de verdad me merece la pena? Cada carrera en la que realmente he competido, cada maratón en el que he dado todo lo que tenía dentro me ha hecho crecer, me ha hecho empujar mis límites un poco más allá. No soy un corredor de relumbrón. Mis marcas son y serán siempre muy modestas, pero sufro tanto como el que más. De hecho creo que más que la mayoría. Y con cada reto aprendo a soportar más y más dolor, más y más agonía. ¿De verdad me merece la pena? Las últimas semanas han sido tensas a la espera de que llegara este día. Una carrera se sufre desde el momento en que decides correrla. Y antes del pistoletazo de salida acumulas tensión por los entrenos de noche, o bajo el agua, o con molestias. O por el robo de tiempo a tu familia y amigos. A veces ese pistoletazo se convierte en una liberación y lo que menos importa es la carrera que empieza, sino que por fin todo va a terminar.

El dolor. El dolor que lo inunda todo. Que apaga cualquier otro sentimiento, que compromete mi capacidad de raciocinio. Son ya casi ocho horas ininterrumpidas de carrera, de brega contra desniveles pavorosos, contra la roca cortante y la arena suelta. Duelen mis cuádriceps, castigados por los vertiginosos descensos. Duelen mis gemelos de querer acercar mi cuerpo al cielo. Duelen mis hombros, duele mi cuello por la tensión nerviosa en una carrera que no te perdona un fallo. Duele mi cabeza, quizá por la deshidratación. Duele mi corazón, pero ese dolor no tiene remedio. ¿De verdad me merece la pena?

Echo de menos mis rodajes suaves, a ritmos tranquilos. Esos rodajes que te llenan de energía en vez de robarte un pedazo de vida. ¿Qué hago aquí entonces? Me prometí sufrir como nunca. Y lo he conseguido. Pero no, no me merece la pena.

Es lunes. Todo ha terminado. Mi decisión de no participar más en el MAM es firme. La he madurado en esos últimos kilómetros, en la reparadora (y gélida) ducha el el polideportivo de Cercedilla. En las cervezas con los amigos. El parte de daños al menos ha sido generoso: salvo el lógico agotamiento y un par de jirones de piel, tributo cobrado por la subida a Cabezas, no hay de qué preocuparse.

En el trabajo ya poca gente me pregunta por mis carreras. Hubo algo de expectación con los primeros maratones, pero después de tantos ya he dejado de ser noticia. Solo los compañeros más allegados conocen la dureza del Maratón Alpino Madrileño y se interesan por cómo me ha ido. En casa… sí, he enseñado fotos y vídeos... Después de un café de máquina no puedo evitar conectarme a internet a revisar crónicas y aventuras. Alguna llena de lirismo. Otras desde la barrera. Todas emocionadas, llenas de épica, sufrimiento… De reto superado las más o de aplazada cuenta por saldar para aquellos a los que la suerte les fue esquiva.

¿Cómo lo cuento? ¿cómo les digo a mis amigos que este es mi último MAM? ¿cómo explicarles que elijo el placer del correr por correr, por las quedadas, por su sola compañía en vez del tortuoso camino de la superación?

Intento, quizá por mi pésima memoria, que mis crónicas estén trufadas de experiencias, y por experiencia sé que lo que se cuenta no es ni un pálido reflejo de lo que se siente. De lo que cada corredor sintió. De lo que perdurará en las memorias de los supervivientes. ¿Necesito más de esas experiencias? ¿de qué me servirá luchar una y otra vez contra mí mismo? ¿para qué quiero acumular más y más dolor? Es una guerra sin victoria posible y por fin lo he entendido: si yo mismo me convierto en mi propio enemigo jamás venceré. Y eso es precisamente lo que consigue la montaña. Eso es lo que consigue el Maratón Alpino.

Tomo otro café e innumerables vasos de agua. Mis cansadas piernas están hinchadas, llenas de desechos metabólicos que hay que limpiar. Intento fijar mis recuerdos. Repaso mentalmente cada paso, cada tropiezo. Se empiezan a subir fotos. Aparecen los primeros comentarios en los foros. Éxitos y falsos fracasos, falsos porque éxito es el solo hecho de haber estado allí. Hay veteranos expertos y debutantes a los que dominaba el miedo. Pero nada nuevo, nada que no se haya escrito, con distintos actores y escenario, una y mil veces tras cada carrera. 

Comienzan a aparecer crónicas y sentimientos. Comienza a dibujarse la realidad de lo por cada uno hecho. Leo desde la distancia de lo que ya considero pasado. Desde la comodidad de mi decidida y nueva condición de mero ludo-runner…

Una de esas crónicas, entusiasta, termina:

¡Ya falta menos para el MAM 2012!

Y mi cabeza baja. Suspiro y mis ojos se entrecierran. Mi mano sobre el ratón se crispa. Y mi corazón late mientras un nudo mi garganta aprieta…

Porque piensas: ¡ea, ya está otra vez liá!

 

MAM 2012: nos vemos.

 

PD. Toda esta entrada, salvo su último párrafo, es una gran mentira… Bueno, lo del dolor, el sufrimiento… eso tiene algo de verdad. Pero mientras se me siga poniendo el vello de punta viendo fotos como las de esta entrada ¡ay, amigo! habrá que pelear por un dorsal…

lunes, 13 de junio de 2011

Maratón Alpino Madrileño 2011. ¿Explicaciones o excusas?

Foto gracias a Mayayo, convertido en eficaz cronista oficial del MAM.

He dudado mucho sobre como iniciar esta entrada. Hay varias imágenes de esas que perduran en el recuerdo y que me venían en tropel pugnando por el dudoso honor de ser la primera aquí vertida. Entre ellas, el calor del asfalto en mis pies desnudos; la desesperada mirada del muchacho rendido en los Tubos de Cabezas, roto física y mentalmente en un sitio complicado y con difícil escapatoria a quien poco más que agua y alimento pude ofrecer; el ánimo de los voluntarios ¡dios, cómo se agradecen!; el monumental cabreo, sin destinatario claro, al terminar; David y Eduardo (Commedia) por acercarse a hacer fotos a un puñado de sudorosos corredores sin más recompensa que nuestro fugaz agradecimiento…

Al final, sumido en tan absurdas dudas, empezaré por donde toda la vida se ha empezado: por el principio, y las imágenes irán cayendo a medida que vaya aporreando el teclado…

Llevo varias semanas con problemas. Como comentaba en mi entrada del pasado viernes he entrenado (en mi modesto nivel) creo que suficiente tanto en volumen e intensidad como en “calidad”, entendiendo esta como entrenamientos “in situ” que considero imprescindibles para acostumbrarse al terreno y hacer kilómetros en altura. A pesar de ello, llegado el caso, últimamente no soy capaz de “exprimirme” a tope. Las fuerzas están ahí y las siento, pero no puedo acceder a ellas. Mis músculos responden y se recuperan sin problemas de cualquier esfuerzo, pero no hay motor para aprovecharlos. Es una sensación frustrante que me hace sentir como el conejito de las pilas normales en el anuncio de Duracell y de la que no acabo de identificar el origen. Barajo el hecho de que en mi familia cercana ha habido últimamente enfermedades que han requerido antibióticos y algo me lleva rondando desde entonces, un posible sobre-entrenamiento o incluso, cosa que se me ha ocurrido hoy mismo, que justo por esas fechas dejé de tomar la medicación contra la alergia y aunque puedo llevar una vida normal, sin molestias, aún padezca alguna pequeña secuela…

Con estos antecedentes me presenté ayer en la salida del MAM en la esperanza de que mis males me dieran un respiro y al igual que en dos mil nueve la carrera me deparara unas sensaciones excelentes. No fue así. La salida del MAM comienza en una corta cuesta arriba de unos cien metros Y YA AHÍ noté que la cosa no iba a ir bien: pulsaciones altas, jadeos y unas piernacas como columnas dóricas esperando un combustible que no llega… Desesperantemente lento para lo que pensaba fui desgranando esos primeros kilómetros hasta el Puerto de Navacerrada, compartiendo alguno de ellos con Carlos y Paco, de los que pronto me descolgué. Ya en el puerto le confesé a Mayayo (gracias otra vez por las fotos y los ánimos) que no iba bien. Aún así hice lo posible por “posar”:

Última rampa hacia el Puerto de Navacerrada.

Avituallamiento en el Puerto de Navacerrada.

Primeras rampas de subida a Bola del Mundo.

La subida a Bola del Mundo sigue siendo igual de pestosa. Es de suponer que hace decenas de años estas laderas, ahora cubiertas de piedra rota y suelta, de restos de la construcción de las pistas de esquí y peladas de vegetación, fueran un vergel como el monte que le rodea. Una lástima el deterioro ambiental y paisajístico por culpa de un desarrollo mal entendido y sobre todo, mal ejecutado. Pero al tema, que desvarío…

Esta tarde he estado comparando los parciales de ayer con los de hace dos años y he comprobado que coroné Bola del Mundo aproximadamente en el mismo tiempo en que lo hice en dos mil nueve, cuando en circunstancias normales ya debería haber rebajado aquí un buen puñado de minutos. La bajada por la Loma del Noruego la hago sin problemas, de hecho la disfruto muchísimo: es lo suficientemente técnica como para ser divertida pero no tanto como para temerla. Bajando sí rebajo algo los tiempos de hace dos años.

En Cotos aparecen David, un forero amigo de ElAtleta.com y Eduardo (Commedia), al que no conocía. Un placer saludaros y hacerme unas fotillos con vosotros y muchas gracias por los ánimos.

 Última rampa antes de Cotos. Foto de David.

Encaro la subida a la segunda torre del día: Peñalara y sus dos mil cuatrocientos treinta metros que la convierten en techo de la Comunidad de Madrid. Esta subida, aunque más larga y con más desnivel acumulado es mucho más amable que la de Bola del Mundo, la pendiente es menos acusada y en sus primeros kilómetros hacia el Collado Peña Citores discurre por un hermoso pinar. Esto la hace mucho más “negociable” que las subidas a los otros dos colosos del día: Bola del Mundo y Cabezas de Hierro. Pero a pesar de ello sigo sin ir bien. De hecho el cansancio va haciendo mella y soy dolorosamente consciente de que todavía queda la mayor parte de la carrera, lo que supone mucho, muchísimo sufrimiento…

En el tramo entre Dos Hermanas y el alto de Peñalara en que coincidimos los que subimos con los que bajan me cruzo con Angel, Carlos, Paco, Iván y Ana. Ignoro cual era mi rostro y qué les decía mi expresión a mis amigos, pero constantemente voy repitiendo como un autómata quejica: voy mal, voy mal…Corono Peñalara y me aprieto fuertemente los cordones de mis Trabuco. La vertiginosa bajada hacia Cotos se hace por las zetas, una pista muy transitada, con mucha pendiente y moderadamente técnica, muy rápida si tienes el valor de aprovecharla, y el roce de una zapatilla floja puede destrozarte los pies. Aún así al llegar abajo mi talón derecho quema y temo que la piel se haya despegado y provocado una enorme ampolla, cosa que por fortuna no ocurre.

En el segundo paso por Cotos vuelvo a ver a David y Eduardo. Y por desgracia a Nacho, que se ha retirado debido a problemas físicos. Bastante has hecho con ponerte en línea de salida, amigo. Prefiero no pensar en la posibilidad de quedarme allí con él, tomarnos unas cervezas en Venta Marcelino y bajar juntos a Cercedilla. Por contra, sin apenas descanso, y con negros nubarrones nublando mi mente, tiro para Cabezas de Hierro

Con David, foto de Eduardo.

Con Eduardo, foto de David, cámara de Eduardo.

A pesar de las previsiones, tampoco esperaba el bajonazo tan pronto. Ni siquiera llegué al inicio de la subida. Ya en el tramo entre el Refugio del Pingarrón hasta el ataque a Cabezas de Hierro me hundo espectacularmente. Esa parte no es objetivamente dura. El terreno es rizado y tiende a subir, pero sin grades desniveles. Con buenas piernas se puede hacer casi íntegramente corriendo. Yo apenas puedo hacerlo en las cuestas abajo, cuando dejarse caer es más económico que andar. Me espera una tortura en los tubos…

“Paso de supervivencia” No tengo otro remedio que asumir ese paso corto, de bajo gasto, lento, terco, machacón… Y no pensar. Cada pocos metros paro y boqueo. Las pulsaciones ya no son tan altas a un ritmo tan ridículo. Tengo ganas de vomitar y en una de esas absurdas obsesiones que te bullen en la cabeza cuando no puedes pensar con claridad me preocupo de hasta qué punto hacerlo me agravaría la incipiente deshidratación que delata la costra de de sal reseca de mi rostro.

La subida se me convierte en un calvario. Por delante de mí tengo una fila de corredores/trepadores falsamente cercanos. Para entretenerme a veces fijo el momento en que uno de ellos pasa por determinado punto. Quizá a tan solo cincuenta metros de mí. Tardo una eternidad en llegar a ese punto. Un kilómetro, no más, que tienen los tubos, se transforma así en algo insoportablemente largo. Es allí donde veo a un corredor sentado un poco por encima de mí. De lejos tiene mal aspecto. Le veo levantarse, andar un par de pasos y volverse a sentar. Muy lentamente me acerco a él y realmente compruebo que tiene muy mala cara. Le pregunto si tiene algún problema (es evidente que sí) y me aseguro de que no está accidentado. Simplemente tiene un cuadro de agotamiento extremo, fruto, deduzco, de la deshidratación ya que no lleva nada de líquido encima. Le ofrezco  agua y comida y me ofrezco a acompañarle hasta el siguiente avituallamiento, a unos trescientos metros cuesta arriba. Solo  me acepta el agua y me comprometo con él a avisar al personal de la organización, como así hago. Luego supe que consiguió seguir adelante después de atendido del desfallecimiento.

La última parte de la cuesta torna en canchal de piedra, donde en alguna ocasión hay que recurrir a las manos para seguir adelante. Es mucho más estimulante que el desmenuzado y suelto tramo anterior, pero ni en eso encuentro consuelo. El único pensamiento que me resulta útil es saber que con independencia del ritmo que consiga llevar de ahí en adelante, en el alto de Cabezas de Hierro “termina” todo. Hasta Cercedilla simplemente puedes “dejarte ir” sabiendo que dentro o no de control, llegar, llegas a meta. Paro unos minutos en el alto de Cabezas de Hierro, fundamentalmente para recuperar la necesaria coordinación motora necesaria para hacer el inicio de la bajada, de largo la parte más técnica del MAM.

Solo me queda una estrategia: trotar suave, dejándome caer, cuesta abajo y andar lento cuesta arriba, pero incluso eso se me hace difícil, y en la subida hacia el Cerro de Valdemartín, corta y no excesivamente dura, tengo que parar un par de veces.

La bajada de Bola del Mundo la hago del tirón, maldiciendo el que las fuerzas no acompañen unas excelentes sensaciones a nivel muscular que me permiten olvidarme de molestias de cuádriceps, isquios y gemelos, por lo general muy castigados ya a estas alturas.

Y del Puerto de Navacerrada a Cercedilla prácticamente me rindo. El calor al entrar de nuevo en bosque cerrado y perder tanta altura en tan poco tiempo me golpea bruscamente y me hace sudar profusamente. Y de nuevo la misma puñetera sensación. Inmejorables sensaciones musculares, nada de fuerza para aprovecharlas. Las pulsaciones aquí ya han bajado hasta límites irrisorios, tan poca es mi capacidad de sacar nada más de mí mismo, pero todo pasa. El camino de El Calvario también, y al fin llego a meta. Prácticamente en el mismo tiempo que en dos mil  nueve pero  con mucho más sufrimiento que entonces.

Diez minutos después bajo andando a mi coche en busca de la bolsa para ducharme con un agua gélida que no obstante me revitaliza. Ando descalzo para liberar a mis pobres pies del agobio de las apretadas zapatillas, sintiendo en las plantas de mis pies el calor acumulado en el asfalto. No tengo apenas molestias. Nada que ver con las sensaciones de otras carreras en que he acabado roto muscularmente. Mi cabreo es importante: meses de entreno, un objetivo confesado de darlo todo, de jugármelo todo a esta carta y sufrir como un perro sin  conseguirlo…

A falta de otro consuelo, me quedaré con la estadística. Buena marca o no (más bien no), segunda participación en el MAM, segundo “título” de superviviente. Ahora, a pensar en el siguiente objetivo… ¡Uch… pero si ya estoy inscrito!

Y para los pocos que aún no conozcan qué es el MAM (imperdonable después de lo pesado que me he puesto con él toda esta temporada) el gran Mayayo se curró el vídeo oficial de la carrera en el que servidor tiene el honor de salir alguna que otra vez:

 

Edito para incluir otro vídeo del gran Mayayo, centrado en el grupete de paquetes del foro de ElAtleta.com en el que se puede comprobar mi poca soltura delante de las cámaras, en parte por la tensión previa a la salida que hasta yo mismo me noto:

Otros enlaces:

Fotos de Mayayo.

Fotos cortesía de Venta Marcelino.

Fotos de David (forero de ElAtleta.com).

Fotos de Eduardo (Commedia)

Clasificaciones.

domingo, 12 de junio de 2011

Superviviente… Por los pelos…

Quizá porque pequé de soberbia en mi anterior entrada. Quizá porque le perdí el respeto a la carrera. Quizá simplemente porque ha sido un mal día.

Y no importa tanto la marca que consiga como el modo de hacerlo. Mi compromiso no es con el cronómetro sino con el sufrimiento, con el agotamiento extremo.

Eso escribí, y los dioses, por mis pecados, exactamente eso me han dado: un sufrimiento extremo (ya desde el primer kilómetro las sensaciones eran pésimas y solo el plus de motivación que llevaba me ha impedido abandonar en el segundo paso por Cotos), y una marca mediocre, prácticamente idéntica a la de mi anterior participación y muy inferior a aquella para la que he entrenado.

Un día raro con raras sensaciones: no he sido capaz de exprimirme pero he sufrido lo indecible. He llegado roto a meta y sin embargo ahora no tengo apenas molestias…

Lo que sí tengo es sueño, así que me voy a dormir y ya contaré. A ver cómo me explico…

viernes, 10 de junio de 2011

Maratón Alpino Madrileño. No va más…

Veintiocho, veintinueve, treinta... Pulso el botón del lap de mi pulsómetro. He terminado. Esos treinta segundos eran el último cambio de ritmo de la sesión de ayer. Salvo los minutos restantes de trote suave hasta casa, mi entrenamiento para el MAM ha finalizado. El domingo bregaré de nuevo con el autoproclamado "Posiblemente Maratón Más Duro del Mundo". Afirmación con la que no estoy de acuerdo sencillamente porque no es cierta: el MAM es más largo que un maratón...

Tengo muchas, muchísimas ganas de correr el MAM de este año. Estoy más motivado de lo que nunca he estado en ninguna otra carrera. He comprometido mi palabra con todo aquel que ha tenido la paciencia de escucharme estos días en dar hasta la última gota de mi sudor, hasta el último aliento que puedan exhalar mis pulmones, para llegar a esa meta de Cercedilla. Y no importa tanto la marca que consiga como el modo de hacerlo. Mi compromiso no es con el cronómetro sino con el sufrimiento, con el agotamiento extremo. Con los dolores de cuádriceps y las ampollas en los pies. Con el instinto de supervivencia que me exigirá parar innumerables veces... Tengo mis motivos para que así sea aunque solo a un puñado de amigos he confesado qué significa el MAM de este año para mí. Entre esas razones se encuentra el dar carpetazo, de un modo simbólico, a los dos peores años de mi vida. Fue el MAM de dos mil nueve la última carrera que corrí, y será el MAM de dos mil once el de mi regreso a la competición. Mi participación en esta edición tiene por tanto un fuerte significado simbólico que no puedo dejar pasar por alto y que quiero aprovechar en una suerte de catarsis personal que en vez de un final de etapa signifique un nuevo comienzo.

¿Estoy preparado?. Pregunta trampa... ¿preparado para qué? Mi andadura comenzó en septiembre, y por aquel entonces una sesión de entrenamiento típica podía consistir en alternar tramos de un minuto trotando y otro andando durante veinte o treinta minutos. Ni mi lamentable estado de forma después de año y medio parado y un considerable aumento de peso, ni mi estado anímico permitían más, hasta el punto de que, incluso con tanto tiempo por delante, terminar el MAM dentro de control se me antojaba difícil. Es posible que hubiera podido entrenar algo más (siempre se puede entrenar algo más, o algo mejor...) pero partiendo de donde lo hacía estoy razonablemente satisfecho de lo que he conseguido. El domingo no temo entrar fuera de tiempo, y eso es más de lo que sentía hace dos años en los días previos a la carrera: miedo a no superar el reto. En este camino he tenido una ayuda inestimable: la de Iván, guía entusiasta e impagable motivador en los momentos difíciles que han sobrevenido durante estos meses, y también la de un puñado de amiguetes que se fueron cobijando al calor de la misma lumbre que a mí se me ofreció y con los que he compartido dudas, pesares, entrenos y alegrías.

El domingo a las ocho varios de ellos tomaremos el Camino del Calvario (nunca la salida de una carrera tuvo tan apropiado nombre) en dirección al Puerto de Navacerrada. Esos primeros kilómetros estarán sembrados de risas y bromas. Luego estas se acabarán: Bola del Mundo, Peñalara y Cabezas de Hierro pondrán en tensión nuestros músculos, y las vertiginosas bajadas por la Loma del Noruego, Dos Hermanas y Bola, nuestros nervios; y durante unas (muchas) horas ese recorrido exigirá todo lo mejor que nuestro cuerpo y mente le puedan ofrecer, toda nuestra energía, motivación y concentración.

He entrenado "in situ" todo lo posible. En las últimas semanas he completado al menos un par de MAMes amén de otros recorridos por la zona. He dado prioridad a la montaña antes que a la carrera en el convencimiento de que para corredores de mi nivel una prueba así se prepara mejor pensando en horas de monte que en kilómetros recorridos. No tengo una idea clara de qué registro puedo hacer, no es mi objetivo marcar tal o cual tiempo en meta, y de hecho tengo pensado no llevar apuntados los pasos intermedios como sí hice en dos mil nueve. Creo conocer lo suficiente tanto el recorrido como a mí mismo como para poder correr por sensaciones, apretar el paso donde pueda exprimir un poco más mis fuerzas y caminar donde intuya que deba ahorrarlas a la espera de terreno más favorable. Porque al final lo que cuenta es cruzar la meta de Cercedilla con saldo cero. Haberlo dado TODO en esas horas y haber dejado por el camino, con cada gota de sudor y cada crujir de rodilla parte de los fantasmas que todos llevamos dentro.

Tengo muchas, muchas ganas de correr este MAM, y sé que aunque mis fuerzas son limitadas no será mi mente la que se rinda ante el dolor y el cansancio. Sí, estoy preparado. De hecho estoy ansioso por empezar...

lunes, 6 de junio de 2011

I Media Maratón por la Naturaleza.

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Representación paquetil en Hoyos del Espino.

Los chicos de Forofos del Running organizaron ayer la primera (espero que de muchas) edición de la Media Maratón por la Naturaleza, y en mi opinión, fue todo un éxito.

De entrada Hoyos del Espino es un enclave paradisíaco enclavado en plena Sierra de Gredos, rodeado de bosques, principalmente pinares, de fábula, con multitud de ofertas de turismo rural, actividades al aire libre y acceso natural a buena parte del macizo central de Gredos. Naturaleza a raudales.

La organización ha diseñado un circuito ameno, con aproximadamente un veinte por ciento de asfalto, y el resto por pista perfectamente transitable salvo una bajada “disfrutona” y una pequeña subida muy corta pero muy empinada, ya en el pueblo, que obligó a la mayoría a andar unos metros.

Aquí podéis ver el recorrido y perfil (no he sido capaz de publicar el trazado que reproduce la web oficial, por lo que lo he descargado y subido a wikiloc citando fuentes):

 

elevProfile El circuito es exigente pero en ningún caso se puede considerar de montaña (ni por asomo, pese a las opiniones de algún “asfaltero” al que las cuestas le pillaron por sorpresa) y de hecho creo que la elección correcta de calzado es la de nuestras zapatillas normales de entrenamiento.

El precio de la inscripción me pareció razonable (diez euros), y la realicé sin problemas a través de la web de Chiptiempo. Algo más de trescientos inscritos y doscientos treinta llegados a meta. La entrega de dorsales es rápida y cómoda. Además hay un aparcamiento enorme justo al lado de la zona de salida-meta-entrega de dorsales. La organización en todo momento me pareció impecable, especialmente por el trato amable y familiar que tuvimos en todo momento. Es lo que tienen las carreras organizadas por y para corredores, que a falta de patrocinador de enjundia que en su búsqueda de negocio compre voluntades, derrochan pasión por su labor.

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Un par de momentos previos a la salida.

En lo personal se trataba de hacer el último rodaje previo al MAM y pasar sin mayores pretensiones una buena mañana con los amiguetes, varios de los cuales serán de nuevo compañeros de fatigas este domingo…

Al final, como siempre, acabas apretando algo más de lo previsto, y si en la salida (los últimos y los más ruidosos) hablábamos entre risas de intentar mantener la posición, luego fuimos remontando puestos a medida de que pasaron los kilómetros, seguramente atraídos de forma instintiva por el grifo de cerveza y los bocadillos de panceta y chorizo a la parrilla con que nos obsequió la organización en meta, amén de una bolsa del corredor cuyo valor superaba con creces el importe pagado. En resumen: una carrera de lo más recomendable, que para variar, me pilla a menos de una hora de casa y a la que volveré seguro.

OLYMPUS DIGITAL CAMERA         Ahí esas cervecitas, empanadas, panceta, choricito…

Las sensaciones, sin ser malas del todo, no fueron tampoco nada buenas. Sigo con esa sensación que me acompaña ya desde hace un par de semanas de andar rondando algo sin que ese algo acabe de brotar, por lo que en carrera mis pulsaciones van altas y no soy capaz de “exprimirme” llegado el caso. Esa es mi única preocupación de aquí al domingo: cuidarme, descansar y esperar...

Enlaces (actualizaré a medida que los vaya recopilando):

Resultados provisionales.

Fotos de E2pradolonguero. Servidor aparece en la treinta y siete.

martes, 31 de mayo de 2011

Memorial Fernando García Herreros 2011. La carrera de los cuatro elementos.

bustarviejo

Foto previa, tomada del Facebook de Pako Izga (con su hijo Unai en brazos) Gracias amigo.

Segunda vez que me acerco a Bustarviejo a correr el Memorial Fernando García Herreros, uno de los grandes de las carreras de montaña fallecido en accidente laboral (era bombero) en dos mil seis y en cuya memoria el Club de Montaña Mondalindo organiza, por quinta vez ya, una preciosa carrera por esos senderos que Fernando tanto recorrió.

Según la cosmogonía de los antiguos griegos, cuatro eran los elementos que facilitaban la comprensión del universo: fuego, aire, agua, y tierra. De todos disfrutamos ayer en Bustarviejo

El día es luminoso y cálido. Se esperan tormentas para mediodía, pero a las ocho y cuarto, según bajo del coche aparcado a escasos veinte metros de la línea de Salida/Meta (ventajas del madrugón) ya siento calor. El cielo está limpio y brillante. Minutos antes me daba por pensar en que he cometido una de esas paquetadas a las que no encuentras explicación y es que las dudas sobre qué meter en la mochila al no tener claro qué indumentaria llevar durante la carrera, si para frío/agua o para calor/sudadadelasgordas, han conseguido que al final no vaya preparado para nada: no llevo ropa de abrigo (guantes, gorro, buff…), ni chubasquero, ni protección solar, gafas de sol, ni gorra... O sea, salga como salga el día me he equivocado, y tendré que correr, nunca mejor dicho “con lo puesto”, esto es, la camiseta de manga corta y la malla del Tierra Trágame. A rezar porque sea suficiente…

He quedado con unos cuantos amiguetes del foro de ElAtleta.com, habituales y queridos compañeros de correrías, con los que tomo el acostumbrado segundo desayuno. Angelitos de la guarda… Jorge me deja crema solar y Paloma me regala una gorra. Vale, la cosa no empieza mal...

La salida de la carrera es rapidísima. Existe, allá por el kilómetro uno, un embudo en el que sí o sí hay que pasar en fila de a uno. Al salir TODOS ciscados, TODOS perdemos allí el mismo tiempo que si TODOS saliéramos más lentos, peeero…

Perfil de la carrera, tomado de la web oficial de la misma.

En la subida a Cabeza Arcón el Fuego ya se hace notar. Sudamos copiosamente (los viejos lobos esteparios aún más) y decido intentar hidratarme bien desde el primer avituallamiento, en el que sin atisbo aún de sed ya tomo un par de vasos de agua y otro de isotónico. Por supuesto, aunque Jorge no me ha racionado la crema solar, me he dado en la cara pero no en el cuello, que hoy tengo rojo escarlata…

Esta subida no es excesivamente dura, especialmente porque te pilla aún con las fuerzas intactas, pero acaba en una pavorosa bajada por un cortafuegos infernal, con terreno muy suelto, piedras húmedas que resbalan como el hielo y que están ocultas a veces por una pequeña y traicionera capa de tierra o de aguja de pino. Como curiosidad, y para daros una idea de lo duro de la bajada, al igual que en dos mil nueve el pico de pulsaciones DE TODA LA CARRERA lo tengo ahí: ¡ciento ochenta y cinco! He ahí la prueba…

29-05-11 Gráfica de pulsaciones y perfil del recorrido según mi Polar.

Hasta aquí he ido con Nacho, pero en el inicio de la subida al Pico la Braña me voy por delante.

Mis sensaciones no son nada buenas. He pasado una muy mala semana, con mi padre, mi esposa y mi hija con antibióticos, y aunque no ha brotado, algo tengo dentro que me impide emplearme a fondo. Me faltan las fuerzas, y las pulsaciones, aunque estables, son altas. Me imagino como un coche que usa combustible de un octanaje inferior al aconsejado. Muscularmente no tengo ningún problema (nada que ver con la agonía de dos mil nueve en ese mismo estrecho y serpenteante sendero) pero hoy no voy. Y lo peor: me doy cuenta de que o mido bien o la conjunción de sofocante calor y pocas reservas pueden hacer que el pajarón sea monumental. En este tramo engancho con Pako Izga, autor de la foto del encabezado de esta entrada, con el que ya hasta el final iré compartiendo kilómetros con alguna que otra “goma” en función de las miserias de cada uno.

El Aire, bendito aire, comienza a soplar al coronar el Pico de la Braña a la par que el cielo, bruscamente, se encapota. En lontananza se escucha el estampido de un rayo, aún lejano, pero amenazador… El terreno es más favorable y troto siempre que puedo… Queda una última subida, dura pero corta, hacia el Pico del Mondalindo, por donde veo zigzaguear un reguero de corredores que componen una bella postal, recortados con sus ropas de brillantes colores sobre el verde del monte y el gris del cielo… del que empieza a caer Agua ¡Como agradezco entonces esa gorra gentileza de Paloma! Especialmente cuando los gruesos goterones se convierten en granizo que golpetea mi empapada testa.

Llegando al Pico del Mondalindo tengo una de las imágenes del día, quizá el recuerdo más perdurable en un futuro: paralelamente a la carrera “oficial” se celebra la 2ª Prueba Puntuable FEDC ONCE del Circuito Nacional de Carreras por Montaña para Ciegos. Su salida es una hora antes que la nuestra y el recorrido, salvo una pequeña variación al principio, prácticamente el mismo incluidos los pasos técnicamente más complicados, que hoy además están en peores condiciones debido al agua. La mecánica es la siguiente, en una pértiga de unos tres metros se sujetan con una mano tres personas: un guía y dos invidentes. Estos generalmente se acompañan de un bastón en la otra mano. Es IMPRESIONANTE ver como en tramos realmente complicados con las escasas pero precisas instrucciones del guía los invidentes hacen un verdadero derroche de propiocepción y son capaces de traccionar y no resbalar en lugares donde a otros nos cuesta mantener el equilibro. Esta primera pértiga está compuesta de un guía, un invidente y un joven discapacitado psíquico. Han hecho una pequeña parada y al pasar a su lado, evidentemente les animo. Con una sonrisa de oreja a oreja y un gesto de genuina felicidad el joven discapacitado me tiende una mano que estrecho afectuosamente. Es tan clara su mirada, tan sincera su expresión de apoyo y camaradería, tan agradecida y llena de orgullo por estar allí, que me emocionó…

Corono el Mondalindo y no está la cosa para demorarse mucho. Tengo miedo, lo reconozco, de que se desate la tormenta y me pille allí arriba. Si no has sentido el estampido de un trueno en el campo, a pocos metros de ti, no me entenderás… Para hacer más bucólica la bajada, y para rentabilizar la inscripción y no privarnos de nada, del valle sube un espeso banco de niebla que afortunadamente dejamos atrás en unos pocos cientos de metros, pero que de asentarse hubiera ocasionado más de una pérdida pues hubo momentos en que costaba encontrar las balizas que marcaban el circuito.

La bajada, como sospechábamos, está infernal. La Tierra está empapada, las rocas resbaladizas (raro fue el que no tuvo más de un resbalón) y hay mucha piedra suelta. Pierdo algunos minutos adelantando varias pértigas de invidentes, ya que el sendero es tan estrecho, la pendiente por la que discurre tan pronunciada (y ciertamente tengo tan poca prisa) que es casi imposible hacerlo.

En los últimos kilómetros, de forma brusca, vuelve a salir el sol, alzando vaharadas de sofocante humedad del suelo saturado de agua. Siento algo de dificultad para respirar, pero en nada estoy en el pueblo, donde me espera uno de los mejores avituallamientos en meta que conozco. Y si algo faltó (que no fue así), ya nos encargamos los amiguetes y yo de comprarlo en un bar…

Eso sí, como segunda paquetada del día, que me fui a cambiar al coche, como dije antes, a menos de veinte metros de meta justo cuando comenzaba el sorteo de regalos, y mientras intentaba entre las puertas abiertas que los vecinos no vieran el triste espectáculo de un servidor en paños menores, oí por megafonía mi dorsal… Por un momento valoré la posibilidad de salir corriendo descalzo y en calzoncillos. Total eran diez o doce segundos… Suerte que un ramalazo de dignidad lo evitó, pero nunca sabré qué hubiera trincado en ese sorteo…  

Enlaces:

Clasificaciones.

Fotos de la Federación de Montaña de Madrid.

Fotos oficiales.

Vídeo.