jueves, 26 de abril de 2007

Carrera bajo la lluvia


Ayer fue el primer día de carrera después del maratón. En principio tenía la idea de ir al gimnasio y hacer cardio variado, unos abdominales y algo de aparatos, muy suave todo, a fin de ir recuperando tono muscular, pero a media tarde ha comenzado a llover con fuerza en Avila, lluvia que ha durado casi hasta la noche. En esas circunstancias estaba claro: no podía dejar de disfrutar la ocasión de trotar sin prisa bajo esa vivificante lluvia, y eso es lo que he hecho.

He rescatado mis zapatillas de Trail, unas Asics Trabuco, y contento como un niño, me he ido, literalmente, a chapotear entre charcos.

He salido de casa dispuesto a no pisar asfalto, así que me he encaminado por la ribera del río Chico, junto a mi casa, un camino de arcilla y gravilla apisonadas, en dirección a mi lugar preferido de entreno, El Soto, un bosquecillo de fresnos que bordea el río Adaja, en las cercanías de la ciudad.

A la naturaleza, agradecida, no sólo no le molesta la lluvia, sino que la recibe con alegría, mostrando toda su belleza.

Por el camino, y una vez olvidada la tiranía del crono, de los ritmos y recuperaciones, con tiempo para pensar, para disfrutar, con paso remolón, he demorado mi vista en cuantos detalles me han salido al paso, y muchas veces desapercibidos: el vuelo rasante de los vencejos sobre la superficie del agua en su busca de alimento. El acicalamiento de los ánades, cada vez más frecuentes en esta zona, de colores tan brillantes y metálicos que se dirían artificiales. La parsimonia y elegancia de las cigüeñas mientras buscan los materiales con que construir y ampliar sus nidos, siempre en parejas, siempre fieles. Ver como majestuosamente levantan el vuelo a tu presencia. El vibrante verde intenso de la hierba fresca, joven, salpicado del amarillo de las primeras flores de la primavera, tardía en Avila.

Mientras corría he extendido mis manos para acariciar los troncos de los fresnos, de gris roto por el verde del musgo. Rugosos y ásperos, pero cálidos al contacto de mi piel.

He visto un jilguero volar a mi paso de un arbusto a otro mientras emitía un gorjeo de reproche por mi interrupción. Una miríada de aves adivinada la mayoría por sus cánticos ha acompañado mi paso entre los árboles mientras mis pulmones se llenaban de aire puro, límpido y húmedo, embriagado de aromas delicados de hierba verde y tierra mojada.

Ayer las veredas y senderos estaban solitarios, vacíos. Las huellas de los que me precedieron en la mañana estaban borradas, ocultas por el barro y el agua, las mías propias tenían una vida efímera, dejando un tenue rastro rápidamente borrado.

Mis sensaciones han sido placenteras. Mi musculatura no está aún recuperada, y aún la noto cargada y sin tono, pero todo queda compensado de sobra por el trote plancentero que he disfrutado. Iba para media hora, pero al final ha sido de casi el doble.

A la vuelta he observado los charcos de agua cercanos a mi domicilio. Las gotas de lluvia dejaban al caer efímeras pompas, lo cual, según mi suegro, hombre de campo, significa que al día siguiente volverá a llover.

Pues entonces, me dije, mañana tampoco habrá gimnasio...

martes, 24 de abril de 2007

Lamiendo heridas


Tres días después del maratón es un tiempo prudencial para ir haciendo análisis y balance del mismo con la debida serenidad y perspectiva.

La primera valoración, puramente empírica, es que he conseguido mi objetivo de bajar por fin de las cuatro horas. Si analizo mis tiempos de paso y mis parciales debo estar contento, pues supe mantener un ritmo a pesar de las adversidades y supe reponerme en el último tramo gracias a la experiencia adquirida en mis otros ocho maratones que si algo me han enseñado es a saber sufrir y saber dosificar mis escasas fuerzas. No obstante sería injusto no citar de nuevo a mis amigos Lander y Malagueta, sin los cuales hubiera entrado por encima de las cuatro horas.

La segunda valoración es que este maratón es el que menos satisfecho me ha dejado de los nueve que he corrido.

Siempre he dicho, (y algunos me lo habréis leído), que el maratón es una prueba dura y dolorosa, pero que su recompensa está en proporción directa a ese dolor. En este caso no ha sido así, y ese es el motivo de que no esté disfrutando lo que debiera de mi marca y esté tan lejos, por ejemplo, de la satisfacción que me produjo el maratón de San Sebastián del pasado año.

Fundamentalmente esto es debido a que esta vez sí creo haber llegado muy, muy cerca de mis límites máximos: nunca habia sentido tanto dolor en una carrera, casi hasta el punto de echarme a llorar, nunca había conseguido exprimirme tan a fondo, nunca había preferido una cuesta arriba a una cuesta abajo, nunca había estado tan cerca de desfallecer como el domingo al entrar en meta, momento en que tuve que apoyarme en una valla y forzarme a mover algo las piernas para evitar el colapso circulatorio. De haberme quedado quieto creo que me hubiera desvanecido.

La mezcla de tener por primera vez un objetivo para mí ambicioso, la cercanía en todo momento de ese objetivo sin que sin embargo en ningún momento de la carrera haya conseguido hacer un "colchón" de tiempo que me permitiera relajarme, (de hecho en algunos momentos creí que se me escapaba de las manos), de que el domingo hiciera un día caluroso en un circuito duro y de contar con el aliento y el empuje de mis amigos en los momentos malos para sacar de mí hasta el último hálito de mi ser, consiguieron que me exprimiera al límite.

¿Merece la pena tanto sufrimiento?. Posiblemente. Aún no me atrevo a negarlo en la esperanza de que en unos días más restañen mis heridas. Tened por supuesto que seguiré corriendo maratones mientras pueda, y cuando no pueda correré medias, y cuando estas sean demasiado largas para mis magras fuerzas correré diezmiles... o andaré y daré vueltas al patio de la residencia donde acabe mis días.

La pregunta es: ¿podré sufrir de nuevo tanto como lo hice el domingo?. Rotundamente no. En este aspecto el maratón me ha derrotado. Hasta ahora un plus de sufrimiento había sido correspondido con una dosis extra de satisfacción, de emoción al entrar en meta. Una recompensa sobrada después de tanta penuria y de tantos entrenos. Pero este maratón no ha tenido ese premio, lo que demuestra que he estado muy cerca de mis verdaderos, objetivos e insuperables límites. Había un fallo en mi teoría de la recompensa proporcional al dolor padecido y parece ser que hay un límite para ella: es cierta hasta determinado momento, hasta que llegas a una pequeña zona límite en el que tu organismo quiebra irremisiblemente. Llegar ahí y permanecer del km. 34 al 40 de un maratón como conseguí el pasado domingo es un sacrificio máximo que no compensa y que al menos a mí me ha dejado secuelas. Esto hace sumamente improbable que lo consiga de nuevo. Bajaré mis marcas, eso casi seguro, pero creo que NUNCA volveré a sufrir tanto como el domingo. No podré enfrentarme de nuevo a ese suplicio porque difícilmente se conjuguen de nuevo los factores que consiguieron sacarlo todo de mí mismo y porque aunque así fuera seré incapaz de encontrar los recursos necesarios para ello sabiendo que el premio no me va a compensar.

Tampoco quiero que intepretéis estas palabras erróneamente. No me planteo si quiero o no seguir corriendo maratones, ¡por supuesto que sí!, y el Trail Castillos de Avila, e iniciame en las carreras de montaña, y... quien sabe. No he perdido la ilusión ni las ganas y a punto de cumplir 44 años soy capaz de imaginar proyectos, ¡no os imagináis la envidia que me provocan Merak y Ana con su futura aventura Andina!, ¡lo que me gustaría vivir algo así!. Lo que me planteo es simplemente la imposibilidad material de superar el sufrimiento del pasado domingo. Nada más.

domingo, 22 de abril de 2007

No podía ser tan fácil...

...O de como un día desastroso se convirtió en el que conseguí MMP.


Pues no, no podía ser tan fácil. Después de acariciarlas en Donosti, los hados no iban a permitirme bajar de las cuatro horas sin sufrir, cosa que hasta cierto punto es lógica y entiendo como justo pago, pero hoy parece que se han conjurado para poner las cosas especialmente difíciles, y bajar de las cuatro horas, (3:58:15 según la clasificación provisional, 3:58:16 según mi crono), ha sido todo un suplicio que apenas he podido superar.

El día ya comenzó mal. Salíamos de Avila a las siete menos cuarto, con el tiempo muy justo debido a haber olvidado antes de quedar con el autocar que el maratón ya no comienza a las nueve y media, sino a las nueve. Para colmo un compañero se nos duerme, con lo que salimos casi a las siete. Ha sido un verdadero espectáculo vernos cambiar de ropa en el camino, para salir "pitando" en cuanto aparcáramos para dejar las bolsas...

Ya estábamos casi en destino cuando hemos tenido un percance con el autocar, y nos hemos llevado por delante un turismo. Afortunadamente no ha habido ningún herido, pero hemos tenido que hacer unos cientos de metros corriendo hasta la zona de entrega de bolsas. Más y más tiempo perdido. Entretanto mi organismo hoy se encuentra raro. Sin entrar en detalles soy una persona de lo más regular en mis hábitos, y esta mañana he dejado en casa lo que tenía que dejar, pero hay más, así que cola en los WC...

Había quedado con varios amigos del foro de ElAtleta.com, algunos de ellos debutantes en la distancia con los que me apetece hacer grupo y poder compartir esos momentos, pero no es posible. A las nueve menos cinco salgo de la caseta y a toda carrera llego a la línea de salida. No tengo más remedio que ponerme detrás del globo de 4:30, lejos del de 4 horas donde supongo que estarán mis amigos. Afortunadamente si veo a parte de los componentes de mi club, aunque todos andamos en tiempos dispares, por lo que sé que voy a correr sólo salvo que encuentre a los paquetillos de ElAtleta.com.

Pistoletazo de salida y un par de minutos para poner el crono en marcha. Sólo tardo un par de kms. en darme cuenta de que hoy no es mi día: me encuentro raro muscularmente, pesado y sin chispa. Pienso que es posible que sea por la ingestión excesiva de líquido o la cantidad de hidratos de los últimos días. A eso se une que ya a las nueve ya hay un mínimo de diez grados más de los que he tenido entrenando en las últimas semanas.

No le doy mayor importancia, ya que este maratón tiene un objetivo: bajar de las cuatro horas, sí o sí. El resto de maratones los he corrido sin un objetivo claro de tiempo, pero ya es hora de cambiar el primer guarismo de mi registro, así que enfilo La Castellana a ritmo.

Aquí voy a hacer una pequeña confesión que sólo he contado a Lander ayer cuando hablamos por teléfono: este ha sido mi noveno maratón, pero ha sido, con mucho, el que más tensión me ha provocado. La mezcla de entrenamientos más duros, muchos de ellos a deshoras, y el hecho de tener un objetivo fijo me ha provocado una ansiedad que nunca había tenido y que no quiero volver a pasar.

En estas reflexiones estaba mientras caían los kms. Como sospechaba, un par de compañeros de club se quedan por detrás, y otro, con una marca de 1:35 en media, pero debutante en maratón, decide prudentemente hacer unos kms. conmigo. Menos mal.

Las sensaciones siguen igual. Tengo molestias en ambas piernas. Molestias que no había tenido en la Media Maratón de Madrid, celebrada un mes antes y en la que me encontré extraordinariamente, pero las pulsaciones son contenidas, por lo que no aflojo. De charleta con el compañero van pasando los kms., por un recorrido que encuentro bastante más feo que el antiguo, cosa que cambia al llegar al centro de Madrid. El paso por la Puerta del Sol me ha parecido especialmente emocionante. Justo al salir de ella le insisto a mi compañero que siga a su ritmo. Aún debutante tiene mucho más nivel que yo y decide hacerme caso, por lo que me quedo solo.

Comienzo la segunda media con sensaciones encontradas: por un lado cardiovascularmente no me cuesta mantener el ritmo, pero muscularmente estoy hecho un giñapo. Empiezo a pensar que estas sensaciones, unidas al hecho de tener que visitar dos veces el WC casi seguidas puede ser síntoma de que mi hijo al final sí me ha contagiado su gastroenteritis, pero como es muy pronto para empezar con pensamientos negativos, decido abandonarlos, que hay mucha tela que cortar..., pero en el km. 22 me encuentro con un compañero de club que abandona, otro palo.

A todo esto el calor empieza a apretar. Lo he dicho muchas veces, pero es así: no me gusta nada el calor. No soy capaz de adaptarme a él y mi rendimiento baja muchísimo en cuanto el termómetro supera los 18º. Soy persona de fría estepa y de correr con hielo en el ambiente.

Encaro Príncipe de Vergara, a la sazón la clave de mis posteriores problemas. La subida, larga y sostenida va minando mis escasas fuerzas, aunque los parciales no se resienten en exceso. Afortunadamente buena parte del recorrido está cubierto del sol y eso me alivia. Pero al girar hacia Arturo Soria la situación cambia radicalmente: el sol golpea inmisericorde en un recorrido de contínuos toboganes que hace que mis molestias se conviertan directamente en dolor. Siento la lesión de adductor de enero, la inflamación del tendón de aquiles que arrastro desde hace unas semanas, los cuádriceps, cargadísimos por el golpeteo en las cuestas abajo, al igual que mis pobre rodillas...

Las pocas fuerzas que me quedan las voy dejando en esos toboganes, siento molestias gástricas, estoy bañado en sudor y la ingesta de agua y de sales no me alivia la tremenda sed que siento. Me encuentro hinchado y pesado. Pero sobre todo el dolor. Nunca había sentido tanto dolor en una carrera. Mis músculos están literalmente machacados y dudo que me respondan lo necesario para cumplir mi objetivo.

En el km. 30 veo a Lander, sin duda el que ha conseguido que bajara de las cuatro horas, ya que solo no hubiera podido de ninguna manera. A quien le conozca no hace falta que le diga nada. Para quien no le conozca sólo decir que se ha molestado en llevar agua, sales, frutas variadas..., pero sobre todo su compañía y aliento. Y no sólo su ánimo personal. Constantemente aplaudía a la gente y les incitaba a animar. Ha tenido palabras de aliento para el resto de los corredores y no me ha dejado pensar, trampa en la que solemos caer cuando las cosas van mal. Te lo he dicho por teléfono pero te lo repito aquí: sin tí hubiera acabado por encima de las cuatro horas, así que en parte mi marca es tuya amigo.

No obstante parecerlo, Lander no es un angel, y no hace milagros. En dos ocasiones tengo que andar durante unos cien metros. La transición carrera-marcha es horrible, las piernas se me acalambran y trastabillo durante unos metros. La arrancada no es mucho mejor, pero se que los kms. pasan, que llevo 36, 37, 38..., y que con marca o sin ella, (a estas alturas ando algo justo), el maratón está hecho.

La bajada de la Calle Alcalá me hace coger resuello, y ya se huele la meta. Tengo algo de miedo a la cuesta de Manuel Becerra, la cual no conozco, y le comento a Lander que igual ando un poco en ella para asegurar llegar con algo de dignidad a meta. Pero la cercanía del final, unos pedazos de barrita energética que ingiero, o vaya Vd. a saber qué, hacen que me recupere algo. Me anima que la cuesta tampoco me parece para tanto, y al coronarla no quedan más que dos kms.: está hecho...

Aparece "El tío del Mazo", pero el verdadero: el bueno de Malagueta que se ha hecho unos progresivos acompañando gente del foro de ElAtleta.com. El padre de esa criatura llamada "La Liga de los Paquetes" que tantísimas satisfacciones me ha proporcionado este último año en forma de motivación para ir a carreras que no hubiera hecho de otra forma y que sobre todo ha sido una manera de conocer gente estupenda. Otro crack. Lo del Tío del Mazo es porque se acompaña de uno de plástico con el que amenaza zurrarme si me ve decaer.

Pero ya estoy en estado de euforia. Esos dos últimos kms. son de largo los más rápidos de todo el maratón. Sacando fuerzas de donde media hora antes parecía no haber entro en el Parque del Retiro. Veo el reloj al fondo y veo que por poco no voy a ser sub-4 horas oficiales, (4:01:17), pero mi objetivo está cumplido.

Al cruzar la meta me derrumbo. Me tiemblan las piernas y me tengo que apoyar en las vallas. En la primera sombra que encuentro me siento, boqueando, dolorido. Satisfecho pero completamente roto. Ha sido el maratón más duro que he corrido nunca y si siempre digo que cada uno de ellos ha conseguido que empujara mis límites un poco más allá, este ha puesto el listón muy alto.

Os pego unas imágenes con mis tiempos parciales y por intervalos:





Lander, en la Media Maratón de Madrid me preguntabas qué podía ofrecerte un maratón que no hiciera una media. Fácil: dolor y una satisfacción directamente proporcional a ese dolor, pero hoy me planteo si merece la pena.

Tranquilos se me pasará mañana.

viernes, 20 de abril de 2007

Se acabó... (ahora sí)


En mi habitual periplo por la blogosfera y mundillo forero-atlético he notado el regusto a despedida de los que este domingo nos medimos a los 42k. 195m.

Mañana es día de reflexión, de madrugar poco y descansar mucho. Día de contínuos sorbos de agua y paseo matinal para desentumecer músculos. Día de tensión, de miedo ahogado pugnando por salir, por enfrentarse por fin al reto del maratón.

Para algunos será la primera vez y a los nervios lógicos de la carrera se suma el miedo a lo desconocido. Sea cual sea el resultado de vuestras carreras sentiréis emociones muy intensas.

Para otros aún siendo un maratón más, es un nuevo reto, una nueva puesta a prueba de nuestros límites, unas horas de dolor físico y debilidad psicológica a vencer. Sea cual sea nuestro objetivo siempre va a ser así: el maratón duele, pero la recompensa aumenta en proporción directa a ese dolor.

No tengo mucho más que decir. En estos días suelo sumirme en un estado mental en el que no cabe más que el maratón. Lo llena todo. Me cuesta prestar la debida atención en el trabajo, me cuesta pensar en algo más que en mis propias sensaciones, siento una y otra vez descargas de adrenalina correteando arriba y abajo por mi espina dorsal que me hacen sentir vivo, concentrado, alerta.

Tengo la suerte de ser, o al menos me gusta pensar que es así, una persona equilibrada, poco dada a perder el control de mis emociones, por lo que esa sensación no deja de ser placentera. Aún así cuento cada hora que queda para el pistoletazo de salida.

He corrido ocho maratones, este será el noveno, y siempre es así. Y deseo que siempre sea así. El atletismo no es lo más importante de mi vida, pero pocas cosas me proporcionan tal cúmulo de sensaciones.

Este año gracias a mi blog y mi participación en el foro de ElAtleta.com he conocido, siquiera virtualmente, a un buen puñado de corredores, muchos de los cuales el domingo se "estrenan" en la distancia. Hemos compartido experiencias, dudas y alegrías, y he tenido el privilegio de conocer personalmente a algunos de vosotros. A todos: disfrutad y vivid cada momento, cada paso, cada km. Vais a aprender del atletismo y de vosotros mismos más que lo que sospecháis.

Un abrazo y muchísima suerte a tod@s. Os espero el lunes.

jueves, 19 de abril de 2007

¡Censura!

Y no, por esta vez, no me refiero a la que los chicos de Google siguen imponiendo a mis vídeos respecto a miles similares que veo publicados en sus servidores y que pienso solucionar aunque para ello tenga que fundirle los cables a todos sus robots de búsqueda. No, esto es más serio.

Vengo del muy recomendable blog de Santi Palillo, y en los comentarios a esta entrada, el perezoso Jesús aporta esta url: http://www.greatfirewallofchina.org/test/.

En ella se puede introducir la url que deseemos a fin de comprobar si la misma está censurada en China, y para mi sorpresa ¡este blog sí lo está, al igual que el del bueno de Santi!

Después de unos segundos de perplejidad en los que me he preguntado qué es lo que yo o alguno de mis visitantes pueda haber escrito aquí que le ofenda al régimen chino, me ha dado por pensar que realmente eso es una buena noticia.

Aunque supongo, (realmente se), que los censores chinos no han pisado nunca por aquí sino que han enviado robots de búsqueda al igual que los chicos de Google, no deja de ser un halago que algún contenido de este humilde blog haya molestado a un régimen totalitario que pisotea sistemáticamente los derechos humanos, por más que quieran disimularlo actualmente con tímidas aperturas económicas que en realidad sólo enriquecen a la oligarquía dominante heredera de una revolución totalmente trasnochada; con obras faraónicas a mayor gloria de esa oligarquía; con propaganda con el regusto añejo de épocas felizmente pasadas en Europa, en los años de los ejes, de los Furhers, Duces y Caudillos; con la exhibición de toda la parafernalia Olímpica en ciernes, todo ello mientras la inmensa mayoría del país sigue sumida en la pobreza.

Si este humilde blog ha molestado alguna vez a alguno de esos mequetrefes, momias resecas que sólo piensan en seguir aferrados cual garrapatas a sus cómodos sillones, me alegro infinito.

Ahora vendrán los robots de Google y me cerrarán de nuevo el blog, (ya lo hicieron una vez ante la sospecha de que fuera un blog-spam...). Y no lo digo del todo en broma: recordad que Google se plegó bochornosamente a las peticiones del régimen chino respecto a la colaboración con esa censura.

martes, 17 de abril de 2007

VIIª Carrera Popular de "El Resucitado"

El sábado por la tarde se celebró la VIIª Carrera Popular de "El Resucitado", integrada en el Vº Circuito de Carreras Populares "Ecosport" de Avila.

Esta es la reseña que emitió TV Avila de la misma ayer lunes:



¡Estoy hasta los mismísimos de algunas tonterías de los chicos de Google!. Vale que ponen a nuestra disposición muchas utilidades "gratuitas", (entrecomillado ya que se sacan un buen dinero en publicidad), pero hay cosas que no entiendo, como que hayan cerrado este blog hace un tiempo debido a que sus robots han determinado que puede ser un blog-spam, (¡coño, pues primero revisadlo y luego si procede lo cerráis!), o que caprichosamente haya vídeos que suban a sus servidores para luego desaparecer, como es el caso de este último.

Ahora el vídeo funciona, a ver lo que dura...

viernes, 13 de abril de 2007

Inmoralidad


Casi a diario me paso por el blog de mi paisano Luis. En él su autor vierte a menudo reflexiones duras y directas, que sacuden la conciencia de quien las lee. Algunas veces se ha referido a las injusticias que existen en este mundo que tan desiguales oportunidades otorga a quien lo habita, en función de algo tan aleatorio como su lugar de nacimiento.


Iba yo esta mañana, recién desayunado y después de haber echado un vistazo al Marca, reflexionando sobre la inmoralidad de las millonadas que se gastan los clubs de fútbol en traer una ¿estrella? para dar lustre a su equipo y salvar a su directiva, apegada a la poltrona cual político de turno, cuando vino a mi mente esta imagen, una de las más duras que he visto en mi vida.

Recuerdo el reproche farisaico que se le hizo al autor criticándole el haberse entretenido en fotografiar a la pobre criatura en lugar de hacer algo por su vida y la defensa de éste haciendo frente a esas críticas totalmente ignorantes de la verdadera situación, exponiendo que no habría cambiado nada: que ese niño era uno de cientos destinados a morir no de inanición o por efecto de las enfermedades, no por las guerras permitidas siempre en paises "no estratégicos", cuando no alentadas para dar salida a stocks de armas almacenadas y evitar su podredumbre o para mantener a dictadorzuelos "aliados". Esos niños mueren por dejadez de aquellos que habitan en este "primer mundo", perpetuamente en contemplación de su propio ombligo. El podría haber salvado a ese niño, o al de al lado, o a una docena de ellos, pero eligió algo mejor. Eligió escupirnos a la cara esta imagen, desagradable no por su dureza, sino por exponernos a nosotros mismos frente a nuestra propia conciencia, como si nos miráramos en un espejo. Eso es lo que le dolió a muchos y provocó tantas críticas, ver reflejado su negro ser en la permisión de tal horror.

Habitualmente nos escudamos en lo poco que podemos hacer individualmente, y quizá la excusa del fotógrafo para optar por la foto en lugar de la ayuda puntual fuera esa, pero entre todos sí podemos. Hay proyectos y entidades solventes, (a pesar de los recientes escándalos en que se ven envueltos algunos directivos de ONGs.), a través de las que canalizar nuestra ayuda. Cualquiera que prestemos en tiempo, dinero o una sacudida de conciencia de los que nos rodean, es útil.

No busquemos excusas y pasemos a la acción, quizá así nuestras estrellas futbolísticas ganen un poco menos y corran un poco más y nosotros no tengamos problemas de conciencia a la hora de comprar sus partidos.

Refresco una entrada de los inicios de este blog: buenos deseos y mejores obras.

domingo, 8 de abril de 2007

Se acabó...


Aún quedan dos semanas para el MAPOMA, pero ayer lo considero el último día de la preparación.

Ayer hice mi última tirada larga. Larga de verdad: 25 km. 300 m. "Google Eart dixit", que me han llevado exactamente dos horas y veintinueve minutos. Al margen de los maratones que he corrido, esta ha sido la distancia más larga que he hecho nunca.

Ha sido una tirada muy dura. He salido temprano, hacía frío, algo de viento, y los caminos estaban pesados debido a la lluvia caída por la noche. He salido solo, con pocas horas de sueño, y en mi piernas pesaban como losas todos los kilómetros hechos hasta ahora, los madrugones, el frío de las últimas semanas, corriendo casi de madrugada, y en especial la Media Maratón del pasado domingo. Casi en un acto de fe me he vestido, y me he puesto en camino. A las horas en las que suelo correr cuesta mucho entrar en calor y coger un ritmo cómodo. Además, -me decía-, realmente el trabajo está hecho. ¿Porque no recortas esta tirada y la dejas en dos horitas suaves?. Vano intento de autoconvencimiento. Claro que el trabajo estaba hecho, al menos el físico, y una tirada como la de hoy poco o nada va a añadir de cara al maratón, pero si había algo que afinar: mi propia psique.

Esta tirada estaba programada de antemano, mucho antes de la lesión de adductor, antes incluso de decidir definitivamente que correría el MAPOMA de este año, y tiene su origen en otra que hice el 12 de noviembre de 2006, quince días antes del Maratón de Donosti. Por aquel entonces yo venía de fracasar en el Tui Marathon de Palma de Mallorca al lesionarme el día antes de la carrera y había estado casi dos semanas sin apenas correr. Decidí inscribirme en el Maratón de Donosti, pero el pico de forma lo había dejado atrás. Aquel rodaje largo, (larguísimo para mí en ese momento), me dió la confianza necesaria para atacar el objetivo donostiarra, por lo que decidí en adelante hacer una tirada similar quince días antes de mis siguientes maratones, no tanto por su utilidad en el aspecto físico, sino como una especie de autoafirmación de mis posibilidades en lo psicológico. Desde este punto de vista la considero casi tan importante como cualquier test de ritmo.

Ahora no me queda prácticamente nada. En estas dos semanas no tengo sesiones especialmente duras. Después de la media maratón del pasado domingo, apenas queda el test 2x5000, y el de la hora a ritmo de maratón para completar el "test a tres" detallado en el número uno de la revista Irrecuperables, un rodaje largo el domingo que viene, (aunque ni tan largo ni tan rápido como el de ayer), y unos cuantos rodajes suaves.

En estas dos semanas se trata de asimilar lo mejor posible el trabajo realizado, relajar cuerpo y mente, disfrutar del atletismo para despejar las dudas que ahora nos asaltan cada vez que pensamos si tanto sacrificio merece la pena y descansar para llegar en condiciones óptimas al día del maratón. Hay que conseguir llegar con ganas al día de la prueba, y no hastiado como estoy ahora.

Se que tengo las cuatro horas al alcance de la mano, y ahora toca tener la cabeza fría para asimilar y no pasarse en sesiones de entrenamiento que no aportan nada y si acaso restarán chispa el día de la carrera.

Lo dicho, a disfrutar...

miércoles, 4 de abril de 2007

Un rodaje de recuperación


Ayer salí a hacer un rodajito muy suave, para ir soltando músculos después de la Media Maratón de Madrid. Las sensaciones son horribles: aparte de las agujetas, que la verdad es que molestaron sólo los primeros km., me duele el tendón de aquiles derecho. Llevo unas semanas con esa molestia, que no va a más, pero que no acaba de curarse. Aparte de eso lo peor es que me noto machacado del domingo. Más de lo que pensaba después de lo bien que se me dió la media.

En estas que al menos tengo suerte y hace un día estupendo para correr. Pongo la marcheta a trotlander y los km. me van saliendo a 6'10'' o 6'15'', un ritmo bueno para recuperar.

Al encontrarme algo mejor decido ir algo más lejos y hacer mi circuito de 11km. Craso error. A la vuelta, a varios km. de casa me encuentro con Paco.

Paco es un amiguete del club que tiene en mente, (y en las piernas), darle un buen mordisco a su marca del pasado MAPOMA: 3h30'. Es un tipo afable, de los que cae bien a todo el mundo, de esos con los que puedes hablar, pero que corre un huevo. Me saluda de lejos y veo que se cruza para encontrarse conmigo. Se me encienden todas las alarmas. Paco puede fundirme en diez minutos a su ritmo normal de rodaje con las pésimas sensaciones que tengo hoy y en veinte si me encuentro inspirado.

-¡Coño Paco!, ¿limpiando el organismo después de lo del domingo? -Paco estuvo también en Madrid-

-No, me he recuperado bien y estoy haciendo unas series...

(Ufff..., menos mal, le he pillado en una recuperación. Sólo es cuestión de aguantar un minutito con él y enseguida me pierde...).

-... pero ya he terminado. Te he visto subir antes y he venido a buscarte...

Trago saliva. Lo que era un rodaje regenerativo se va a convertir, al menos hasta que reviente, en un rodaje a ritmo de umbral. Intento recurrir a todos los trucos que un buen paquete que se precie tiene en el bolsillo para que su partenaire no se de cuenta de que lo mal que va, porque uno será paquete, pero tiene su orgullo, e intenta no mostrar sus muchas debilidades:

-¿Qué tal Encarna? -Encarna es la esposa de Paco, y corrió parte de la Media- (¡Bien Carlos, así se hace: preguntas cortas, aprovechando una espiración para no gastar aire y dándole cancha al contertulio para que se explaye abriéndole un tema del que tenga mucho que contar, y mientras tú respiras...!)

-Bien... -y Paco cuenta, habla durante un minuto, sin jadear el mamonazo de él, mientras yo procuro abrir disimuladamente la boca lo más que puedo, para hacer el mínimo ruido posible mientras aspiro angustiado hasta la última bocanada de aire que puedo empujar hacia mis pulmones.

Unos metros más adelante nos cruzamos con gente: pasas tú, paso yo... un par de segundillos de dudas inducidas, un par de segundos en los que puedo respirar algo en un vano intento de recuperar el pulso.

Me toca hablar, uno es paquete, pero educado. Estás corriendo con un amigo y hay que darle conversación.

-Le estáis dando caña, ¿no...? -la falta de aire y de riego cerebral no dan para más...-

-Sí, me encontré muy bien en la Media, no tengo molestias. ¡Y la semana anterior hicimos 30 km. a ritmo de maratón de los que me recuperé perfectamente! -joer, (pienso, porque no es cuestión de hablar más de lo imprescindible), eso es a menos de 5' por km., ¡qué bestias!-

Por las referencias que tengo en el bosquecillo donde estamos, bajamos a 5' pelaos, a veces más rápido, por un terreno irregular. En circunstancias normales para mí eso es casi un ritmo de serie larga. Dos días después de una media que me ha dejado más secuelas de las esperadas, es un suplicio.

Tengo la suerte de que nos cruzamos con otro compañero de club. Con la bajada de ritmo, en ese acuerdo tácito de no parar bajo ningún cocepto que tenemos los corredores cuando nos cruzamos con algún conocido, nos preguntamos lo típico:

-¡Ehhh...!

-¡Venga...!

-¿Qué tal?

-Bien, ¿y vosotros...?

Ya sabéis, lo justito, porque uno estará simplemente rodando, pero su entrenamiento es lo más importante y no va a parar por nada. Los corredores tenemos esas cosas tan absurdas.

Total, que al menos esos segundillos de bajón de ritmo me permiten coger un segundo aire, y encarar el último tramo de mi peculiar calvario.

-Pues me bajaba hasta la entrada del Soto, que tengo allí el coche... -Una buena noticia al fin. Me había hecho a la idea de que íbamos a ir juntos casi hasta mi domicilio, km. y medio más allá, pero sólo nos quedan 500 m...-

-...Pero si eso me bajo un poco más contigo y ya me doy la vuelta después...

¡Joder!

P.D. Paco, si lees esto, de verdad que te aprecio, pero lo nuestro es imposible...

domingo, 1 de abril de 2007

Test pasado con nota

Bueno, pues aquí va la crónica de mi paso por esta Media Maratón de Madrid.

Como ya comenté anteriormente, esta Media Maratón la tomaba como un test de cara al MAPOMA y a mi intento de bajar, (por fin), de las cuatro horas en la mítica distancia, así que corría con dos condicionantes: el primero que debía comprobar que podía correr al menos en 1h 50', tiempo que con los debidos ajustes me permitía pensar que las cuatro horas eran posibles. El segundo era que a falta de tres semanas para el maratón tampoco era cuestión de correr a tope y echar a perder varios días de entrenamiento de los pocos que van quedando, o peor aún, arriesgar alguna lesión.

Así pues, el tiempo de 1h 50' estaba grabado a fuego en mi mente y en todo momento me he intentado sujetar a él con las salvedades de los agobios en la salida y las contínuas eses que hemos tenido que hacer, y la orografía de Madrid.

Y ese ha sido el tiempo: 1h 49' 45'' reales. Calculo que al menos cinco minutos más oficiales, ya que nos pusimos muuuy atrás en la salida.

Lo mejor han sido las sensaciones: en todo momento he ido un punto por debajo de lo que podría haber dado de sí, con las pulsaciones muy bajas, sin subir en exceso en las cuestas arriba y recuperando bien y rápido con la inclinación a favor, por lo que creo que en el mismo recorrido, con menos gente y de haber forzado a tope, podría haber recortado al menos dos o tres minutos más.

Aunque quedan aún tres semanas para el maratón, esto me va a hacer ir con muchísima confianza.

Pero como no todo va a ser hablar de mí, vamos a hacer un pequeño análisis de la carrera:

Inscripción. Difícil para los que somos de fuera, (de provincias como les gusta decir a los del "foro"), ya que había que recoger el dorsal un día y aún así ir el de la carrera a por el chip. Excusa, (no se si cierta): que el control de las alfombrillas no facilita los chips hasta el mismo día de la prueba. Por lo demás el precio es asequible. Hay carreras más cortas, peor organizadas y más caras.

Recorrido. Es el que hay. Madrid es ondulado y no puedes darle más vueltas. A favor, que pasa por zonas muy céntricas, lo que hace que haya mucha animación por las calles, y eso se agradece. Totalmente cerrado al tráfico y con suficientes voluntarios. Avituallamientos surtidos de sobra de agua. La meta en el estadio y con las gradas llenas de gente es un privilegio. Allí te dan una bolsa con fruta y bebidas.

Organización. Correcta. Como notas negativas que faltan duchas y en la angosta salida del Estadio de Vallehermoso se produce un atasco de gente. Ropero y entrega de chips, bien, rápidos y sin problemas.

Bolsa del corredor. Correcta tirando a escasa. Sin ningún alarde, pero por trece euros que hemos pagado...

Y ahora la crónica.

Llegamos pronto, a las ocho y media teníamos aparcado el autocar apenas a trescientos metros del estadio de Vallehermoso en un enorme e increiblemente hueco vacío. Todavía nos hacemos de cruces pensando cómo hemos tenido tanta suerte. Hace frío, aunque no excesivo, y al final, en meta, el día va a ser radiante. Asi que perfecto para correr.

Recogida de chips, cambio de ropa y a taparnos, en mi caso con un plástico de aquel lejano y efímero Millenium Marahon que todavía quedaba por casa. Rapidito me voy a la quedada con la gente del foro de ElAtleta.com. Allí formamos la grupeta de 1h 50' que teníamos pensada y que desgraciadamente se disgrega pronto, a medias por la barahunda de gente que te obliga a esquivar, parar, acelerar y volver a parar y que hace que nos despistemos, y en parte por el paso de los km. que no le sientan bien a todos. Al final me quedo a solas con Zerolito, member of Correpoco, con el que hago todo el recorrido, ya que anda en mis tiempos y aspiraciones de cara al MAPOMA.

La salida, como digo, caótica. Trece mil personas, muchas mal colocadas, son muchas personas, por ancha que sea la avenida, así que los primeros km. salen algo lentos. No obstante poco a poco vamos poniendo la marcheta, algo por encima de lo previsto, que nos permitirá enjugar esa pérdida. De hecho Zerolito me va cantando casi todos los km. y van saliendo sobre 5'.

Así van cayendo poco a poco, subiendo y bajando, subiendo y bajando. ¡Qué le vamos a hacer, es Madrid!.

Hemos corrido con cabeza y durante todo el recorrido hemos ido adelantando gente.

Poca historia más puedo añadir en esta ocasión. Como anécdota que Bassrunner, otro Correpoco, se hace una buena sesión de fraccionados cada vez que nos ve para hacernos unas fotillos, y que casi terminando la carrera, otro blogero, Fede, de Una al Mes, me reconoce y me saluda, aunque no puedo cambiar más que un par de palabras con él.

La entrada en meta, en el estadio de Vallehermoso, como dije antes, preciosa. Nos demoramos unos minutos en la hierba, pero no logramos ver más que a Lander, el sólido líder de ese engendro de la Liga de los Paquetes, ideado por el gran Malagueta. Los tres pudimos tomarnos después un merecido cafelito, y ha sido una pena no disponer de más tiempo para compartir con ellos.

En definitiva. Un buen día de atletismo. Un excelente test que me despeja muchas dudas y MMP en media maratón casi sin sufrir. ¿Qué más puedo pedir?

Ahora MAPOMA espera.