Foto gracias a Mayayo, convertido en eficaz cronista oficial del MAM.
He dudado mucho sobre como iniciar esta entrada. Hay varias imágenes de esas que perduran en el recuerdo y que me venían en tropel pugnando por el dudoso honor de ser la primera aquí vertida. Entre ellas, el calor del asfalto en mis pies desnudos; la desesperada mirada del muchacho rendido en los Tubos de Cabezas, roto física y mentalmente en un sitio complicado y con difícil escapatoria a quien poco más que agua y alimento pude ofrecer; el ánimo de los voluntarios ¡dios, cómo se agradecen!; el monumental cabreo, sin destinatario claro, al terminar; David y Eduardo (Commedia) por acercarse a hacer fotos a un puñado de sudorosos corredores sin más recompensa que nuestro fugaz agradecimiento…
Al final, sumido en tan absurdas dudas, empezaré por donde toda la vida se ha empezado: por el principio, y las imágenes irán cayendo a medida que vaya aporreando el teclado…
Llevo varias semanas con problemas. Como comentaba en mi entrada del pasado viernes he entrenado (en mi modesto nivel) creo que suficiente tanto en volumen e intensidad como en “calidad”, entendiendo esta como entrenamientos “in situ” que considero imprescindibles para acostumbrarse al terreno y hacer kilómetros en altura. A pesar de ello, llegado el caso, últimamente no soy capaz de “exprimirme” a tope. Las fuerzas están ahí y las siento, pero no puedo acceder a ellas. Mis músculos responden y se recuperan sin problemas de cualquier esfuerzo, pero no hay motor para aprovecharlos. Es una sensación frustrante que me hace sentir como el conejito de las pilas normales en el anuncio de Duracell y de la que no acabo de identificar el origen. Barajo el hecho de que en mi familia cercana ha habido últimamente enfermedades que han requerido antibióticos y algo me lleva rondando desde entonces, un posible sobre-entrenamiento o incluso, cosa que se me ha ocurrido hoy mismo, que justo por esas fechas dejé de tomar la medicación contra la alergia y aunque puedo llevar una vida normal, sin molestias, aún padezca alguna pequeña secuela…
Con estos antecedentes me presenté ayer en la salida del MAM en la esperanza de que mis males me dieran un respiro y al igual que en dos mil nueve la carrera me deparara unas sensaciones excelentes. No fue así. La salida del MAM comienza en una corta cuesta arriba de unos cien metros Y YA AHÍ noté que la cosa no iba a ir bien: pulsaciones altas, jadeos y unas piernacas como columnas dóricas esperando un combustible que no llega… Desesperantemente lento para lo que pensaba fui desgranando esos primeros kilómetros hasta el Puerto de Navacerrada, compartiendo alguno de ellos con Carlos y Paco, de los que pronto me descolgué. Ya en el puerto le confesé a Mayayo (gracias otra vez por las fotos y los ánimos) que no iba bien. Aún así hice lo posible por “posar”:
Última rampa hacia el Puerto de Navacerrada.
Avituallamiento en el Puerto de Navacerrada.
Primeras rampas de subida a Bola del Mundo.
La subida a Bola del Mundo sigue siendo igual de pestosa. Es de suponer que hace decenas de años estas laderas, ahora cubiertas de piedra rota y suelta, de restos de la construcción de las pistas de esquí y peladas de vegetación, fueran un vergel como el monte que le rodea. Una lástima el deterioro ambiental y paisajístico por culpa de un desarrollo mal entendido y sobre todo, mal ejecutado. Pero al tema, que desvarío…
Esta tarde he estado comparando los parciales de ayer con los de hace dos años y he comprobado que coroné Bola del Mundo aproximadamente en el mismo tiempo en que lo hice en dos mil nueve, cuando en circunstancias normales ya debería haber rebajado aquí un buen puñado de minutos. La bajada por la Loma del Noruego la hago sin problemas, de hecho la disfruto muchísimo: es lo suficientemente técnica como para ser divertida pero no tanto como para temerla. Bajando sí rebajo algo los tiempos de hace dos años.
En Cotos aparecen David, un forero amigo de ElAtleta.com y Eduardo (Commedia), al que no conocía. Un placer saludaros y hacerme unas fotillos con vosotros y muchas gracias por los ánimos.
Última rampa antes de Cotos. Foto de David.
Encaro la subida a la segunda torre del día: Peñalara y sus dos mil cuatrocientos treinta metros que la convierten en techo de la Comunidad de Madrid. Esta subida, aunque más larga y con más desnivel acumulado es mucho más amable que la de Bola del Mundo, la pendiente es menos acusada y en sus primeros kilómetros hacia el Collado Peña Citores discurre por un hermoso pinar. Esto la hace mucho más “negociable” que las subidas a los otros dos colosos del día: Bola del Mundo y Cabezas de Hierro. Pero a pesar de ello sigo sin ir bien. De hecho el cansancio va haciendo mella y soy dolorosamente consciente de que todavía queda la mayor parte de la carrera, lo que supone mucho, muchísimo sufrimiento…
En el tramo entre Dos Hermanas y el alto de Peñalara en que coincidimos los que subimos con los que bajan me cruzo con Angel, Carlos, Paco, Iván y Ana. Ignoro cual era mi rostro y qué les decía mi expresión a mis amigos, pero constantemente voy repitiendo como un autómata quejica: voy mal, voy mal…Corono Peñalara y me aprieto fuertemente los cordones de mis Trabuco. La vertiginosa bajada hacia Cotos se hace por las zetas, una pista muy transitada, con mucha pendiente y moderadamente técnica, muy rápida si tienes el valor de aprovecharla, y el roce de una zapatilla floja puede destrozarte los pies. Aún así al llegar abajo mi talón derecho quema y temo que la piel se haya despegado y provocado una enorme ampolla, cosa que por fortuna no ocurre.
En el segundo paso por Cotos vuelvo a ver a David y Eduardo. Y por desgracia a Nacho, que se ha retirado debido a problemas físicos. Bastante has hecho con ponerte en línea de salida, amigo. Prefiero no pensar en la posibilidad de quedarme allí con él, tomarnos unas cervezas en Venta Marcelino y bajar juntos a Cercedilla. Por contra, sin apenas descanso, y con negros nubarrones nublando mi mente, tiro para Cabezas de Hierro…
Con David, foto de Eduardo.
Con Eduardo, foto de David, cámara de Eduardo.
A pesar de las previsiones, tampoco esperaba el bajonazo tan pronto. Ni siquiera llegué al inicio de la subida. Ya en el tramo entre el Refugio del Pingarrón hasta el ataque a Cabezas de Hierro me hundo espectacularmente. Esa parte no es objetivamente dura. El terreno es rizado y tiende a subir, pero sin grades desniveles. Con buenas piernas se puede hacer casi íntegramente corriendo. Yo apenas puedo hacerlo en las cuestas abajo, cuando dejarse caer es más económico que andar. Me espera una tortura en los tubos…
“Paso de supervivencia” No tengo otro remedio que asumir ese paso corto, de bajo gasto, lento, terco, machacón… Y no pensar. Cada pocos metros paro y boqueo. Las pulsaciones ya no son tan altas a un ritmo tan ridículo. Tengo ganas de vomitar y en una de esas absurdas obsesiones que te bullen en la cabeza cuando no puedes pensar con claridad me preocupo de hasta qué punto hacerlo me agravaría la incipiente deshidratación que delata la costra de de sal reseca de mi rostro.
La subida se me convierte en un calvario. Por delante de mí tengo una fila de corredores/trepadores falsamente cercanos. Para entretenerme a veces fijo el momento en que uno de ellos pasa por determinado punto. Quizá a tan solo cincuenta metros de mí. Tardo una eternidad en llegar a ese punto. Un kilómetro, no más, que tienen los tubos, se transforma así en algo insoportablemente largo. Es allí donde veo a un corredor sentado un poco por encima de mí. De lejos tiene mal aspecto. Le veo levantarse, andar un par de pasos y volverse a sentar. Muy lentamente me acerco a él y realmente compruebo que tiene muy mala cara. Le pregunto si tiene algún problema (es evidente que sí) y me aseguro de que no está accidentado. Simplemente tiene un cuadro de agotamiento extremo, fruto, deduzco, de la deshidratación ya que no lleva nada de líquido encima. Le ofrezco agua y comida y me ofrezco a acompañarle hasta el siguiente avituallamiento, a unos trescientos metros cuesta arriba. Solo me acepta el agua y me comprometo con él a avisar al personal de la organización, como así hago. Luego supe que consiguió seguir adelante después de atendido del desfallecimiento.
La última parte de la cuesta torna en canchal de piedra, donde en alguna ocasión hay que recurrir a las manos para seguir adelante. Es mucho más estimulante que el desmenuzado y suelto tramo anterior, pero ni en eso encuentro consuelo. El único pensamiento que me resulta útil es saber que con independencia del ritmo que consiga llevar de ahí en adelante, en el alto de Cabezas de Hierro “termina” todo. Hasta Cercedilla simplemente puedes “dejarte ir” sabiendo que dentro o no de control, llegar, llegas a meta. Paro unos minutos en el alto de Cabezas de Hierro, fundamentalmente para recuperar la necesaria coordinación motora necesaria para hacer el inicio de la bajada, de largo la parte más técnica del MAM.
Solo me queda una estrategia: trotar suave, dejándome caer, cuesta abajo y andar lento cuesta arriba, pero incluso eso se me hace difícil, y en la subida hacia el Cerro de Valdemartín, corta y no excesivamente dura, tengo que parar un par de veces.
La bajada de Bola del Mundo la hago del tirón, maldiciendo el que las fuerzas no acompañen unas excelentes sensaciones a nivel muscular que me permiten olvidarme de molestias de cuádriceps, isquios y gemelos, por lo general muy castigados ya a estas alturas.
Y del Puerto de Navacerrada a Cercedilla prácticamente me rindo. El calor al entrar de nuevo en bosque cerrado y perder tanta altura en tan poco tiempo me golpea bruscamente y me hace sudar profusamente. Y de nuevo la misma puñetera sensación. Inmejorables sensaciones musculares, nada de fuerza para aprovecharlas. Las pulsaciones aquí ya han bajado hasta límites irrisorios, tan poca es mi capacidad de sacar nada más de mí mismo, pero todo pasa. El camino de El Calvario también, y al fin llego a meta. Prácticamente en el mismo tiempo que en dos mil nueve pero con mucho más sufrimiento que entonces.
Diez minutos después bajo andando a mi coche en busca de la bolsa para ducharme con un agua gélida que no obstante me revitaliza. Ando descalzo para liberar a mis pobres pies del agobio de las apretadas zapatillas, sintiendo en las plantas de mis pies el calor acumulado en el asfalto. No tengo apenas molestias. Nada que ver con las sensaciones de otras carreras en que he acabado roto muscularmente. Mi cabreo es importante: meses de entreno, un objetivo confesado de darlo todo, de jugármelo todo a esta carta y sufrir como un perro sin conseguirlo…
A falta de otro consuelo, me quedaré con la estadística. Buena marca o no (más bien no), segunda participación en el MAM, segundo “título” de superviviente. Ahora, a pensar en el siguiente objetivo… ¡Uch… pero si ya estoy inscrito!
Y para los pocos que aún no conozcan qué es el MAM (imperdonable después de lo pesado que me he puesto con él toda esta temporada) el gran Mayayo se curró el vídeo oficial de la carrera en el que servidor tiene el honor de salir alguna que otra vez:
Edito para incluir otro vídeo del gran Mayayo, centrado en el grupete de paquetes del foro de ElAtleta.com en el que se puede comprobar mi poca soltura delante de las cámaras, en parte por la tensión previa a la salida que hasta yo mismo me noto:
Otros enlaces:
Fotos cortesía de Venta Marcelino.
Fotos de David (forero de ElAtleta.com).
15 comentarios:
Felicidades por la finalizacion del MAM, el mero hecho de correrlo, finalizarlo y disfrutarlo, te tiene que llenar de satisfacción. Estuve en la salida y pude apreciar que estabais preparados para iniciar una gran aventura. Saludos.
enhorabuena por ese MAM2 Carlos! Que si, que tu vales mas nena. Pero completar una prueba como esta, contra viento y marea, te hace un poquito más grande que ayer. No pierdas la ilusión, porque el MAM te debe una.
Y quien sabe, quizá te la devuelva en 2012 pueda yo tambien ser testigo de ello dorsal al pecho, superviviente!
Carlos, me uno a Sergio en las felicitaciones. Hay que echarle bemoles para terminar en esas condiciones. Está claro que si el día hubiera sido favorable hubieras roto con todas las espectativas, porque te has metido caña.
A por el MAM de las olimpiadas, se ha dicho. Un abrazo!
En esas condiciones cuesta mucho más y tiene más mérito. Felicidades.
PD: Eduardo Commedia es un auténtico crack, un saludo para él si lee esto.
Te admiro,
Tienes una voluntad de hierro.
Enhorabuena y...
Un abrazo
luisfer-diabético, el ser humano es enormemente grande cuando realiza lo que le apasiona. A por ellos
luisferdiabetico, felicidades, el ser humano es enormemente grande cuando realiza lo que le apasiona. Ahora a por el resto del circuito. A por ellos. El corredor escoba
Felicidades,Carlos..
Primero por preparar y entrenar un evento de este nivel,segundo por tu capacidad de sufrimiento y lucha,sin bajar nunca los brazos,llegando hasta el final y tercero por como lo cuentas...!!gran entrada¡¡
Lo dicho,enhorabuena SUPERVIVIENTE...
Saludos,Loken-
Josua, bienvenido por aquí ymuchas gracias.
Mayayo, te lo acabo de decir en el foro con todo el cariño que te tengo que es mucho: eres un MAMón.
Dani, lo único que espero es que el año que viene seas de la partida, porque tú te lo mereces.
Gonzalo, gracias. Tienes razón, un par de minutos me bastaron para notar que Eduardo es un tipo que merece la pena.
Montse ¿es una manera de decir que soy un cabezota? Un beso grandote y gracias por estar siempre ahí.
Luisdies ¿no serás por casualidad el corredor con barba con el que compartí algún kilómetro en el camino del Calvario? Si es así, muchas gracias por tu compañía y mis disculpas por ser tan poco comunicativo en ese momento.
Loken, gracias por estar también siempre ahí, dando apoyo.
Después de leer tu crónica te aeguro que puedes estar totalmente satisfecho por la consecución de tu objetivo.... No es nada fácil y se requiere una gran fortaleza física y fuerza mental para conseguir ese propósito... Tú lo has hecho y además superando momentos críticos lo que refuerza mucho más la consecución del éxito... Felicidades..!!
Carles ¿tú me hablas de fortaleza mental estando metido en lo que estás?. Mucha suerte en tu proyecto y gracias por el comentario ;-)
Evidentemnente el comentario anterior era mío... Mi alter ego se me adelantó...
Carlos, tú si que eres un monstruo (por lo de crack que decía Gonzalo, no por feo, eh!). Estoy seguro de que los/las primeros/as no sufrieron tanto, puedes estar satisfecho, aunque como dice el Sabadell-Guardiola:
"Estar satisfecho. Síntoma de que hay que superarse"
...así que ya estás preparado para romper tus límites... como Carles...o no... gensanta en lo que se ha metido!!!
Si las cosas fueran fáciles, te puedo asegurar que no las valoraríamos. Leyendo tu magnífica crónica, a pesar del querer darle un tono pesimista, noto como en el fondo, sacas aspectos positivos, correr el 2º MAM, la experiencia en la carrera, la fuerza muscular tan importante en ultrafondo, y sobre todo, haber hecho "la machada" de ir mal desde el principio, pero como los bull dozer tirar para delante con todo.
Mi más sincera enhorabuena¡¡
El regustillo amargo que ahora tienes en los labios se irá disipando con el paso de los días y, verás lo afortunados que somos por hacer lo que hacemos....lo que nos gusta, y además que es inalcanzable para mucha gente.
De nuevo, ánimo y fuerza, eres un SUPERVIVIENTE
Publicar un comentario