jueves, 26 de abril de 2007

Carrera bajo la lluvia


Ayer fue el primer día de carrera después del maratón. En principio tenía la idea de ir al gimnasio y hacer cardio variado, unos abdominales y algo de aparatos, muy suave todo, a fin de ir recuperando tono muscular, pero a media tarde ha comenzado a llover con fuerza en Avila, lluvia que ha durado casi hasta la noche. En esas circunstancias estaba claro: no podía dejar de disfrutar la ocasión de trotar sin prisa bajo esa vivificante lluvia, y eso es lo que he hecho.

He rescatado mis zapatillas de Trail, unas Asics Trabuco, y contento como un niño, me he ido, literalmente, a chapotear entre charcos.

He salido de casa dispuesto a no pisar asfalto, así que me he encaminado por la ribera del río Chico, junto a mi casa, un camino de arcilla y gravilla apisonadas, en dirección a mi lugar preferido de entreno, El Soto, un bosquecillo de fresnos que bordea el río Adaja, en las cercanías de la ciudad.

A la naturaleza, agradecida, no sólo no le molesta la lluvia, sino que la recibe con alegría, mostrando toda su belleza.

Por el camino, y una vez olvidada la tiranía del crono, de los ritmos y recuperaciones, con tiempo para pensar, para disfrutar, con paso remolón, he demorado mi vista en cuantos detalles me han salido al paso, y muchas veces desapercibidos: el vuelo rasante de los vencejos sobre la superficie del agua en su busca de alimento. El acicalamiento de los ánades, cada vez más frecuentes en esta zona, de colores tan brillantes y metálicos que se dirían artificiales. La parsimonia y elegancia de las cigüeñas mientras buscan los materiales con que construir y ampliar sus nidos, siempre en parejas, siempre fieles. Ver como majestuosamente levantan el vuelo a tu presencia. El vibrante verde intenso de la hierba fresca, joven, salpicado del amarillo de las primeras flores de la primavera, tardía en Avila.

Mientras corría he extendido mis manos para acariciar los troncos de los fresnos, de gris roto por el verde del musgo. Rugosos y ásperos, pero cálidos al contacto de mi piel.

He visto un jilguero volar a mi paso de un arbusto a otro mientras emitía un gorjeo de reproche por mi interrupción. Una miríada de aves adivinada la mayoría por sus cánticos ha acompañado mi paso entre los árboles mientras mis pulmones se llenaban de aire puro, límpido y húmedo, embriagado de aromas delicados de hierba verde y tierra mojada.

Ayer las veredas y senderos estaban solitarios, vacíos. Las huellas de los que me precedieron en la mañana estaban borradas, ocultas por el barro y el agua, las mías propias tenían una vida efímera, dejando un tenue rastro rápidamente borrado.

Mis sensaciones han sido placenteras. Mi musculatura no está aún recuperada, y aún la noto cargada y sin tono, pero todo queda compensado de sobra por el trote plancentero que he disfrutado. Iba para media hora, pero al final ha sido de casi el doble.

A la vuelta he observado los charcos de agua cercanos a mi domicilio. Las gotas de lluvia dejaban al caer efímeras pompas, lo cual, según mi suegro, hombre de campo, significa que al día siguiente volverá a llover.

Pues entonces, me dije, mañana tampoco habrá gimnasio...

6 comentarios:

Peques Silvestre dijo...

Carlos es un lujo leerte, y menudo entorno tienes a tu alrededor. Solo con esas líneas haces que nos transportemos y corramos allí contigo.

Un abrazo, Nacho.

Merak dijo...

a mi ayer también me pilló la lluvia. por cierto, qué tal esas trabuco?

Alfonso dijo...

El circuito para tus entrenamientos parece sacado de un cuento de hadas... Es un lujo vivir tan cerca de la naturaleza, y esas carreras despreocupadas son las mejores.
Saludos

anita (la gurisa) dijo...

LA verdad que no te podés quejar, correr con lluvia y en medio de esos paisajes de alucine...

Que hermosura de salida!!

beso!

Carlos dijo...

Gracias Nacho. ;-) :-)

Merak, son mis primeras Trail, por lo que no tengo referencias previas. Evidentemente son algo más duras y con menos sensación de terreno que mis Asics GT2100 y tampoco amortiguan tanto, pero esto es lógico, y no es tanto como esperaba. Por contra me ha sorprendido gratamente su comodidad.

Las he probado con nieve, agua y barro, en condiciones donde correr con unas de entrenamiento sería casi imposible y el agarre ha sido estupendo. No las he probado en montaña pura y dura.

Alfonso, casi que lo mejor de correr un maratón es eso: dedicarle luego unas semanas a correr siguiendo la "brújula de tus sensaciones", frase de Anita que leí en su blog y que me gusta repetir de vez en cuando.

Anita, pues sí, disfruté muchísimo, y es lo que pretendo hacer durante unas semanas más.

Un abrazo. ;-) :-)

Merak dijo...

gracias carlos