Foto cortesía de Guille. Nos falta Carlos Darth, que estaba ocupado torciéndose el tobillo unos cientos de metros por debajo…
Mi breve e intensa relación con el Maratón Alpino Madrileño se remonta a un escaso año. Por estas mismas fechas de dos mil nueve tuve mi primer ensayo sobre parte de su recorrido, el mismo que transité el sábado pasado, y en el que me dí mi primer gran bofetón contra la montaña. Aunque el final de aquella aventura, la más dura a la que hasta entonces me había enfrentado, fue mejor que bien, pues pude terminar ese MAM, desde entonces tenía ganas de volver a hacer en una sola salida ese bucle infernal sin la presión de la carrera. Tenía ganas de volverme a enfrentar a esa pavorosa subida hacia Cabezas de Hierro Menor por Los Tubos de Cabezas simplemente porque sí, porque me debía una, cara a cara y sin dorsal, y porque no se la iba a perdonar.
La tontería esta que nos ha dado con el Gran Trail de Peñalara era la excusa perfecta para hacerlo, y a las cinco y media de la mañana, (se dice pronto, leches), aparcábamos los coches en el alto del Puerto de Navacerrada. Frontales encendidos y sin demora, aún con noche cerrada, a triscar hacia Bola del Mundo, subida pestosa donde las haya…
Último tramo de subida hacia Bola del Mundo. Foto de Guille.
Junto al mapa de latón en las cercanías de Bola del Mundo.
Clarea, aunque queda bastante para el amanecer, cuando iniciamos la bajada por la Loma del Noruego, en dirección a Cotos. Cada vez que paso por ella, (cierto que tan sólo van tres), me parece menos técnica y peligrosa. Ignoro si tal cosa es señal de que uno va aprendiendo a bajar o de que va perdiendo hasta el último rastro de cordura. En un lugar indeterminado, apenas asomado el sol por detrás de uno de nuestros destinos de hoy: Cabezas de Hierro, y sin que ninguno sepamos exactamente porqué, paramos a comer un bocado y echar unas risas. Y es que tengo la suerte de estar rodeado de un puñado de muy buena gente que además son mucho más graciosos que yo, (a pesar del careto de siesos recién levantados que tienen en la foto), en su disculpa, que realmente eran horas de estar en la cama…
A dos carrillos oiga, que hasta jamón había…
En Cotos paramos poco, lo justo para agruparnos y encarar la subida hacia Peñalara por el Collado Peña Citores. En él nos adelanta un grupete de máquinas que entrenan habitualmente por la zona. Alguno de ellos participa en el foro de ElAtleta.com, y es una delicia, no exenta de insana envidia, verlos trotar por donde tú a duras penas subes ayudado por los bastones… Apenas les saludamos, no hay tiempo para charlas, y es que realmente nuestro ritmo durante toda la mañana es lento incluso para mí: el año pasado, bien cierto que en mejor estado de forma, el recorrido nos llevó seis horas cuarenta, pero el sábado casi nos fuimos a las nueve horas… Un detallazo que dice mucho del grupo es que todo el mundo supo amoldarse al resto, habiendo como era el caso, gente con nivel muy dispar. Nadie se encontró nunca solo, hicimos numerosas paradas sin que nadie apremiara a seguir y los reagrupamientos se hicieron siempre “a la vista”.
En Peñalara el viento era fuerte y frío, aunque nada comparado con lo que pasamos aquí ahora hace un año, síntomas de congelación incluidos... En previsión del frío en la bajada por Dos Hermanas, dirección a Cotos, nos abrigamos con casi toda la ropa que cargábamos, ropa que nos tuvimos que quitar casi enseguida al perder altura… Y es que la montaña es así de voluble y caprichosa, y su rostro cambia en función de su estado de ánimo. Como una mujer: adorable y tierna, terrible y fría…
Foto de Guille. Encogidicos en la cima de Peñalara…
La bajada por Dos Hermanas me trae recuerdos de una de las más intensas experiencias de mi vida. Es un lugar al que tengo que volver con calma, quizá mejor solo, no para exorcizar fantasmas que realmente no existen, sino para no olvidar lo vivo que me sentí ese día precisamente por lo cerca que la muerte nos sobrevoló y para mantener fresco el recuerdo de la inesperada lección de supervivencia que aquel Brothers in Ice Day nos deparó…
Foto de Guille. La Cresta de Dos Hermanas a la izquierda.
Hoy es todo muy distinto: luce el sol, el manto blanco se ha tornado en el fresco verde de la rala vegetación y el duro gris de la roca, y no hay ventisca que nos cubra de hielo el rostro y el corazón.
Hemos coronado dos de las tres cumbres, de los tres gigantes del MAM, pero estamos lejos del final. Muy, muy lejos… Y es que nos quedan Los Tubos de Cabezas. La “pared vertical sin fin” en palabras de Andrés, el argentino locuaz como buen argentino. Pared santo y seña que da identidad y renombre a la prueba y que en mi opinión es por sí sola mucho, muchísimo más dura, física y psicológicamente, que el resto de la salida.
Aquella monstruosidad cual brecha en la montaña, hacia la derecha de la foto son los Tubos de Cabezas desde la cresta de Dos Hermanas…
Bajando por la rápida pero traicionera Loma de Dos Hermanas sufrimos el único percance del día: Carlos se tuerce un tobillo. Resultado, esguince leve, pero tiene que tomar un tren en Cotos para volver al Puerto de Navacerrada. Suerte con la recuperación amigo. Por mi parte, el aquiles derecho, que lleva tiempo dando guerra, se queja bastante. Es curioso, porque físicamente se carga más en las subidas, pero duele en las bajadas. Intuyo que no me va a permitir trotar mucho más este día.
Foto de Guille. En la bajada por la Loma de Dos Hermanas.
En Cotos paramos un rato largo. Tanto como que nos tomamos una cervecita con su correspondiente pincho sentados tranquilamente en la terraza de la Venta Marcelino…
El acercamiento a los Tubos de Cabezas es amable: después de unos quinientos metros por la carretera de Cotos a Valdesquí, giramos a la izquierda para entrar en un hermosísimo y cerrado bosque de Pino Silvestre o Pino Albar, con algunos ejemplares majestuosos. La senda serpentea entre ellos al arrullo de los pequeños riachuelos, (Cerradillas, Guarramillas…), que bajan de la montaña. Diríase que ésta nos muestra su mejor cara a modo de disculpa de lo que nos ofrecerá a continuación. Bruscamente la vegetación desaparece, el sol cae inclemente y a plomo y su brillo restalla en la piedra desnuda. La pendiente se acrecienta a cada paso, el pie pierde apoyo y frecuentemente el que encuentra es traicionero. Las manos se apoyan numerosas veces en un suelo pegado a tu nariz, los pasos son cortos, incontables, innumerables, lentos, forzosamente sosegados…, aún así el corazón late con fuerza intentando bombear una sangre empobrecida por la altura. Y subes, y subes, tanto como ¡setecientos metros en apenas un kilómetro! Los Tubos, son Los Tubos de Cabezas…
Javi Txamo, mi compañía de casi todo el día.
La pendiente, cada vez más dura… Y no, la subida no se acaba ahí…
Es difícil expresar con una foto la dureza de este tramo. La mejor que he visto nunca, y se queda corta, como podrán corroborar todos los que hayan subido por aquí, es esta que ya publiqué el año pasado, de Andreas, tomada por Mayayo:
Subir por ahí, salvo para montañeros experimentados ante los cuales me humillo, es todo un ejercicio de fe en las propias fuerzas, un “algo casi místico”, que te impulsa a seguir en contra de todo instinto natural y cuando tus sentidos creen que no existe un cierto final.
Pero existe. Todo tiene ese final, Los Tubos de Cabezas también, y es la cumbre de Cabezas de Hierro Menor, en cuyos alrededores aún queda algo de nieve y donde nos cruzamos con una excursión que se dirige a La Morcuera por Cuerda Larga.
Nevero a los pies de Cabezas de Hierro Menor. Atasco en la cumbre.
En la cima de Cabezas de Hierro. Bola del Mundo al fondo. El frío es una sensación, y por tanto algo subjetivo...
Los primeros cientos de metros de bajada desde Cabezas de Hierro en dirección al Cerro de Valdemartín, son pedregosos, técnicos y peligrosos, pero a partir de ahí la ruta es un paseo de lo más agradable. Cierto que se hace monótono a pesar de su sube y baja constante después de bregar con pendientes de vértigo sin solución de continuidad, y por andar al descubierto después de hacerlo con paso quedo bajo bosques de otros tiempos, pero la satisfacción de terminar con buenas sensaciones salvo el dolor en el tendón de aquiles, y la compañía de los amiguetes con los que he disfrutado muchísimo, compensan más que de sobra esos últimos y largos kilómetros.
Foto de Guille. Ya sólo queda bajar de Bola del Mundo…
En el Dos Castillas, frente a unas cervezas, (y sus patatitas bravas, y su salchichón, y sus callos picantitos, y su choricito frito…), todo son risas y chascarrillos, y es que cuando las cosas salen bien…
Y este sábado repetimos la salida. Ahora es a Carlos Darth al que Los Tubos de Cabezas le deben una y si se recupera a tiempo de su esguince será de la partida, y Javi tendrá que enfrentarse a ellos antes de hacerlo en el MAM, en el que debutará. Y seguro que alguno más se apuntará... Ya firmo por pasar una mañana como la del pasado sábado. La compañía se presta a ello, y las montañas seguirán ahí, igual de frías, igual de bellas y accesibles para quien quiera y sepa sufrir. La recompensa será proporcional a ese sufrimiento. Tubos, nos vemos de nuevo…
Mapa interactivo de la ruta en Wikiloc:
¡¡¡IMPORTANTE!!! Las descripciones de rutas de montaña que hago en este blog son tan sólo expresión de mis impresiones y sensaciones de ese día concreto, y por tanto totalmente subjetivas. No tienen porqué coincidir con las de cualquier otra persona, incluso realizándolas en las mismas condiciones. Tampoco son guías exhaustivas. A pesar de que procuro que todos los datos que ofrezco sean correctos, sería recomendable que antes de hacer alguna de ellas te informaras sobre las mismas en publicaciones especializadas. No obstante, si crees que te puedo servir de ayuda, o necesitas alguna aclaración, ponte en contacto conmigo. Por último, tienes que tener en cuenta que la montaña es un entorno potencialmente peligroso. Usa el sentido común y no afrontes recorridos para los que no estés absolutamente seguro de estar suficientemente preparado y equipado. Y ten siempre en cuenta las posibles complicaciones meteorológicas, muchas veces imprevisibles. |
10 comentarios:
Enhorabuena, Carlos. Menuda envidia veros tan sueltos por las cumbres. Espero que sigáis disfrutando igual...y quien sabe si, con el tiempo, os solicitaremos plaza para una de esas fantásticas aventuras.
Mucha suerte con todos los retos futuros y no dejes de narrarlos en el blog....estaremos pendientes.
Saludos. Mario
Tres horas más de disfrute, qué lujo de excursión!! Y ten cuidado con la ropa, no vayas a resfriarte :)
Qué alegría verte así de contento. Esa sonrisa dice mucho. jaja, y qué envidia de abrigos, con el calor que hace aquí ( hoy estuve en Murcia a 39 grados)
Un abrazo y otra vez
¡¡ME ALEGROOOOO!!
Una gozada de ruta, ya me gustaría hacerla, aunque el tramo final de los Tubos me impone mucho respeto.
Saludos,
Hola Carlos. Gracias por describir tan a la perfección lo que es esa ruta... Por momentos me recuerda a mi experiencia en los Andes, algo demasiado duro, que nos pone a prueba no sólo físicamente, sino también psicológicamente... Una gozada!
Un abrazo!
Ah, que recuerdos me has traído de aquella salida ventisquera, jaja. Me alegro que disfrutarais a tope, tapeo incluido. :-)
Tanto asi, que al no poder venir mi compi el Domingo por imprevisto familiar, me fuí solito tras vuestras huellas tal cual y completé el bucle "sabrosón"
Carlos,gran dia,con ruta dura(mejor dicho muy dura),buena compañia,perfectos aperitivos y sobretodo con sensaciones positivas;asi que disfrutalo que te lo mereces...
Por cierto,al bueno de Darth,los mejores deseos para su tobillo,que se recupere con prontitud.
Saludos,Loken
Mro. Jabalí, cuando queráis. Me da que tenemos una concepción de este mundo muy, pero que muy parecida.
Alfonso, aguantar el frío es una de las pocas cosas que hago mejor, mucho mejor que la mayoría de la gente, pero gracias.
Montse, te aseguro que mientras triscas, sudas y maldices al dios de las piedras, se olvidan por un momento los malos tragos del día a día.
Halfon, respeto, esa es la palabra clave en la montaña, una de las primeras que los pardillos aprendemos.
Sonia, Los Andes..., algún día, espero.
Mayayo, seguro que nos sacaste al menos tres horas... Y estoy haciendo la mochila para repetir mañana. Estamos locos...
Loken, bienvenido de nuevo. Tengo una foto tuya, por favor, hazme llegar tu correo a través del e-mail de mi perfil para enviártela.
Gracias a tod@s. ;-)
Como siempre genial en el relato; dura y gran jornada la vivida, y en la que a pesar del cansancio seuro que disfrutastes de lo lindo, esas vistas no tienen precio.
A seguir que el tres de julio esta ahí y eso ya son palabras mayores y para valientes.
Un saludo.
QUe lindo, Carlos! que bueno hacer esas cosas y mas con compañia!
me encanto!
un beso
PD. esta vez me viene bien a mi leerte, qe hace rato que estoy citadinamente parada!
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