Entre la lesión, y el cambio de chip que me está haciendo mirar cada vez más hacia la montaña en lugar de al asfalto, en estos últimos meses este rincón parece cada vez menos el blog de un corredor, (si es que alguna vez lo fue, jejeje...). El primero de los motivos me tiene a mal traer: hubo mejoría de la pubalgia en las primeras semanas de reposo, pero no acabo de recuperarme totalmente. No consigo enlazar varios días seguidos de gimnasio, con lo que el trabajo de fortalecimiento, fundamental para volver al tajo y que debiera ser constante, se resiente y no es eficaz, y cualquier esfuerzo se paga al día siguiente en forma de dolor. Sin embargo el segundo motivo de que aquí se hable cada vez menos de carreras me está dando muchas satisfacciones. El sábado volví a hacer una ruta montañera con mis hijos: la subida desde La Plataforma, (Hoyos del Espino), a la Laguna Grande de Gredos, y volví a pasar una mañana inolvidable.
Esta subida seguramente sea el recorrido más transitado de la Sierra de Gredos debido a su belleza, a que al pie de la laguna hay un refugio en que pasar la noche, pudiendo servir de "base" para encarar al día siguiente otras travesías, a que está en casi su totalidad pavimentado y perfectamente marcado, (es casi imposible perderse salvo nevada o niebla intensísima), pero sobre todo a que el excursionista puede dejar aparcado el coche en La Plataforma, en pleno corazón de la sierra y no necesita hacer una aproximación para empezar a transitar un terreno puramente alpino. Parece ser que la construcción de este acceso, clavado como un puñal hasta el mismo centro del Parque Regional de Gredos, se lo debemos al Generalísimo Franco, amante de la caza, pero a lo que se ve, poco dado a andar detrás de ella.
Corre una leyenda urbana que dice que se han visto abuelitas en chanclas de piscina, o señoras con zapato de tacón en la Laguna Grande. Ya os digo yo que eso no es cierto, porque el recorrido, sin ser excesivamente duro, físicamente es lo suficientemente exigente como para necesitar un mínimo de forma física, y la cantidad de pedrolos a sortear es tan grande que se subiría mejor descalzo que con tacones, pero sí es verdad que hay una multitud de caminantes que encaran la subida con el equipamiento muy justito tanto material como de "motor", lo que hace que, en el mejor de los casos, muchos se conformen con llegar a Prao Pozas, a la fuente de Los Cavadores o al alto de Los Barrerones.
Aquí os dejo el mapa de la zona en .pdf, gentileza del Instituto Geográfico Nacional. (He creado una Carpeta de Mapas "ad hoc" en mi Sky Drive con el fin de ir subiéndolos).
Nosotros comenzamos a triscar sobre las nueve, con una mañana espectacular, luminosa y fresca. Ideal para nuestro propósito. Sandra ya conocía la subida, pero para Carlos era la primera vez, y la ruta más dura que hasta ahora había hecho. Y superó la prueba con nota pues en ningún momento mostró signos de cansancio. Todo lo contrario, mantuvo un muy buen ritmo incluso con las innumerables paradas para "investigar" en fuentes, arroyos o simples grietas donde su inquisitiva mente pudiera sospechar que hubiera algún animal. No conseguimos ver ninguna Salamandra Almanzoris, endémica de estos parajes, y sub-especie de la Salamandra Común, y que mi hijo buscó intensamente una vez que nos hubiéramos documentado previamente de las especies pobladoras de la zona, pero sí encontramos una curiosa forma de escarabajo, lagartijas, algún buitre..., y cabras. La primera vez que yo subí a la laguna, hace más de treinta años, no era fácil verlas, al menos tan de cerca como ahora. La Capra Pyrenaica Victoriae siempre ha sido un animal esquivo y desconfiado, y sólo de lejos adivinabas su silueta, imponente en el caso de los machos adultos. Pero la intensa presión humana ha conseguido que se hayan habituado a nosotros hasta el punto de llegar a comer de tu propia mano. El sábado un par de ejemplares se acercaron a la orilla de la laguna donde habíamos parado a comer el bocata y pude fotografiarlos apenas a unos pasos de mis hijos, y vimos un buen número de ellos en un radio de unos cien metros, sin que les importara la riada de gente que en otra época las hubiera hecho huir. En total empleamos unas cuatro horas y media a paso tranquilo, con un par de pequeñas paradas a beber agua en las dos fuentes que hay en el camino, (aunque siempre es aconsejable llevar agua en este caso no es imprescindible pues están bien espaciadas a lo largo de la ruta), y una media hora en la laguna, aunque vuelvo a matizar que el día fue climatológicamente ideal.
Si os gustan los paisajes hay algunos puntos de la subida realmente espectaculares. Una lástima que servidor no sea mejor fotógrafo, (me gustaría ver el partido que sacaría Mari Luz de estos parajes). Destaco la vista del impresionante muro de piedras conocido por Paredes Negras, con el sol aún muy bajo confiriéndole esa dominante roja tan cálida y agradable de las primeras horas del día. O el primer atisbo de las cumbres que rodean el Circo de Gredos, de origen glaciar, con el Almanzor como máximo exponente, apareciendo amenazadoras detrás de una loma. O la impresionante vista casi vertical de la garganta por donde vierte la laguna, con su hilo de agua brillando en el fondo... Todo ello en un entorno en el que predomina, la pradera alpina y el piornal, pero sobre todo el granito, gris y agrietado, empujado y roto por las fuerzas tectónicas y el hielo, cubierto de liquen, resistente y austero, verde incluso en pleno verano, soportando entonces el crudo sol a dos mil metros de altura y la nieve que lo cubrirá durante meses llegado el invierno. Mi idea es volver más adelante a esta zona, en una época menos concurrida. La prudencia me impedirá hacerlo solo, pero me sobrecoge simplemente imaginar la sensación de recorrer este camino escuchando tan sólo el sonido de mis propios pasos rebotando en esas graníticas paredes.
No nos demoramos mucho en la laguna, y de hecho no llegamos al refugio Elola, justo en el otro extremo, ya que habíamos quedado con mi hermana en Talavera de la Reina y el tiempo apremiaba. ¿El objetivo?, aparte de pasar el fin de semana con ella, darle uso a la tarjeta y cargar el maletero del coche con el equipamiento que necesitaremos a partir de ahora: botas, chaquetas, pantalones, polares, impermeables... Servidor no se dejó llevar por el exceso consumista y apenas compró lo imprescindible sin darse ni un capricho: unas botas Forclaz 500, (49,90 €), una chaqueta Qechua Arpenaz 600, (49,90€), un pantalón Arpenaz 50, (13,95€), un sobrepantalón impermeable, calcetines térmicos y sombrero impermeable. Total, unos 150€. Junto con la ropa de atletismo de que dispongo, espero que sea suficiente.
¿La próxima salida?. Habrá que probar el material. Carlos está deseando estrenar sus botas y ayer el vecino de abajo sufrió lo suyo mientras él las "domaba" en casa. Quizá volvamos a El Tiemblo, y enlazaremos la Senda de San Gregorio con la de El Castañar, (unos trece kilómetros poco exigentes y muy divertidos), o si hace buen tiempo, volveremos a repetir la subida, esta vez con más calma, a fin de llegar al refugio de Elola.
Aquí os dejo una presentación con parte de las fotos que hice y que he subido a este álbum: