martes, 31 de mayo de 2011

Memorial Fernando García Herreros 2011. La carrera de los cuatro elementos.

bustarviejo

Foto previa, tomada del Facebook de Pako Izga (con su hijo Unai en brazos) Gracias amigo.

Segunda vez que me acerco a Bustarviejo a correr el Memorial Fernando García Herreros, uno de los grandes de las carreras de montaña fallecido en accidente laboral (era bombero) en dos mil seis y en cuya memoria el Club de Montaña Mondalindo organiza, por quinta vez ya, una preciosa carrera por esos senderos que Fernando tanto recorrió.

Según la cosmogonía de los antiguos griegos, cuatro eran los elementos que facilitaban la comprensión del universo: fuego, aire, agua, y tierra. De todos disfrutamos ayer en Bustarviejo

El día es luminoso y cálido. Se esperan tormentas para mediodía, pero a las ocho y cuarto, según bajo del coche aparcado a escasos veinte metros de la línea de Salida/Meta (ventajas del madrugón) ya siento calor. El cielo está limpio y brillante. Minutos antes me daba por pensar en que he cometido una de esas paquetadas a las que no encuentras explicación y es que las dudas sobre qué meter en la mochila al no tener claro qué indumentaria llevar durante la carrera, si para frío/agua o para calor/sudadadelasgordas, han conseguido que al final no vaya preparado para nada: no llevo ropa de abrigo (guantes, gorro, buff…), ni chubasquero, ni protección solar, gafas de sol, ni gorra... O sea, salga como salga el día me he equivocado, y tendré que correr, nunca mejor dicho “con lo puesto”, esto es, la camiseta de manga corta y la malla del Tierra Trágame. A rezar porque sea suficiente…

He quedado con unos cuantos amiguetes del foro de ElAtleta.com, habituales y queridos compañeros de correrías, con los que tomo el acostumbrado segundo desayuno. Angelitos de la guarda… Jorge me deja crema solar y Paloma me regala una gorra. Vale, la cosa no empieza mal...

La salida de la carrera es rapidísima. Existe, allá por el kilómetro uno, un embudo en el que sí o sí hay que pasar en fila de a uno. Al salir TODOS ciscados, TODOS perdemos allí el mismo tiempo que si TODOS saliéramos más lentos, peeero…

Perfil de la carrera, tomado de la web oficial de la misma.

En la subida a Cabeza Arcón el Fuego ya se hace notar. Sudamos copiosamente (los viejos lobos esteparios aún más) y decido intentar hidratarme bien desde el primer avituallamiento, en el que sin atisbo aún de sed ya tomo un par de vasos de agua y otro de isotónico. Por supuesto, aunque Jorge no me ha racionado la crema solar, me he dado en la cara pero no en el cuello, que hoy tengo rojo escarlata…

Esta subida no es excesivamente dura, especialmente porque te pilla aún con las fuerzas intactas, pero acaba en una pavorosa bajada por un cortafuegos infernal, con terreno muy suelto, piedras húmedas que resbalan como el hielo y que están ocultas a veces por una pequeña y traicionera capa de tierra o de aguja de pino. Como curiosidad, y para daros una idea de lo duro de la bajada, al igual que en dos mil nueve el pico de pulsaciones DE TODA LA CARRERA lo tengo ahí: ¡ciento ochenta y cinco! He ahí la prueba…

29-05-11 Gráfica de pulsaciones y perfil del recorrido según mi Polar.

Hasta aquí he ido con Nacho, pero en el inicio de la subida al Pico la Braña me voy por delante.

Mis sensaciones no son nada buenas. He pasado una muy mala semana, con mi padre, mi esposa y mi hija con antibióticos, y aunque no ha brotado, algo tengo dentro que me impide emplearme a fondo. Me faltan las fuerzas, y las pulsaciones, aunque estables, son altas. Me imagino como un coche que usa combustible de un octanaje inferior al aconsejado. Muscularmente no tengo ningún problema (nada que ver con la agonía de dos mil nueve en ese mismo estrecho y serpenteante sendero) pero hoy no voy. Y lo peor: me doy cuenta de que o mido bien o la conjunción de sofocante calor y pocas reservas pueden hacer que el pajarón sea monumental. En este tramo engancho con Pako Izga, autor de la foto del encabezado de esta entrada, con el que ya hasta el final iré compartiendo kilómetros con alguna que otra “goma” en función de las miserias de cada uno.

El Aire, bendito aire, comienza a soplar al coronar el Pico de la Braña a la par que el cielo, bruscamente, se encapota. En lontananza se escucha el estampido de un rayo, aún lejano, pero amenazador… El terreno es más favorable y troto siempre que puedo… Queda una última subida, dura pero corta, hacia el Pico del Mondalindo, por donde veo zigzaguear un reguero de corredores que componen una bella postal, recortados con sus ropas de brillantes colores sobre el verde del monte y el gris del cielo… del que empieza a caer Agua ¡Como agradezco entonces esa gorra gentileza de Paloma! Especialmente cuando los gruesos goterones se convierten en granizo que golpetea mi empapada testa.

Llegando al Pico del Mondalindo tengo una de las imágenes del día, quizá el recuerdo más perdurable en un futuro: paralelamente a la carrera “oficial” se celebra la 2ª Prueba Puntuable FEDC ONCE del Circuito Nacional de Carreras por Montaña para Ciegos. Su salida es una hora antes que la nuestra y el recorrido, salvo una pequeña variación al principio, prácticamente el mismo incluidos los pasos técnicamente más complicados, que hoy además están en peores condiciones debido al agua. La mecánica es la siguiente, en una pértiga de unos tres metros se sujetan con una mano tres personas: un guía y dos invidentes. Estos generalmente se acompañan de un bastón en la otra mano. Es IMPRESIONANTE ver como en tramos realmente complicados con las escasas pero precisas instrucciones del guía los invidentes hacen un verdadero derroche de propiocepción y son capaces de traccionar y no resbalar en lugares donde a otros nos cuesta mantener el equilibro. Esta primera pértiga está compuesta de un guía, un invidente y un joven discapacitado psíquico. Han hecho una pequeña parada y al pasar a su lado, evidentemente les animo. Con una sonrisa de oreja a oreja y un gesto de genuina felicidad el joven discapacitado me tiende una mano que estrecho afectuosamente. Es tan clara su mirada, tan sincera su expresión de apoyo y camaradería, tan agradecida y llena de orgullo por estar allí, que me emocionó…

Corono el Mondalindo y no está la cosa para demorarse mucho. Tengo miedo, lo reconozco, de que se desate la tormenta y me pille allí arriba. Si no has sentido el estampido de un trueno en el campo, a pocos metros de ti, no me entenderás… Para hacer más bucólica la bajada, y para rentabilizar la inscripción y no privarnos de nada, del valle sube un espeso banco de niebla que afortunadamente dejamos atrás en unos pocos cientos de metros, pero que de asentarse hubiera ocasionado más de una pérdida pues hubo momentos en que costaba encontrar las balizas que marcaban el circuito.

La bajada, como sospechábamos, está infernal. La Tierra está empapada, las rocas resbaladizas (raro fue el que no tuvo más de un resbalón) y hay mucha piedra suelta. Pierdo algunos minutos adelantando varias pértigas de invidentes, ya que el sendero es tan estrecho, la pendiente por la que discurre tan pronunciada (y ciertamente tengo tan poca prisa) que es casi imposible hacerlo.

En los últimos kilómetros, de forma brusca, vuelve a salir el sol, alzando vaharadas de sofocante humedad del suelo saturado de agua. Siento algo de dificultad para respirar, pero en nada estoy en el pueblo, donde me espera uno de los mejores avituallamientos en meta que conozco. Y si algo faltó (que no fue así), ya nos encargamos los amiguetes y yo de comprarlo en un bar…

Eso sí, como segunda paquetada del día, que me fui a cambiar al coche, como dije antes, a menos de veinte metros de meta justo cuando comenzaba el sorteo de regalos, y mientras intentaba entre las puertas abiertas que los vecinos no vieran el triste espectáculo de un servidor en paños menores, oí por megafonía mi dorsal… Por un momento valoré la posibilidad de salir corriendo descalzo y en calzoncillos. Total eran diez o doce segundos… Suerte que un ramalazo de dignidad lo evitó, pero nunca sabré qué hubiera trincado en ese sorteo…  

Enlaces:

Clasificaciones.

Fotos de la Federación de Montaña de Madrid.

Fotos oficiales.

Vídeo.

lunes, 23 de mayo de 2011

Test ¿definitivo?

paquetes cima peñalara 22may11 mini En la cima de Peñalara. Foto gentileza de Mayayo.

Durante la mañana el sol ha calentado el asfalto de la M-614, pero a mediodía dispersos chaparrones han salpicado la zona. Justo antes de pasar por los alrededores de Cercedilla el sol vuelve a brillar con fuerza. Típico día de tormenta. Del asfalto recalentado y húmedo se desprenden tenues volutas de vapor que ascienden perezosas en un aire en calma. Mi Hyundai las hiende y aparta. No las rompe, sino que dan la sensación de deslizarse por arriba y a los lados de la carrocería, dejando estéticos remolinos como testigos de mi paso. La sensación es fuertemente onírica –demasiado, Carlos- piensas. Como media hora más tarde te fijas en la parte superior del pie derecho de tus Asics Gel Trabuco, mugrienta, a la altura de tus ojos, mientras apoyas el talón en una papelera de la primera área de descanso de la AP-6 tras cruzar el túnel de Guadarrama, mientras los conductores que pasan a tu lado se preguntan que hace un tipo macilento y con barba de dos días estirando sus músculos. Apenas a cinco minutos de casa paro de nuevo. Más estiramientos, esta vez de cara a la AP-51, mucho menos transitada que la anterior.  Mi atención se focaliza en detalles, como si la percepción del mundo me llegara a través de un embudo cuyo final se fuera haciendo cada vez más fino, signo inequívoco de cansancio… Un cansancio que me hizo entrar en la cama poco pasadas las diez de la noche de vuelta de uno de los entrenos más duros de mi vida. Sí, en el bucle central de MAM. Sí, otra vez…

Siete de la mañana en el Puerto de Navacerrada, un puñado de futuros supervivientes del MAM dispuestos a hacer un test de cara a la carrera. El día ya se preveía duro pues no había tiempo para bromas: a estas alturas uno debe conocer su verdadera medida para afinar objetivos y pretensiones, y hoy toca sufrir. Por ahorrar peso ni siquiera llevo la carga completa de agua en mi mochila (hay varios puntos de repostaje por el camino), ni cámara de fotos ni GPS (salvo niebla extrema dudo mucho que me perdiera en ese recorrido después de tantas veces) Los galgos que me acompañan son además todos más rápidos que yo y sé que las voy a pasar de a duro para seguirles. Para colmo, nada más de empezar a subir a Bola del Mundo me doy cuenta de que no estoy del todo bien. Echo de menos mi pulsómetro (en reparación), pero siento el golpeteo de mis latidos en las sienes y las sensaciones no son todo lo buenas que desearía. Aún así coronamos a buen ritmo. Rápida y vertiginosa bajada por la Loma del Noruego hacia el Puerto de Cotos y sin solución de continuidad (apenas un minuto para beber) encaramos la subida a Peñalara por el Collado Peña Citores. La temperatura, fresca en un principio, sube bastante, y en cuanto se disipa el bosque de Pino Silvestre que nos acompaña al inicio de la subida el sudor comienza a gotear por mi frente. El calor y la humedad pueden hacer estragos en mí y convertir el día en una tortura. No obstante a medida que ganamos altura la temperatura se atempera y de hecho en Peñalara ésta es de lo más agradable. De nuevo, casi sin descanso, nos lanzamos a otra vertiginosa bajada en dirección al Puerto de Cotos. Tan vertiginosa que las plantas de los pies me arden por el roce con el calcetín a pesar de llevar las zapatillas bien ajustadas.

En el Puerto de Cotos por fin hacemos una parada “de verdad”, con pincho de tortilla incluido. A estas alturas ya estoy muy cansado. Casi toda la mañana he ido a cola de pelotón salvo ocasionalmente en alguna bajada en la que la lógica de la fuerza de la gravedad se impone y me permite codearme con (algunos de) los compañeros.

Llega el coco. La subida a Cabezas de Hierro Menor por los temidos y temibles Tubos de Cabezas. El ritmo sigue siendo alto, y en el acercamiento a los tubos trotamos siempre que el terreno lo permite, de hecho, más de lo que de ir solo yo hubiera trotado. Pero cuando el terreno se pone casi en vertical ¡ay amigo!, ahí no trota ni el tato y bastante tienes con ir poniendo machaconamente un pie delante del otro, uno delante del otro concentrándote en dónde lo haces para no resbalar… o para no meter la pierna hacia algún ignoto agujero que sabe Dios donde acaba… Aún así, después de infinitos bufidos, resoplidos y maldiciones, hacemos cumbre. De nuevo han caído las tres torres…  y lo que cae ahora es granizo… Durante el último tramo de la subida a Cabezas de Hierro el cielo se ha ido nublando, y con la brusquedad con la que estas cosas ocurren en la montaña, de repente se ha puesto a granizar. La humedad hace peligroso el primer tamo de descenso de Cabezas de Hierro, pedregoso y muy técnico, por lo que extremamos las precauciones, pero una vez bajado ese primer tramo el terreno es íntegramente corrible, al menos para el que tenga piernas y pulmones para ello, así que a partir de ahí ¡tonto el último!

Tengo las piernas de chicle. Pero no de un chicle normal, no. De chicle que ha batido el récord mundial de mascado. Penosamente bajo en las estribaciones del Cerro de Valdemartín, y ando, lo más deprisa que puedo, cuando el camino se empina. Hay un momento, a los pies de Bola del Mundo, en que incluso siento un leve mareo, fruto, seguramente, de un bajón de azúcar y que pasa pronto. De hecho en la pestosa bajada desde Bola del Mundo al Puerto de Navacerrada hay algún tramo que hago andando pues no me fío de mi coordinación, y a tan pocos metros de “meta” no es cuestión de darse un raspón. No ocurre. Y una vez reunidos de nuevo en el Puerto de Navacerrada es el momento de empezar con los análisis, bravuconadas, apuestas de tiempo final y los desafíos, más jocosos que reales. Cosas de estar sentado con buena gente delante de una jarra de cerveza para regar infinitas raciones de callos, morcilla, croquetas…

Ando puliendo el plan para el MAM. El que elaboré (y clavé casi al minuto) para salir airoso del empeño en dos mil nueve queda obsoleto. Toca publicar su Versión 2.0. Y en ello ando…

 

¡¡¡IMPORTANTE!!!

Las descripciones de rutas de montaña que hago en este blog son tan sólo expresión de mis impresiones y sensaciones de ese día concreto, y por tanto totalmente subjetivas. No tienen porqué coincidir con las de cualquier otra persona, incluso realizándolas en las mismas condiciones. Tampoco son guías exhaustivas. A pesar de que procuro que todos los datos que ofrezco sean correctos, sería recomendable que antes de hacer alguna de ellas te informaras sobre las mismas en publicaciones especializadas. No obstante, si crees que te puedo servir de ayuda, o necesitas alguna aclaración, ponte en contacto conmigo. Por último, tienes que tener en cuenta que la montaña es un entorno potencialmente peligroso. Usa el sentido común y no afrontes recorridos para los que no estés absolutamente seguro de estar suficientemente preparado y equipado. Y ten siempre en cuenta las posibles complicaciones meteorológicas, muchas veces imprevisibles.

sábado, 21 de mayo de 2011

¿Cross Tres Refugios?

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Angel y Dani en La Maliciosa. Pulsa en la imagen para descargarla en tamaño completo. La luminosa mañana permitió que con mi modesta compacta pudiera tomar cuatro fotos para componer con Photoshop esta panorámica en la que se ve el propio alto de La Maliciosa, la niebla amenazando Cercedilla, Siete Picos y el alto de Las Guarramillas.

A las ocho de la mañana Angel, Dani y yo salíamos del Puerto de Navacerrada con la intención de hacer el recorrido del Cross Tres Refugios, para cuyo fin llevaba un track descargado de wikiloc que nos disponíamos a seguir. Al menos Dani y yo, ya que Angel, con ineludibles obligaciones familiares, se daría la vuelta en el camino a Canto Cochino. Las interrogaciones del título son porque al final hubo alguna pequeña diferencia sobre el recorrido oficial, parte debidas a mí, más al equívoco track descargado… OLYMPUS DIGITAL CAMERA         A los pies de las antenas de Bola del Mundo.

Día, como comentaba antes, que comenzó luminoso, fresco y agradable. A buen ritmo (ya que Dani corre este domingo el cross y quería probar el tiempo de corte de Canto Cochino) subimos hacia Bola del Mundo y encaramos la bajada hacia el Collado del Piornal y la subida a La Maliciosa. Apenas unos minutos para tomar unas fotos y comer un bocado y nos tiramos por la técnica bajada hacia la agreste y divertidísima de trotar Sierra de Porrones. De ahí hasta Canto Cochino, a donde Dani tiene que llegar en un máximo de dos horas y media, el terreno se suaviza y se puede trotar casi íntegramente por senda en buen estado, rápida y casi toda a cubierto entre pinares. Angel se da la vuelta a unos tres kilómetros de Canto Cochino y Dani y yo seguimos perdiendo altura.

Al poco tenemos el primer contratiempo: el track sigue por una senda antes abierta, pero que está actualmente cortada. Probablemente alguien tuvo la estúpida idea de abrir una ruta nueva, lo que generalmente no hace sino provocar por un lado confusión y por otro que tarde o temprano haya que “aclarar” el camino y cerrar alguna de ellas. Afortunadamente la direccionalidad está clara y no nos despistamos. El segundo error sí nos complica algo más. El track nos lleva inequívocamente hacia un resalte rocoso por donde es evidente que el Cross no va a pasar, lo que me lleva a pensar que al menos en esa zona el track está trazado a mano sobre el mapa, y eso nos obliga a recular y dar alguna que otra vuelta en busca de enlazar con la senda que, intuimos, queda algo más al norte y que nos llevará hacia nuestro destino. Como veinte minutos de retraso acumulamos ahí…

Sin más complicaciones llegamos a Canto Cochino, donde hacemos parada y fonda, tomamos una cerveza y comemos algo.

La salida de Canto Cochino me resulta confusa, en esta ocasión soy yo el que no interpreta bien el mapa y perdemos como un cuarto de hora hasta que encontramos el camino, una senda preciosa en busca del Collado del Cabrón (merecido apodo, pardiez, pues subimos por una pared corta pero muy empinada) De ahí bajamos por una senda muy corrible y rápida, a través de unas zetas en dirección al cauce del Río Manzanares, inseparable compañero de ruta a partir de entonces, el cual remontaremos hasta su mismo nacimiento: el Ventisquero de la Condesa, a los pies del alto de las Guarramillas.

A partir de esa zona el recorrido sube incesantemente. El bosque poco a poco desaparece dejando paso al piornal. Las horas de marcha se empiezan a notar. El sol, en su cénit, calienta inmisericorde, y sudo muchísimo. Bajamos el ritmo, ya que no tenemos intención de competir ese día, solo de hacer horas de monte y el caminar sustituye al trote. El terreno además es pestoso: aún hoy tengo infinidad de arañazos en las pantorrillas por lo exiguo de la anchura del paso en muchas ocasiones. Para colmo, vuelvo a leer mal el mapa en el cruce del arroyo del Berzoso, que baja de Cabezas de Hierro Menor, y durante un buen rato tiro de Dani cuesta arriba, remontando dicho arroyo en lugar del Manzanares… Fuera de senda y en el sentido equivocado. Creo que el hecho de que era yo el que tenía el GPS (aún errando su uso) fue el único motivo por el que no me asesinó allí mismo…

Llevamos mucho retraso sobre el horario previsto. A Dani se le ha acabado el agua y la senda parece no terminar nunca, sinuosa y serpenteante entre piornales y prados embarrados que no permiten un ritmo alto. A falta aún de unos kilómetros comparto el poco agua que me queda con Dani, con la tranquilidad de que en caso de necesidad siempre podemos beber del río, cosa que al final debemos hacer puesto que no somos capaces de encontrar la Fuente de la Teja, a pocos metros ya de las antenas de Bola del Mundo y que el mapa me sitúa en medio de un piornal en el que me dejo la poca piel que aún tengo intacta. No obstante tuvo algo de místico saciar nuestra sed con un agua helada y pura, directamente del deshielo a menos de cincuenta metros del nevero en el que nace el Río Manzanares.

Un último empujón de riñones y coronamos Guarramillas. Ahí Dani decide no arriesgar en la técnica bajada hacia el Puerto de Navacerrada y el descenso lo hacemos por la pista asfaltada.

Bocata de lomo y jarra de cerveza con limón pusieron broche a otro estupendo día (casi literal) de montaña.

Track de la ruta en este enlace. El GPS se quedó sin pila bajando hacia el Puerto de Navacerrada y la tuve que completarlo en casa, de ahí que la duración y altura sean erróneas.

¡¡¡IMPORTANTE!!!

Las descripciones de rutas de montaña que hago en este blog son tan sólo expresión de mis impresiones y sensaciones de ese día concreto, y por tanto totalmente subjetivas. No tienen porqué coincidir con las de cualquier otra persona, incluso realizándolas en las mismas condiciones. Tampoco son guías exhaustivas. A pesar de que procuro que todos los datos que ofrezco sean correctos, sería recomendable que antes de hacer alguna de ellas te informaras sobre las mismas en publicaciones especializadas. No obstante, si crees que te puedo servir de ayuda, o necesitas alguna aclaración, ponte en contacto conmigo. Por último, tienes que tener en cuenta que la montaña es un entorno potencialmente peligroso. Usa el sentido común y no afrontes recorridos para los que no estés absolutamente seguro de estar suficientemente preparado y equipado. Y ten siempre en cuenta las posibles complicaciones meteorológicas, muchas veces imprevisibles.

martes, 10 de mayo de 2011

Bucle central del MAM. Otra vez.

- Que sí, Dani, que es normal…

Te refieres a la sensación de ahogo, de boqueo en busca de una traza de un aire que parece no querer entrar en tus pulmones, que parece no contener una brizna del ansiado oxígeno por el que tus doloridos músculos, tensos, duros por el esfuerzo, claman incesantemente. Dani está pasando exactamente por lo mismo que tú ahora hace dos años: su primer ascensión a los Tubos de Cabezas, la brutal subida por la cara norte de Cabezas de Hierro, y eso después de vencer a Bola del Mundo y Peñalara, es decir, las tres cumbres del Maratón Alpino Madrileño. La ruta de hoy es el bucle central del Maratón Alpino Madrileño, algo más de veintiocho kilómetros de montaña pura y dura, la mayor parte de ellos por encima de los dos mil metros, que están poniendo al límite su resistencia física y especialmente la mental. Por decirlo claro: Dani las está pasando putas, pero putas de verdad… Y le comprendo.

- Esto es así, Dani. La próxima vez, con la ventaja de saber de antemano a qué te vas a enfrentar, lo sobrellevarás mejor…

Poco consuelo, sabes, para el que en esos momentos considera seriamente si tenderse en el suelo y abandonarse a su suerte…

Pero es inevitable. En los niveles en que Dani y yo nos movemos para atreverse con el MAM es imprescindible conocer íntegramente su recorrido, a ser posible en distintas circunstancias, a fin de elaborar una cuidadosa estrategia que nos permita acabarlo con unas ciertas garantías. Por eso a las ocho de la mañana encarábamos la pestosa subida a Bola del Mundo, tristemente llena de cascote y restos de las obras de acondicionamiento de las pistas de esquí. Dani tiene la necesidad de hacer el recorrido de hoy, y yo tengo unas ganas tremendas de probarme en él después de unas semanas de sensaciones muy encontradas, salpicadas de problemillas físicos que no dejan adivinar cual es mi verdadero estado de forma. He iniciado la subida con buenas sensaciones, con las pulsaciones bajas y racaneando esfuerzos para las horas (largas) que vendrán después. Hace frío, lo cual agradezco, pero el día es luminoso y radiante, hermoso… Intento “picar” la ruta, salpicando paradas que nos permitan recuperar aliento y aprovechar para beber y comer de cuando en cuando. Le hablo  a Dani, intento explicarle lo que se va a encontrar en carrera, dónde estarán los avituallamientos, cómo debe, en mi opinión, encarar ese día… Espero haberle servido de ayuda o al menos no haberle provocado un dolor de cabeza…

Bajamos rápidamente por la Loma del Noruego. Quizá demasiado rápidamente, y en un par de momentos tengo que frenar a Dani, al que veo fuerte. La montaña está hermosa, llovida, verde y fresca… Cruzamos el pinar que da acceso al Puerto de Cotos y casi sin darnos cuenta hemos dado cuenta del primer coloso del día. Comemos, reponemos agua y seguimos. Entramos de nuevo en el espeso bosque, ahora camino del Collado Peña Citores, oliendo a resina, a liquen, a frescor y humedad… Aún queda algún pequeño nevero que atravesamos sin peligro y al poco coincidimos con los senderistas que suben por Dos Hermanas hacia Peñalara.

Llegando al Collado de Peña Citores. A la derecha el Puerto de Navacerrada. En el centro Bola del Mundo, y descendiendo, en una hermosa curva hacia la derecha, la  Loma del Noruego.

En el camino a Peñalara.

En Peñalara hace frío. Y viento. En Peñalara siempre hace mucho viento… Nos tenemos que resguardar para comer y descansar unos minutos. Ahora viene un tramo técnico de piedra y una rapidísima bajada, mucha de ella por pista en relativamente buen estado pero con mucha pendiente y piedra suelta lo que la hace peligrosa. No es conveniente hacerla excesivamente cansado, que esto no es más que un entrenamiento…

En el Puerto de Cotos paramos de nuevo, nos sentamos en la terraza de la Venta Marcelino y nos tomamos una buena cerveza con su pinchito de tortilla. Esta parada, aparentemente frívola, es más necesaria de lo que parece para paquetillos como nosotros. Van a ser muchas horas de esfuerzo, más de ocho al final, y hemos dominado dos de las cumbres del día, pero hay que descansar y comer algo más que una barrita energética porque queda lo peor… Y lo peor, que se cuente solo, que para eso me llevé la cámara:

Carlos ¿seguro que es por ahí?

Joder, joder, joder… ¿Dónde me ha metido este tío? Pesao con las fotitos esta…

¿Y si tiro p’abajo y le dan a este abulense?

Que sí… que me vuelvo…

Cagüentó…

Up, up…

Up, up, up, up…

¡Cabezas de Hierro al fin!

Pero todo se acaba, como no me canso de repetirle a Dani durante la subida. Con paciencia y determinación todo termina. Y los Tubos también, y lo que queda hasta el final es negociable, las pendientes no son tan brutales y el terreno no es excesivamente técnico. No hay prisa y no importa poner un ritmo flojo. De hecho trotamos solo cuesta abajo y no en todos los tramos. Dani tiene molestias y su salida más larga hasta ahora era la mitad de la de hoy. En Bola del Mundo, ya en la “civilización”, decide bajar por la pista de cemento mientras yo me tiro ladera abajo en busca del Restaurante Dos Castillas, donde nos apretamos unas cervecitas fresquitas y unas cuantas raciones que nos alivian cuerpo y alma.

¡Te has portado, chavalote, te has portado…!

En lo personal, ha sido un día estupendo. Ya de salida compruebo que mis sensaciones son muy buenas (todo lo buenas que pueden ser en mi situación) y siempre voy con un punto, a veces dos, de reserva. Las salidas montañeras por encima de las cuatro horas que hemos estado haciendo esas últimas semanas se notan, y mucho. Aún queda un mes largo para el MAM pero si nada se tuerce lo encaro con muchísima confianza.

Y este domingo muy probablemente hagamos el recorrido del Cross Tres Refugios. Otros treinta kilómetros de montaña, más o menos por la misma zona y con las mismas intenciones: acumular horas de monte y disfrutar del camino.

¡¡¡IMPORTANTE!!!

Las descripciones de rutas de montaña que hago en este blog son tan sólo expresión de mis impresiones y sensaciones de ese día concreto, y por tanto totalmente subjetivas. No tienen porqué coincidir con las de cualquier otra persona, incluso realizándolas en las mismas condiciones. Tampoco son guías exhaustivas. A pesar de que procuro que todos los datos que ofrezco sean correctos, sería recomendable que antes de hacer alguna de ellas te informaras sobre las mismas en publicaciones especializadas. No obstante, si crees que te puedo servir de ayuda, o necesitas alguna aclaración, ponte en contacto conmigo. Por último, tienes que tener en cuenta que la montaña es un entorno potencialmente peligroso. Usa el sentido común y no afrontes recorridos para los que no estés absolutamente seguro de estar suficientemente preparado y equipado. Y ten siempre en cuenta las posibles complicaciones meteorológicas, muchas veces imprevisibles.

miércoles, 4 de mayo de 2011

El grajo vuela. Bajo, pero vuela…

OLYMPUS DIGITAL CAMERA         Foto de mi amigo Dani, del blog Zapatillas con Velcro.

Este blog lleva mucho tiempo viviendo de unos hermosos ojos oscuros. Demasiado aún para tanto embrujo. Trabajo, familia, fotografía… Todo suma, pero paradójicamente es el hecho de que por fin enlazo bastantes semanas de entrenamientos constantes lo que tiene mucha de la culpa de que no escriba desde hace tanto tiempo. De hecho, desde mi retirada en el maratón de Sevilla, he corrido la V Media Maratón de Collado Villalba, también conocida popularmente como “La Tragamillas”, la IX Carrera Urbana Navas Center, un diez mil que es la primera carrera del IX Circuito de Carreras Populares Ecosport, el XI Medio Maratón de Madrid, el Maratón Popular de Madrid y la X Carrera Popular de El Resucitado, cinco kilómetros y tercera carrera del Circuito de Carreras Populares Ecosport. Todas ellas, independientemente de su distancia, con un denominador común: su único objetivo ha sido disfrutarlas. Punto. Sin sufrir y sin comprometer los entrenos siguientes. De hecho el Mapoma no requirió más que tres días de descanso para seguir con ellos. Eso no significa que esté en forma. Ni mucho menos. Año y medio de parón no se olvida con estos pocos meses en los que además también ha habido sinsabores en forma de lesión (tendinitis de rodilla y molestias de pubis, olvidada la primera y “controladas” las segundas). Pero al menos he conseguido una base, espero que suficiente, para poder encarar el objetivo del año: el MAM. De hecho ya he hecho alguna salida montañera, en una de las cuales Dani me hizo la foto que encabeza esta entrada.

Y es eso lo que queda de aquí al doce de junio: montaña, montaña y más montaña… Los entrenamientos diarios será por terreno quebrado y todos los fines de semana de aquí a entonces tengo comprometida alguna salida o carrera por monte: habrá dos o tres visitas al temible bucle central del MAM (este mismo sábado la primera), repetiré en mi primera carrera de montaña “de verdad”, el Memorial Fernando García Herreros, y correré la primera edición de la Media Maratón por la Naturaleza, en Hoyos del Espino. Aún así, a estas alturas, estoy objetivamente en peor forma que en dos mil nueve, cuando me atreví por primera vez con Las Tres Torres. A mi favor, precisamente que este año ya no es la primera vez. Ahora sé. Y no temo…