“Piedra de la aparición”, (a la derecha), fuente, y anfiteatro donde se celebra la misa al aire libre el día de la romería.
sábado, 31 de octubre de 2009
Santuario Nra. Sra. de Chilla-Vega de la Zarza.
jueves, 29 de octubre de 2009
La Mira desde La Plataforma.
Un comentario reciente de Mayayo en una anterior entrada de este blog me hizo pensar en la “responsabilidad” de que alguien tomara mis modestas aportaciones montañeras como guía y las siguiera al pie de la letra sin tener en cuenta el momento en que yo las he realizado, extrapolando estas experiencias a otras circunstancias, por lo que advierto que esta ruta está hecha en un día casi perfecto, sin ningún tipo de complicación climatológica salvo una amenaza de niebla que afortunadamente no se cumplió, ni problema físico, y que evidentemente no cometimos ninguna imprudencia. Antes de repetirla, si es que la lectura de esta entrada te anima a ello, tienes que tener en cuenta que es un recorrido de ALTA MONTAÑA, casi todo él rondando o por encima de los dos mil metros, para el que se necesita un mínimo de forma física y un mucho de sentido común para no hacerla mal equipado, sobrevalorando nuestras posibilidades o con clima adverso.
Una vez a salvo mi conciencia, relato: el pasado domingo subí con la familia a La Mira, una de las cumbres de la Sierra de Gredos, con 2.343 metros de altura, saliendo de la Plataforma de Gredos. Si buscáis por la red encontraréis variantes sobre el mismo recorrido. Yo detallo el que nosotros hicimos, que no difiere mucho del “estándar” y que no tiene mayores complicaciones que su duración SIEMPRE QUE HAGA BUEN TIEMPO. Nosotros tardamos ocho horas a paso tranquilo y con varias paradas a reponer fuerzas. Aquí tenéis el mapa de la zona.
Partimos de la Plataforma de Gredos a eso de las diez y media, algo tarde teniendo en cuenta que precisamente ese día cambiaron la hora y anochecía antes.
Inicio de la ruta: Plataforma de Gredos.
A poco de subir, una vez salvadas las primeras y duras rampas empedradas, llegamos a una bifurcación donde cogeremos el sendero de la izquierda y pasaremos junto a un pluviómetro metálico que podéis ver a la izquierda de la primera foto y de la caseta que alberga la maquinaria del remonte de la antigua pista de esquí.
El camino es la denominada Vereda del Puerto de Candeleda, que discurre paralela a la Garganta de Prado Puerto, por lo que no tenemos pérdida.
La ruta habitual sería girar casi inmediatamente a la izquierda, justo al lado de una caseta-refugio y seguir por el lomo de Prado Puerto en dirección a Los Campanarios por un sendero perfectamente marcado con hitos, pero nosotros seguimos adelante unos cientos de metros más por la garganta.
Caseta-refugio por donde sube el sendero habitual hacia Los Campanarios.
Después de unos minutos cruzamos la garganta y vemos un arroyo que desemboca en ella por la izquierda según subimos. Es el Arroyo de la Ciruelilla. En algunos mapas, (por ejemplo en el que os he enlazado antes), he visto una vereda paralela a este arroyo, y mi intención era subir por ella, pero “in situ” no encontramos más que alguna pequeña trocha que aparecía y desaparecía, aunque como veis en la foto tampoco tiene mayor problema remontar su cauce.
Imagen del Arroyo de la Ciruelilla.
Una vez desaparecido el arroyo no queda más que coronar el collado que tenemos enfrente, totalmente pelado por un incendio que acabó con los piornos que lo cubrían no hace mucho a juzgar por los troncos a medio quemar que así lo atestiguan.
Negro y gris de ceniza en lugar del verde oscuro del piorno. Triste, muy triste espectáculo.
Salimos al denominado Alto del Pajonal, donde simplemente tenemos que coger el cordal a nuestra izquierda, y donde ya adivinamos la cuerda que une La Mira con el Cabezo del Cervunal. A partir de este momento el sendero está perfectamente marcado, pisado y con hitos.
En el paraje denominado Los Campanarios tuvimos las primeras vistas espectaculares del día, no aptas para gente con vértigo... De hecho mis hijos no se atrevieron a encaramarse al saliente rocoso donde está mi esposa.
El cordal que seguimos está también pelado por el fuego en esta zona y no tiene ninguna dificultad. El domingo vimos muchísimas cabras.
Si giramos la vista atrás tenemos una espectacular vista de los Altos del Morezón y el Circo de Gredos.
Poco después el sendero se hace más ameno, al transitar entre piornos y roquedos, en dirección al Risco Pelucas. Esta es la parte más complicada del recorrido. El Collado de la Lanchosa se hace duro por el desnivel, y hay zonas a la umbría con bastante piedra en las que habría que tener mucha precaución en caso de hielo o nieve.
Iniciamos la parte más dura del recorrido, aunque el paisaje merece la pena.
Zona algo más técnica. Ojo si hay hielo o nieve.
Una vez salvada esa pedrera de la foto, tenemos unas espectaculares vistas de La Mira.
La Mira, en el centro de la imagen. Allá vamos…
Un pequeño respiro en esta zona y enseguida toca superar la Cuerda de la Lanchosa, dejando a nuestra derecha el Risco Pelucas, y donde hasta el más avezado montañero resoplará algo…
Otro pequeño respiro superada la cuerda y llegamos al Collado de la Lanchosa, más amable de subir que el cordal, y donde no pudimos por menos que refrescarnos en las frescas y transparentes aguas que de él manan.
Un respiro después de salvar el cordal de La Lanchosa.
Ejemplo de fauna exótica y poco adaptada al medio…
Al coronar el Collado veremos las ruinas del refugio de Los Pelaos, donde hay además un par de fuentes.
Una de las fuentes en primer término. La segunda en el centro y a la izquierda. Al fondo las ruinas del refugio.
Y a nuestra derecha, el objetivo principal del día: La Mira.
La Mira desde el Refugio de Los Pelaos.
No queda más que un pequeño esfuerzo para disfrutar de lo que DEBEN SER, unas de las vistas más hermosas de la sierra. Escribo DEBEN, con mayúsculas, porque la niebla que amenazó con subir desde el sur durante toda la mañana al final casi lo consigue…, privándonos del espectáculo. No obstante, subir mereció la pena…
Ruinas del lugar donde se emplazó un antiguo telégrafo óptico.
Atención esmerada: azafata de recepción a la entrada...
Unas cuantas fotos desde el alto de La Mira:
Vista hacia el oeste. El Circo de Gredos está allí, al fondo…
La niebla amenazando con subir a Los Pelaos.
Uno de los pocos momentos en que pudimos ver Los Galayos desde el alto de La Mira.
Espero que hayan disfrutado de la subida. Gracias por viajar con Viajes La Mira…
De nuevo en los alrededores del refugio hicimos una parada algo más larga para comer un buen bocata, llenar cantimploras y coger fuerzas para el descenso.
En un principio éste le hacemos por el mismo sitio por donde subimos previamente.
Hay momentos en que trago saliva y por mucho que haya estudiado el mapa dudo de mi habilidad para llevar a mi familia de vuelta si el viento cambia de dirección y esas nubes que de momento no consiguen sobrepasar el cordal se convierten en niebla…
En parte debido a la amenaza de niebla, en parte a la premura de tiempo, pues no nos sobraba mucho antes de que oscureciera, y en parte porque ya llevábamos varias horas de marcha, decidimos volver por el lugar habitual: el sendero que recorre el lomo de Los Campanarios en dirección noroeste, dejando el Circo de Gredos a nuestra izquierda, y que no aparece marcado en el mapa, aunque como dije antes sí es un sendero claro, señalizado con hitos.
Enlace del sendero paralelo al cordal, por donde subimos por la mañana, y el que tomamos al bajar.
En pocos minutos avistamos de nuevo la caseta-refugio, al pie de la Garganta de Prado Puerto y de nuevo a la vista del pluviómetro y la abandonada maquinaria de los antiguos remontes de la pista de esquí, en poco tiempo enlazamos con la senda que baja de la Laguna Grande.
Al fondo están la caseta de la maquinaria del antiguo remonte y el pluviómetro. Había poca luz ya…
Ultimo tramo: la familiar senda empedrada que sale de La Plataforma de Gredos.
Unas cuantas fotos más:
jueves, 22 de octubre de 2009
Castro de la Mesa de Miranda.
Aunque la visita de hoy al Castro de la Mesa de Miranda no puede considerarse una salida de montaña, pues mi esposa y yo apenas hemos salvado desniveles y en total no habremos andado más de tres o cuatro kilómetros con el fin de estar de vuelta temprano, sí se podrían añadir otros cinco o seis desde el pueblo de Chamartín, con lo que quedaría un recorrido apañado para pasar toda una mañana, apto para todos los públicos, muy bonito al discurrir prácticamente todo por un hermosísimo encinar, y con un componente cultural muy alto.
El Castro de la Mesa de Miranda se encuentra en el término municipal de Chamartín, a unos veinticinco kilómetros de Avila, por la AV-110, ¡ojo, no confundir con la N-110 cercana y casi paralela!. Aquí tenéis un enlace al plano de situación de Chamartín, con el acceso desde Avila, y aquí el plano de la zona.
En el antiguo edificio de las escuelas existe un aula de interpretación arqueológica abierta todos los fines de semana y laborables para grupos previa cita por si queremos obtener más información.
Desde el pueblo tenemos la opción de ir por el camino que sale justo al lado del cementerio, (ojo si ha llovido, pues es estrecho y resbaladizo y podemos tener un disgusto), o por el sendero que sale algo a la izquierda de este, más adecuado para senderismo pues cruza un precioso encinar. En cualquier caso tras poco más de dos kilómetros llegaremos a la puerta del Castro.
Justo por encima de la explanada de la entrada al Castro, a unos doscientos metros trepando por el cerro en dirección sur, podemos ver un pequeño mirador al que es aconsejable subir para hacernos una idea del enclave, estratégicamente situado justo entre los ríos Matapeces y Rihondo, cuyas gargantas le sirven de protección en las direcciones Norte, Este y Oeste.
El Castro estuvo habitado entre los Siglos V y II o I a.c. y se organiza en tres recintos, que se fueron añadiendo sucesivamente al primero, que es el situado más al Norte, y están separados por sendas murallas. Extramuros encontraremos una necrópolis conocida como Necrópolis de la Osera, (enlace de la web Territorio Vetton).
Aunque en la foto no se aprecia con detalle debido a la vegetación, a la derecha podemos ver la puerta de acceso al Castro. Algo más a la izquierda el denominado Cuerpo de Guardia, casi en el centro un impresionante torreón de doble parámetro y ya casi en la izquierda las murallas que dan acceso al primer recinto.
Una vez dentro, de frente y a nuestra izquierda, antes de entrar en el Castro propiamente dicho, veremos la necrópolis.
Durante los años treinta y cuarenta se excavaron en ella más de dos mil tumbas de incineración. Presuntamente estaba organizada por clanes, y cada uno de ellos tenía marcada su zona con una piedra hincada como la que se ve en la foto. Como curiosidad, en uno de los paneles informativos que nos encontraremos por el recorrido, parece ser que la disposición de esas piedras hincadas coincide con la de la constelación de Ganímedes en aquella época…
Si nos dirigimos hacia el Castro lo primero que nos encontramos es el denominado Cuerpo de Guardia, una estancia de la que se supone que pudo ser esa su función, situado como está, anejo a la puerta sur del Castro:
Los sillares de la muralla de este tercer recinto, (el de más reciente construcción), son, como podéis ver, ciclópeos:
Por detrás de esta construcción podremos ver unos túmulos funerarios.
Volvemos a la puerta y unas decenas de metros más adelante nos encontramos con un imponente torreón, perteneciente a la segunda muralla, la que separa el segundo recinto del primero, ahora casi derruido, pero en el que podemos observar perfectamente su construcción de doble parámetro, al igual que el de las murallas, y al que se puede acceder desde su parte norte y tener así una vista general de todo el Castro.
Más adelante encontramos la tercera muralla, también de imponente aspecto. Esta tiene dos puertas y un foso, prácticamente relleno de derrumbes de la propia muralla y sedimentos arrastrados por el agua y el viento, aunque aún se aprecia su forma, pero antes, habrá que cruzar un campo de piedras hincadas, que le sirvió de primera línea defensiva…
Flanqueando esta muralla, por cualquiera de sus puertas, entramos en el primer recinto, el más antiguo.
Aún se trabaja en el Castro, como muestra esta excavación, dentro ya del primer recinto.
Ignoro si el objetivo de ella es la reconstrucción de la vivienda o palacio que parece ser, pero en cualquier caso creo que eso sería deseable al igual que se ha hecho en otros castros como el de Ulaca o el de El Raso. En mi opinión estas reconstrucciones de viviendas le dan a los enclaves un toque más humano y cercano que el que ofrecen murallas y castillos, y ayudan a comprender y apreciar mejor cómo era la vida cotidiana en la época.
El primer recinto está ahora cubierto por un frondoso y joven encinar, pero aún se pueden ver por doquier restos de las antiguas viviendas, ya que es en este recinto donde se agrupó el grueso de la población.
En los alrededores del Castro existe una covacha con una presunta pintura rupestre de la que podéis obtener más información en esta página de la web Territorio Vetton, y que junto con otros indicios parece demostrar que la zona estuvo habitada desde mucho antes de la construcción del Castro.
Como ya he dicho, la visita al Castro de la Mesa de Miranda merece la pena no sólo por su componente cultural, sino también por el paisajístico. Combinada con la visita a algún otro de los castros de la provincia de Avila, como el Castro de Ulaca, el Castro de El Raso o el Castro de Las Cogotas, puede ser la excusa perfecta para un magnífico fin de semana…
Aquí os dejo el habitual álbum Picasa con alguna foto más: