miércoles, 17 de agosto de 2011

51 Travesía de las Cumbres Escurialenses. Borrico asado en su jugo.

Never, never, never… En mi puñetera vida había pasado más calor ni cometido tal idiotez como este pasado lunes a pesar de la sonrisa satisfecha que luzco en la foto, tomada en La Machota Alta o Pico del Fraile, mientras me apretaba una cervecita fresca. En mi mano izquierda una caja de Yemas de Santa Teresa, dulce típico de Avila, que son, permítaseme la expresión, teta de novicia.

La Travesía de las Cumbres Escurialenses es una marcha de montaña organizada por el Ayuntamiento de San Lorenzo de El Escorial que recorre las principales cumbres que rodean el pueblo y en la que ya participé en su edición de dos mil nueve. El recorrido sin ser excesivamente difícil sí suma un buen desnivel (tres mil metros en unos veinticinco kilómetros si sumamos el descenso hasta San Lorenzo de El Escorial desde el Monte Abantos, donde termina la travesía) y tiene algún paso pelín técnico que excede lo senderista para adentrarse en lo puramente montañero. Podéis descargar el plano de este enlace y el folleto promocional de este otro (Al terminar le presté el GPS a mi amigo Angel, en cuanto me lo devuelva subo el track)

La organización de la travesía es curiosa. Comenzando por la forma de apuntarse, literalmente a mano en un cuaderno a la entrada del Ayuntamiento… Ya en la salida se lee el nombre y el dorsal de cada equipo (de dos o tres montañeros) y se le da la salida consignando en una credencial la hora de la misma. A partir de ahí el equipo tiene un plazo mínimo para llegar al siguiente control, un total de cuatro más la llegada. Es decir, que si el equipo llega antes de ese plazo al control no le sellarán la credencial hasta que pase ese tiempo mínimo, y por tanto no podrá continuar al siguiente, y uno máximo, que de no cumplir, supondría la eliminación del equipo. Por supuesto los controles los debe pasar el equipo al completo. Esta mecánica tiene el efecto de que la salida se prorrogue desde las ocho de la mañana hasta más o menos las nueve (en función de lo rápido que el speaker “cante” los nombres y dorsales) y los participantes no se agolpen en exceso durante la ruta. Los tiempos están calculados para que gente acostumbrada a caminar por la montaña no tenga excesivos problemas pero tampoco se pueda dormir por el camino. Los que no tengan esa costumbre lo pasarán mal y en el pueblo se puede comprobar que “Las Cumbres”, como popularmente se le conoce, tiene una cierta aureola de dureza.

Dos imágenes de la salida, con el speaker cantando a voz en grito nombres y dorsales mientras los andarines esperan su turno.

Yo me ponía en la salida con la duda sobre cómo se comportaría mi maltrecha rodilla y la certeza de que el día iba a ser asfixiante. Poco después de las ocho y media, al iniciar la travesía, el sol restallaba ya en el severo y gris granito desnudo del Monasterio de El Escorial, y aunque los primeros pasos discurren bajo la agradable sombra de los robles y castaños, prácticamente toda la ruta se desarrollará bajo su inclemente fulgor.

En el tiempo previsto coronamos la primera de Las Machotas, en concreto la baja, donde saludo a Iván, Arganzboy, impenitente y sempiterno corredor, perejil de todas las salsas carreras, al que hasta entonces solo conocía de leídas… Un placer saludarte.

Ese de ahí arriba, el tímido que se pone a contraluz para que no se le reconozca, ese es Arganzboy

En el barullo que se forma en ese primer control el bueno de José se pelea con jueces-árbitros, otros montañeros y con sus compañeros de equipo, que le llevarán toda la mañana por la calle de la amargura: Pako Izga y servidor. Junto con nosotros, y con dorsales consecutivos para poder salir prácticamente juntos, están también otro puñado de amiguetes: el equipo de Los Angeles (Angel, Angela y Angel) y el de Los Corredores de la Fruta, con Jorge y dos amigas suyas, Isabel y Raquel, a las que Jorge debió tratar muy mal pues no terminaron la travesía, pasando entonces el abandonado a ser adoptado por nuestro grupo. Ya sabéis: él nunca lo haría... Pobrecico.

El segundo control está situado en la Machota alta, conocida también como Pico del Fraile. Este control es algo menos ajustado, por lo que si has apretado el paso puedes demorarte unos minutos en él. Y eso hicimos, aprovechando para tomar unos tomates de la huerta de José, una cervecita, algo de fruta, unas Yemas de Santa Teresa… Un avituallamiento en toda regla.

Llegada al precioso Pico del Fraile (Machota Alta)

Esos tomatitos, esa cerveza, esas yemas… pero sobre todo: esa buena gente con la que tuve el privilegio de compartir una estupenda mañana.

Bajamos hacia el Puerto de la Cruz Verde, por una cuesta que despierta mis instintos más animales de veterano ¿o era vetusto? corremontes: rápida, no muy técnica. Apropiada para haberme pegado una buena vacilada delante de los montañeros mientras los adelantaba cual centella, que para eso uno es superviviente del MAM… Macarradas aparte, mi rodilla comienza a quejarse en serio e incluso el ritmo lento que llevo me provoca dolor y una incipiente cojera. Me había fijado ese punto como posible retirada, ya que desde ahí hubiera podido bajar andando fácilmente hacia San Lorenzo andando por la carretera (o haciendo dedo con cara lastimera de montañero dolorido y quejicoso, cosa que se me da muy bien) pero uno es borrico y son menos veces de las deseables en las que la ¿razón? se impone al corazón. Así que cervecita fresquita mediante, y habiendo rellenado de agua el depósito de la mochila, que no solo de cerveza vive el montañero, encaramos la subida más dura del día: el Cerro de San Benito

Después de más de tres horas de caminata el calor ya es un problema y empieza a hacer estragos en algunos de los caminantes menos preparados o que no han tenido la precaución de hidratarse correctamente. Algunos rostros en este punto eran todo un poema y aún quedaba mucho camino por delante.

El alto del Cerro de San Benito, donde se sitúa el tercer control, me resulta espectacular. Una especie de circo, una pequeña explanada rodeada de roca de la que no me resultaría extraño leer que  ha sido morada de algún ermitaño en su huída del mundanal ruido. Me gustaría volver allí… solo.

El Cerro de San Benito en las gafas de Pako Izga.

Panorámica de la explanada del Cerro de San Benito.

A partir de este punto el recorrido se hace más fácil. Salvo la subida al Risco Alto no hay cuestas importantes aunque eso también se tiene en cuenta a la hora de fijar el tiempo límite de los controles y la distancia entre ellos es mayor, por lo que no te puedes dormir. Me pierdo otra bajada espectacular para haber podido correrla, pero a estas alturas mi rodilla ya me hace cojear ostensiblemente y temo el momento en que se enfríe.

Inicio de la bajada del Cerro de San Benito. A la izquierda, arriba y al fondo, el Monte Abantos, nuestro destino.

De nuevo cruzamos la carretera, esta vez en el Alto de la Paradilla, donde hay otra venta, La Ventolera, en la que volvemos a cargar agua… y otra cervecita bien fría. A partir de aquí dejamos el sendero, que ha sido dominante hasta ahora, y el recorrido se convierte en camino sin ninguna complicación. Nada más salir de la venta iniciamos la subida al Risco Alto, dura por el sofocante calor y el cansancio acumulado más que por su largo o desnivel, y allí sellamos el cuarto control. Hasta Abantos nos queda un margen de una hora que cubrimos sin mayores complicaciones, y una vez en la llegada la organización ofrece una comida, modesta, a base de pollo asado, ensaladilla, fruta y una bebida. Teniendo en cuenta que estás a más de mil quinientos metros de altura, que bastante hace la organización con subirla allí, que llevas seis horas de caminata y cualquier cosa te sabe a gloria ¡y que la inscripción es gratuita! creo que no se puede pedir más.

En las cercanías del Monte Abantos. Prácticamente todo el recorrido de un vistazo, con Las Machotas en el centro.

Ultimo control. Ahora, a comer…

A la sombra de los pinos echamos una buena cantidad de risas y chascarrillos, apurando el momento de bajar de nuevo al pueblo, cosa que hicimos por un serpenteante sendero entre el frondoso pinar. Casi sin darnos cuenta (salvo por el fuerte dolor de rodilla que llevaba) llegamos de nuevo al asfalto de San Lorenzo. Una sobremesa en una terraza, más risas, más chascarrilllos… Una delicia de día cuyo recuerdo no consigue ensombrecer el que me haya cargado un mes de recuperación y hoy esté cojeando aún atiborrado de analgésicos. Lo dicho: un borrico.

Una presentación con el resto de las fotos que hice, incluidas en este álbum Picasa:

Más fotos, de mi participación en dos mil nueve en este otro álbum.

 

¡¡¡IMPORTANTE!!!

Las descripciones de rutas de montaña que hago en este blog son tan sólo expresión de mis impresiones y sensaciones de ese día concreto, y por tanto totalmente subjetivas. No tienen porqué coincidir con las de cualquier otra persona, incluso realizándolas en las mismas condiciones. Tampoco son guías exhaustivas. A pesar de que procuro que todos los datos que ofrezco sean correctos, sería recomendable que antes de hacer alguna de ellas te informaras sobre las mismas en publicaciones especializadas. No obstante, si crees que te puedo servir de ayuda, o necesitas alguna aclaración, ponte en contacto conmigo. Por último, tienes que tener en cuenta que la montaña es un entorno potencialmente peligroso. Usa el sentido común y no afrontes recorridos para los que no estés absolutamente seguro de estar suficientemente preparado y equipado. Y ten siempre en cuenta las posibles complicaciones meteorológicas, muchas veces imprevisibles.

4 comentarios:

Jose CdC dijo...

Mira que coronamos cerros, riscos, ventas, bares, terrazas..., pero lo que no recuerdo es haber pasado por la calle esa, de la amargura.
Espero que te recuperes de la rodilla, para que cuando cumplas los 45 podamos seguir haciendo cumbres...

Ponte las zapas y a correr dijo...

Buen recorrido te hiciste y ¡con que calor!.
animo y a seguir así.
Un abrazo

Arganzboy dijo...

Aquí el impenitente y sempiterno corredor (juas), aprendiz desde hace poco de "machito" cabrio que no de cabrXX ;-). Los tomates del San Benito los vi, pero las yemas y las latas de cerveza ¿en que avituallamiento las repartieron? :D Que se mejore rápido esa rodilla. Saludos.

Carlos dijo...

Jose ¡ay esos 45! Vayamos como Rambo: día a día...

Chusta, un calorazo horrible. Animo con ese UTMB

Arganzboy, ese avituallamiento te lo perdiste por ir demasiado rápido...

Gracias a los tres. ;-)