En mi anterior entrada afirmaba haber corrido el pasado domingo una de las mejores, si no la mejor, carrera de España, y a fe que no exagero aún siendo juez y parte en mi condición de socio del Club Ecosport, porque si en anteriores ediciones la organización rozó la perfección, en esta han conseguido superarse. Incluso el día, luminoso e impropiamente cálido para la altura de año en que nos encontramos, quiso sumarse a una fiesta del atletismo popular de la que os desafío a que encontréis una, una sola crítica.
Antes de nada tengo que hacer un reconocimiento a los compañeros de club que han trabajado mucho y muy bien para que esto fuera así, dedicándoles a los corredores muchas horas, robadas demasiado frecuentemente a la propia familia o a su trabajo, para conseguir que el participante sienta eso que cada vez es menos frecuente en las carreras: que se le trata con cariño. En especial tengo que felicitar a la directiva, responsable última de todo el tinglado. Labor ímproba y poco reconocida la vuestra, chic@s.
Al tema. A las ocho de la mañana llego al Parque de El Soto a montar circuito: encintar, preparar el podio, delimitar las distintas zonas cerradas… Frío y hielo a esas horas, pero día abierto y despejado después. Radiante.
Según aparco sigo sin tener claro qué hacer. Incluso le comento a Chuchi, un compañero de club que se comprometió a ir de corredor escoba, que si quiere hago yo esa labor, pero él ya estaba mentalizado y me dijo que de todas formas iría cerrando carrera. Lo único que tengo decidido es hacer una buena tirada larga, así que después de cumplido el compromiso organizativo, tomar un par de cafés gentileza de Cafés Coty y charlar con amiguetes y corredores venidos de fuera caliento brevemente y a eso de las once y diez comienzo un suave trote. Comparto un trecho con José María González Muñoz, paisano, récord de España y campeón de Europa de 100 kilómetros, aunque su ritmo de calentamiento es más rápido que el mío de competición… Salgo del circuito y me adentro en las profundidades de El Soto, el recoleto bosquecillo de fresnos al sur de la ciudad. Troto muy suave, con la mayor levedad que puedo, sin agitar apenas mi respiración, y sigo pensando en qué hacer cuando suene el disparo de salida. Al final, en un ejercicio de absoluta indecisión me decido a seguir trotando y disfrutar de la mañana, aún fresca pero luminosa y vibrante. Ya habrá tiempo para pensar… Desconecto.
Al cabo de media hora de relax absoluto llego de nuevo a la entrada del parque. Allí hago un par de kilómetros con Enrique, un mocetón hijo de mi primo Jesús al que bromeo con darle una buena lijada en carrera a sabiendas ambos de que ni en mis mejores sueños puedo meterle mano al mozo a poco que este se esfuerce. Y para la salida, que el speaker dice no sé qué de cinco minutos…
Veo por allí a dos amiguetes de la Asociación Fotográfica de Avila, Raúl y Javi, cuyas fotos estoy deseando ver. Gracias por bajar compis.
Suena el disparo. La gente corre. Arranco. Simplemente corro. Los tres cuartos de hora largos de rodaje no pesan en absoluto. Las piernas van fáciles, todo lo fáciles que pueden ir a estas alturas, después de tantos meses de parón, de tensión acumulada que solo ahora va soltándose poco a poco. Me encuentro bien. Relajado. Tranquilo. Y llevo un dorsal. Hacía muchísimo tiempo que no llevaba uno, y el plan surge como por ensalmo: hoy toca disfrutar. Hoy no es día de épica, pero tampoco de zanganear, acomodaticio paquetón. Sufre, pero lo justo. Ve rápido la primera vuelta de las dos que componen el circuito y algo más la segunda, pero sin pasarte, que la carrera deje en ti el dulce sabor del esfuerzo bien medido pero no el salado de la sangre en la garganta. El circuito no tiene secretos para mí: es mi lugar más frecuente de entrenamientos. “Aprieta aquí, que hay buen piso…” “Esa zona es de hierba, no merece la pena forzar…” “Cuidado con el firme ahora: tiene agujeros…”
Se me acerca un corredor: ¿tú eres Carlos, el corredor paquete?. Es Javi, de Tierras de Itaca, al que no conocía, y que está en la foto conmigo. Compartimos un par de kilómetros de animada charla. Me da noticias de Miguel, su compañero de aventuras y nos ponemos al corriente de las alegrías y pesares que siempre acompañan a un atleta.
Mis sensaciones son fantásticas, y al inicio de la segunda vuelta decido apretar un poco. Dejo a Javi y empiezo a adelantar gente. Las pulsaciones suben, la respiración se agita, pero no descompongo el gesto. Entro en meta correspondiendo a los saludos de los conocidos, con una sonrisa. Como debe ser.
Y si he disfrutado de la carrera, no menos de las atenciones posteriores. Con deciros que no comí en casa…
En resumen: primer objetivo del lateral del blog cumplido. De nuevo me siento corredor. Encaro con optimismo el siguiente: la media maratón de Getafe, y a partir de ahí sacaré alguna conclusión de cara al maratón de Sevilla. O quizá no. Quizá, como el domingo, decida esperar a que suene el disparo y que sean mis pies y mi corazón los que decidan qué hacer. Tampoco me fue tan mal, después de todo.
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8 comentarios:
Me alegro un montón por tí Carlos, pues sé lo mucho que lo añorabas.
Te deseo lo mejor.
;)
besos
Ahí estamos... disfrutando, y más corriendo "en casa". Oye, y no está nada mal el ritmito, eh.
Ya he visto que la fecha para el maratón de Sevilla es en un mes (escaso), así que muchos ánimos. A estas alturas del año y primera maratón... ¡que figura!
Elegistes la mejor opción: Disfrutar.
Espero que lo vuelvas a hacer en Getafe, donde espero verte.
Un abrazo.
Carlos ... que bien escribes.
Gracias por la carrera.
Tambien la organizaste tú.
Seguis siendo un club fantástico.
Gracias Montse, de corazón.
Dani, ya veremos, ya veremos...
Saturnino, llega un momento en la vida en que te das cuenta de que disfrutar es lo importante.
Angel, muchas gracias por tu opinión y fidelidad a nuestras carreras.
vamos Carlitos mucho ánimo, da gusto verte de nuevo con un dorsal en el pecho. Nos vemos pronto.
Un placer compartir contigo ese par de kilometros y esos comentarios. Di los recuerdos a Miguel, que tambien esta deseoso de correr contigo. Espero que nos volvamos a encontrar muy pronto, con o sin un dorsal en el pecho.
Un saludo
¡Qué duda cabe que has recuperado algo que te hacía mucha falta! Lo de correr sin novedad es lo que tiene, que uno lo echa de menos.
Saludos, paisano.
SPJ
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