jueves, 4 de marzo de 2010

To be free.

Hay un lugar donde puedo olvidar tensiones y preocupaciones. Donde poco a poco, metro a metro, voy ganando mi propia autoestima, pagándola en sudor. Donde mi alma se alimenta de múltiples retazos de belleza agreste, hermosa y fría en su impávida indiferencia. Un lugar que se erige en el mejor espejo en que me puedo mirar, pues dará siempre una imagen fiel de mi temple y mi valía. Un lugar que no me perdonará una falta de respeto pero que devolverá por duplicado el que le muestre. Un lugar que me ha atrapado en los últimos meses y en el que he disfrutado de maravillosos paisajes, de poder compartirlos con mis hijos, con mis amigos. En el que he sufrido como nunca creí poder hacerlo, pero en  el que también me he sentido grande como nunca imaginé. En el que he sentido el miedo de mirar al monstruo a los ojos, y la furiosa y salvaje alegría de no haber bajado los míos. Es La Montaña, con mayúsculas. Algunos de los mejores, (y peores), momentos de mi vida los he vivido allí, en este último año, desde que dejé que Zerolito me convenciera para correr el MAM. Cuando no pude correr por la lesión me decidí a andar. Solo, o con mis hijos, o con los amigos…, pero intuyo que no la abandonaré mientras pueda, porque como ya he escrito en múltiples ocasiones La Montaña me hace sentir VIVO.

Mike Oldfield editó su primer disco en mil novecientos setenta y tres, cuando servidor contaba ya diez añitos. Podría decir que a pesar de parecerme siempre algo fría, crecí y aprecié la música de Oldfield, sus distintas ediciones del Tubular Bells, Crises, Five Milles Out… Esos discos y canciones forman parte del acerbo que conforma mi adolescencia y juventud. No obstante hacía algún tiempo que lo tenía en el cajón de los recuerdos. Prácticamente desde que editó el Tubular Bells 2003, con su memorable concierto de presentación bajo la lluvia de Londres y que aún guardo en un CD, comprimido a Divx.

Ayer, casualmente oí el To Be Free, de su disco Tres Lunas, y el chispazo brotó como por arte de magia. La Montaña, la sensación de VIDA que esta me proporciona…, la libertad de tomar tus propias decisiones, la verdadera libertad, que consiste en ser plenamente consciente de la responsabilidad que estas decisiones conllevan, para bien, o para mal. To Be Free, su letra, su mensaje… Y decidí unir tan maravillosa canción, (en mi opinión una de las mejores de Oldfield), con mis recuerdos, con mis visiones de esa libertad, de esa vida que La Montaña me ha hecho sentir. Ahí va:

 

Y aquí tenéis el vídeo original de la canción:

 

To be free
To be wild
And to be
Just like a child
And if I get lost
I really don't mind
Cos I'm me
Doing just fine

Así me siento, así vivo La Montaña.

8 comentarios:

Rafa dijo...

Hola amigo, como siempre tus entradas.................
Chapeau, me gusta cantidad leerte, no cambies porfa.
Un abrazo

Amig@mi@ dijo...

Mañana vuelvo. Hoy no puedo escuchar... Mi Pepe está sentado a mi lado viendo una peli.
;)
Preciosa y entrañable confesión.
Poco a poco te vas abriendo...
Un abrazo

Saturnino dijo...

La montaña siempre da más satisfacciones que decepciones, solo por contemplar su belleza ya merece la pena ir a su encuentro.
Estoy de acuerdo con Rafa, la entrada genial como todas.
Un abrazo.

Amig@mi@ dijo...

Hoy sí, ya lo vi entero y como me pasa siempre con tus cosas, vuelvo un poco a mi infancia o adolescencia, que la jueventud la estoy pasando ahora.
Gracias Carlos.
Me haces mirar atrás y me arrancas una sonrisa, porque mis recuerdos son bellos, y recordando soy feliz.
Entre más o menos el min 2,40 y el 3 hay dos fotos de caminos...
Porfaaaaaaa....
Hacía mucho que no pedía.
:)
Quiero pintar caminos ;)
Necesito pintarlos.
Ya sabes que en mí estas cosas salen así, son impulsos
-------
palabra de verificación "ovular"
jaja

Carlos dijo...

RAFA, SATURNINO, gracias a vosotros.

MONTSE, ahorita mismo te las mando, guapa...

mayayo dijo...

Un gran video, Carlos.

Y unas cuentas salidas de monte las que llevas ya a la espalda, y variadas :-)

Como tu, tambien me siento vivo en la montaña, aunque como dices el precio de esa libertad trae consigo riesgos.
Y es que por mucho que nos equipemos, preparemos y demas, el riesgo cero en el monte no existe. Quizá eso es tambien parte de lo que lo hace especial.

Lander dijo...

Preciosa entrada y buen montaje fotográfico maestro. Me alegro que te sientas así de vivo.
Un abrazo.

Santi Palillo dijo...

Sigue disfrutando la montaña Carlos y también de Oldfield.