Palau de les Arts Reina Sofía.
El viernes pasado fui a Valencia con mi familia. El plan original, pergeñado hace tiempo y para el que teníamos reservado hotel y hecha inscripción, era correr su maratón, pero el lamentable estado de forma que arrastro y que apenas me deja trotar treinta o cuarenta minutos a ritmos de risa dos o tres días a la semana hacía de la empresa algo totalmente irreal. No obstante, el haber quedado allí con los amiguetes y poder aún disponer de un par de días para nosotros era reclamo suficiente para mantener el viaje.
Al llegar con antelación, (ellos viajaron el sábado), tuvimos un día para hacer turismo por la ciudad. Yendo con mi hijo eso significa zoos, acuariums y similares, así que la primera visita fue al Bioparc, un parque zoológico de nueva generación en la que la inmersión en los distintos hábitats está muy conseguida. Precioso.
Exhibición de vuelo de rapaces.
Recinto de los primates.
La tarde-noche se fue en paseos por la ciudad, especialmente por los alrededores de la Ciudad de las Artes y las Ciencias y su espectacular y casi orgánica arquitectura. Tenía con ella una cuenta pendiente: en mi anterior visita el trípode, y las fotos nocturnas que tomé fueron decepcionantes. Esta vez, sin poder tomarme el tiempo que hubiera querido, pues iba con la familia, al menos conseguí alguna instantánea de la que me siento satisfecho.
El Hemisfèric en primer plano. Detrás, el Palau de les Arts Reina Sofía.
El Umbracle.
La mañana siguiente, como no podía ser menos, fuimos al Oceanográfico, donde Lander y Carlos ya nos “prestaron” a sus familias en lo que ellos iban a recoger el dorsal y visitar la feria del corredor, y donde también pude saludar a Guille con sus preciosas mellizas.
Edificio de entrada del Oceanográfico.
El sábado noche, una vez recogidos dorsales por los corredores, y con sus bolsillos llenos de nervios, cenamos en un italiano, gestión de reserva hecha por el Mago Pepo, a la sazón, responsable de la animación del maratón, al que no conocía y que junto con su esposa Mar se desvivieron porque el fin de semana fuera ideal. Un placer conoceros a ambos.
El domingo me había comprometido con los amigos en acompañarlos a la salida a darles el último ánimo, hacerles unas fotillos y gritarles durante el recorrido.
Los corredores y verdaderos protagonistas: Guille, Lander, Juan y Carlos.
La cámara busca a los guapos…
En el kilómetro once, con las fuerzas intactas.
Mis queridos paquetillos, ¡qué culitos tienen!.
Ese Guille… Oé…
Kilómetro treinta y dos. Carlos ya retirado y Lander sufriendo…
La suerte en la maratona, (término acuñado por Juan, pues para él la carrera es femenina pero imponente), les deparó suerte dispar: Guille voló literalmente y destrozó su marca en veinte minutos, pero Carlos se retiró con problemas en el treinta y uno. Lander, que esperaba hacer entre cuatro horas y cuatro horas cinco, sufrió muchísimo en los últimos kilómetros. Aún así, acompañado por Juan, el único que hizo el maratón, perdón, la maratona, “sobrado”, rebajó su marca en cuatro minutos y la dejó en cuatro horas ocho minutos. Al acabar juraba no hacer más, pero esta mañana he hablado con él y le he notado sangre en el ojo. Habrá que dejarle lamer las heridas, pero apuesto a que su próximo baile con la maratona no se demorará mucho, y esta vez no le pisará el pié…
Tengo que reconocer que no lo pasé bien y sentí muchísima envidia al ver tantos corredores. Mi última carrera fue el MAM, hace ya casi ocho meses, y aunque no soy especialmente competitivo, mirar los rostros de los atletas, sentir con ellos las sensaciones por las que tantas veces yo mismo he pasado, vibrar con sus ojos brillantes de determinación… Algo se revolvía dentro de mí, y siento que no será precisamente pronto cuando le de salida.
Lo mejor del fin de semana vino después. El Mago Pepo nos había reservado mesa en un magnífico restaurante con vistas al puerto de Valencia. Deliciosos entrantes, arroces varios, actuación en directo del dueño del local y de una potente voz que le permitió lucirse con el My Way y el I’ve Got You Under my Skin de Frank Sinatra, (servidor hizo sus pinitos con el más castizo Pablo Abraira), y show de magia del propio Pepo que nos hizo quedar en más de una ocasión con la boca abierta de asombro.
Al final la sobremesa se alargó entre risas y chascarrillos, (y algún que otro gin tonic), casi hasta anochecido. Después de las despedidas aún sobró algo de tiempo para dar un paseo por la playa, casi desierta a esas horas y escuchar el rumor del mar, y de una voz susurrante que al oído me decía: maratóooonnn, maratóoonnn… Empiezo a echar de menos un dorsal. Miedo me da.
9 comentarios:
Carlos,
Ante todo me alegro de leerte de nuevo.
Qué sabor agridulce deja tu entrada, y que apropiada la mía de la barca varada en la orilla...
No sé, como digo en algún comentario al poema, la esperanza es lo último que se pierde, pero en el entretanto y SI NO ESTÁS BIEN NO DEBES FORZARTE, hay miles de cosas que puedes hacer y que nunca suplirán tu verdadera vocación ( que significa "llamada" )pero que al menos acallará algo los gritos
(MARATONA = no/// maratona= si)
Se te nota triste, es lógico, pero agárrate a lo que surja, como ese viaje FAMILIAR ( Ya mismo será difícil) y esas maravillosas fotos ¡¡MARAVILLOSAS!!, repito con mayúsculas, y, sonríe.
Un besote y de veras me encantó esta crónica de hoy.
Triste no Montse. Cabreado. La tristeza la dejo para cuando hay motivos realmente importantes... No te preocupes, no fuerzo nada, (salvo las mandíbulas, jajaja...). Gracias por tu opinión sobre las fotos.
Un beso. ;-)
Carlos como siempre tus entradas cojonudas y muy bien presentadas.
Yo hace dos años fui con la familia a Valencia en Fallas la semana previa a semana Santa. fue estupendo, disfrutamos de las fallas, vimos el Oceanográfico, y nos dio tiempo a visitar la Albufera y todo.
Vaya pedazo de fotos!! Está claro que el trípode ayuda, pero las fotos no se hacen solas, me encantan, enhorabuena!!
La verdad es que si uno no está preparado es mucho mejor no meterse donde le llaman, de correr carreras sin preparar está el mundo del corredor lesionado lleno, así que me parece muy inteligente tu postura, ya vedrán tiempos con más tiempo para entrenar :)
Aunque yo en tu lugar me buscaría una carrerita cortita y resultona para quitarme el mono, ¿ocho meses sin colgarme el dorsal? Uff, jejeje
¿Entonces con el trípode salen así de buenas las fotos, no hay que hacer nada más?, me han parecido unas fotos fenomenales, estupendas.
Sobre el fin de semana he leído de todo desde el punto de vista del corredor, esperaba la visión de un corredor en paro, tan buena como las fotos. Algo parecido sentí yo en aquél Mapoma en que nos encontramos pasada la plaza Castilla, al menos iba en bici y algo de ejercicio hice.
Saludos y hasta pronto.
ea, resiste ese síndrome de abstinencia. ya no falta mucho para volver a inyectarse las sensaciones...y en el gtp tendrás una dosis caballar.
y por cierto, muy bueno el album de fotos.
gasias por estar ahí maestro. Seguro que tenemos oportunidad de sacarnos la espinita.
Preciosas las fotos.
Un abrazo
Jo, no sé porqué hay trocitos de tu post que se me cortan (del texto) y no puedo leerte entero...Volveré otro ratito. Aún así...sí he podido leer tu penita por no correr la maratona y lo mucho que has disfrutado haciendo esas fotos tan preciosas.
Qué pena que no pasaras por mi km30!!!...pensé mucho en ti y por donde andarías...Ya me contó Lander por la tarde que te habías quedado unos días por la ciudad.
Me alegro de que la disfrutaras así.
Mil besitos rebonico.
A la próxima vuelves, que ya te animaré yo todo lo que haga falta!!
Cierto es que desde el otro lado la cosa no se lleva nada bien, pero cuando la cosa se tuerce hay que tener paciencia, y seguir sacando fotos que también lo haces fenomenal.
Corrí esa carrera hace cuatro años y me gusto mucho, algún año de estos volveré.
Un saludo.
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