martes, 26 de mayo de 2009

El Señor de los Maratones Alpinos. La Comunidad del Maratón Alpino.

Breve historia de las andanzas y desventuras de un par paquetillos en su asalto al MAM.

“Un Maratón Alpino para gobernarlos a todos. Un Maratón Alpino para encontrarlos, Un Maratón Alpino para atraerlos a todos y atarlos en las Tinieblas” J.R.R. Tolkien, El Señor de los Anillos.

"Largo es el camino a Mordor-Lindo" Zerolo Bolsón, Príncipe de La Paquetería, a Barrigón Vel-Ayos, su humilde siervo.

Los paquetillos tienen una vida apacible, apenas perturbada por los sucesos que rodean el idílico paraje donde habitan: La Paquetería. Allí han morado desde hace años, dedicados a sus propios menesteres, sin importarles mucho los asuntos del mundo exterior. Los paquetillos son amantes de las cosas sencillas: la tortilla de patata, la cervecita fresca después de una carrera, la empanada de Lola y los barullitos varios. Y así transcurría su apacible existencia, ajena a los importantes cambios a su alrededor. Pero el Señor Oscuro, usando desconocidas y traidoras artes, envenenó la mente de tan bonachones seres, eligiendo entre ellos a dos, uno especialmente tan débil de carácter como ávido devorador de chuletones, haciéndoles creer que podrían estar elegidos para la gloria de ser Supervivientes de su más diabólica creación: El Maratón Alpino Madrileño.

Como a pesar de disponer de escasas fuerzas comparados con los aguerridos Príncipes Elfos del Pueblo de las Cumbres, (entre los que se cuentan Ser Giomay-Ayo, y Pedr O Wildrunn-er), los paquetillos tienen una gran presencia de ánimo, el veneno del Señor Oscuro germinó en sus sencillas mentes, haciéndoles creer capaces de domeñar a su más cruel engendro: El Maratón Alpino Madrileño.

Con un asomo de cordura, a todas luces insuficiente, los paquetillos tuvieron que hacer un par de salidas fuera de sus cómodos circuitos campestres para enfrentarse a las duras condiciones que se iban a encontrar. Esta es la historia de una de ellas, contada en primera persona por Barrigón Vel-Ayos, que se decidió a dejar testimonio escrito de sus aventuras, por lo que pudiera pasar. He aquí su crónica:

Capítulo I. La Comunidad del Maratón Alpino.

Bustarviejo es un pueblo casi escondido en la sierra, rodeado de pinares, robledales y granito. Lleva tiempo llegar a él, pero lo hago temprano y sin problemas. Allí se celebró el pasado domingo el III Memorial Fernando García Herreros, al que acudo a modo de test de cara al MAM.

Mientras espero a recoger el dorsal aparece Mayayo nuestro "padrino" en esto de las carreras de montaña, al que siempre es un placer saludar, acompañado de Andreas, su cuñado y corredor reserva del equipo Ultraoxígeno, entre cuyos objetivos se encuentra el próximo Maraton des Sables. Wild Runner, otro ultraoxigenado, nos viene a saludar en bici, ya que uno de sus tobillos tuvo a bien doblarse más de lo aconsejable hace unos días y le ha recomendado no forzarlo hoy. También conozco a Juan Carlos, un paisano dedicado en exclusiva al tema montañil y del que he tomado sin pedirlo el perfil de la carrera. Un placer conocerte. Angel aparece por sorpresa, acompañado de Angela y sus niñas. La carrera les pilla cerca de su casa en La Pinilla y ha decidido correrla. Algo después aparece Zerolito, mi sufrido compañero al que desde ayer quiero todavía un poco más.

Mayayo me hace una completa descripción del recorrido, ya que lo han entrenado unos días antes, y mientras yo sigo su dedo señalando cumbres, y él me habla de collados, cortafuegos y pedregales, yo creo hacerme una idea de lo que nos espera. Infeliz de mí.

Unas fotos en la zona de salida y cada cual a prepararse para el pistoletazo. Zerolito y yo tomamos un café nos despojamos de ropa pues el día es incluso algo caluroso y decidimos que se nos nota de lejos que somos unos pardillos en esto de las carreras de montaña. Los auténticos trepariscos tienen la mirada fiera, ropa con menos colorines que los asfalteros y un bluff o pañuelo en la cabeza. Y piernorras como columnas dóricas. Además casi todos son más jóvenes, mucho más jóvenes que nosotros… A su lado nosotros somos eso: unos viejunos pardillos. Eso sí, se respira un ambiente sutilmente distinto del que hay en otro tipo de carreras e intuyo más camaradería, quizá porque aún son pocos y se conocen todos o porque en este tipo de carreras el enemigo no es el otro corredor, sino el desnivel pavoroso de las subidas y el propio miedo a las no menos pavorosas bajadas.

Los primeros minutos ya me dejan entrever que Angel y Zerolito son una inmejorable compañía para todo, menos para correr con ellos. Su nivel, especialmente el de Angel, es superior al mío, pero un poco por propio pundonor, y un mucho porque son buena gente y se amoldan a mi paso, los primeros kilómetros los hacemos juntos. La primera subida, hacia Cabeza Arcón, preciosa, por un denso pinar y por un terreno húmedo por las recientes lluvias deja paso a una zona cómoda de correr pero que desemboca en una bajada muy técnica donde Angel tiene un par de resbalones sin consecuencias y que acaba en un vertiginoso descenso por un cortafuegos. Tan es así, que la cinta del pulsómetro se me desliza hacia abajo por el traqueteo aunque sigue con su función. En un vistazo entre dos apoyos llego a ver mis pulsaciones: iii185!!!, en ese momento las máximas de lo que llevamos de carrera. Llegamos abajo sin más novedad, y tenemos un breve respiro, pero esto no ha hecho más que comenzar. Hasta entonces, y aunque soy consciente de que he ido un punto por encima de lo aconsejable, las sensaciones han sido buenas. Insisto a mis compañeros para que sigan a su ritmo, pero como me ocurre en casa, ninguno me hace caso... No obstante Angel al final se despega, trotando tranquilamente por donde Zerolito y yo nos vemos obligados a andar. El camino se vuelve a empinar, poco a poco al principio, brutalmente más adelante, y Zerolito suelta una frase que me llenó la cabeza desde entonces, y hasta el final de la carrera, de referencias Tolkinianas: "largo es el camino a Mordor". Mordor... Mordor-Lindo... Zerolito habla con algunos corredores con los que compartimos algún trecho, pero a mí las imágenes se me acumulan en la cabeza, fruto quizá ya del cansancio acumulado: dos pequeños paquetes-hobbits desafiando al Señor Oscuro de las montañas...Sí, mi amo, la carga es pesada, amo... Llegamos a una zona en la que no se puede seguir de frente y el apenas insinuado sendero zigzaguea de izquierda a derecha. Aún así hay pasos en los que salvamos más de medio metro de desnivel y las manos en las rodillas ayudan poco. Es la subida a Cabeza de la Braña, ¿o quizá es la subida a El Sagrario?, quizá allí, arriba del todo, habiten los espíritus de los muertos que traicionaron a Isildur, Rey de Arnor y a los que Aragorn, como su legítimo heredero invocó en la batalla por Minas Tirith... "El Sendero Está Cerrado", reza en las puertas de su morada, ¿nos permitirán el paso a nosotros?.. Lo hacen, no sin un tributo en forma de sudor y dolor, pero pasamos.

El terreno que sigue es más agreste. El bosque se convierte en pradera, blanda y sin dificultades técnicas, pero la subida constante se torna en un sube y baja constante que merma las ya escasas fuerzas, exigiendo un gran conocimiento de sí mismo para saber dosificarlas. Voy muy cansado. La subida a Cabeza de la Braña me ha dejado las piernas como de chicle y las pulsaciones están disparadas. Le he insistido a Zerolito varias veces para que siga a su ritmo, pero sigue a mi lado, iqué buena escolta llevo!. Después de coronar un nuevo alto del que desconozco el nombre, aparece la cumbre del Mondalindo... Lejos, terriblemente lejos... y arriba, muy arriba... Un rosario de corredores nos marca el camino, completamente despejado. El sendero trepa, y trepa, y nunca acaba, cada vez más empinado y cuajado de piedras. Los últimos centenares de metros no puedo seguir el paso de Zerolito y me quedo algo atrás. Decido no mirar arriba y concentrarme en los pocos apoyos que tengo un par de metros por delante de mí. Mi coronar es penoso, y cuando lo hago me tomo un par de minutos para recuperar resuello. Vemos la placa conmemorativa en homenaje de Fernando García Herreros, en cuya memoria se corre esta carrera. Las vistas son espectaculares, y Zerolito me explica qué es lo que veo desde allí. Recuerdo el perfil y se que de ahí a meta hay unos kilómetros de descenso, peligroso en algunos tramos según la descripción de Mayayo, y no estoy seguro de que mis piernas respondan con seguridad. Me planto ante Zerolito y casi le empujo cuesta abajo ya que su estado es mejor que el mío y a él le viene bien practicar la técnica de los descensos rápidos, que por otra parte parece traer incorporada de serie, pues pronto se me pierde de vista. Yo bajo andando los doscientos primeros metros, y me animo a correr, aunque sin demasiadas "alegrías", cuando veo que mi corazón sorprendentemente, tiene aún algo de capacidad de recuperación.

No obstante de ahí al final decido no sufrir lo más mínimo y disfrutar, e incluso pierdo unos minutos yendo detrás de un par de corredores más lentos que yo, pero a los que es imposible adelantar pues el descenso es ahora un estrechísimo sendero, excavado en algunos tramos por el agua de lluvia, y del que no puedes salir.

En determinado momento, a unos cien metros por delante, vemos un corredor que cae de bruces. Tiene suerte y no le pasa nada, pero de haber caído algo más a su izquierda podría haber rodado unos metros barranco abajo. Un dragón comienza a volar en círculos a nuestro alrededor, como buscando intrusos a las puertas de Mordor. Aparece y desaparece, rojo, con siete estrellas blancas en su lomo y un ruido infernal al batir sus alas. Pero nuestra vista nos engaña y no es un dragón, sino Thorondor, una de las Grandes Aguilas, al rescate de un corredor que desciende penosamente ayudado por un compañero que lo lleva casi en brazos, y al que tuvo que albergar en sus entrañas levantando estruendosamente el vuelo en busca de mejor asistencia de la que nosotros podíamos prestarle.

Estamos casi a la entrada del pueblo. El camino ha perdido pendiente y es cómodo. Troto relajado y sin prisa al saber que la carrera ya es mía, veo las primeras casas y mis pies casi agradecen pisar de nuevo el duro cemento. En meta cantan mi nombre, cosa que siempre hace ilusión. Allí esperan Mayayo, Zerolito, Andreas, Angel y Angela. Mi cara debe ser todo un poema y el bueno de Zerolito me acerca agua y un bocadillo que engullo ávidamente. Cambiamos impresiones y anécdotas, poco a poco la gente se despide y nos quedamos Zerolito y yo. Nos sentamos en una terraza, comentamos la carrera, opinamos sobre nuestras posibilidades de cara al MAM, extraemos nuestras primeras conclusiones… Pero eso ya lo contaré. Por hoy ya es suficiente.

Enlaces:

Resultados, (gracias a Mayayo). Fotos de Juan Carlos Sanz. Fotos de Pietri, y track de la carrera, de Gpalacios, publicadas en este hilo del foro de ElAtleta.com.

lunes, 18 de mayo de 2009

Media Maratón Ciudad de Avila

media_maraton_avila 17-05-09 236

Ayer se celebró en Avila la XVIII Edición de la Media Maratón Ciudad de Avila, que desgraciadamente no suelo correr. A veces por ser tan solo tres semanas después del Mapoma, y en los dos últimos años tan sólo una después de las 24 horas de Torrejón.

Este año además tenía la excusa de la visita de unos cuantos amigos del foro de ElAtleta.com, (de los cuales sólo Malagueta corría, al resto los atraje con la promesa de un buen chuletón), y el hacerles de guía-anfitrión mientras Paco se peleaba con las cuestas abulenses fue una buena excusa.

También tuve la visita de Saturnino y Angel, (dueños de las camisetas naranjas de la foto, y a los que el anciano les robó todo el protagonismo, regalándome a mí una buena instantánea), a los que fue un placer conocer y con los que al final compartimos mesa y mantel.

Y ya que no corría, al menos le dí salida a mi otra afición, (no, lo de zamparme un chuletón vino luego, y eso además no es una afición, es una necesidad fisiológica básica...). Me refiero a la fotografía.

Así que en este álbum Picasa os dejo casi trescientas fotos por si queréis perder un rato.

martes, 12 de mayo de 2009

Cerrando capítulo.

DPP_0220 Las experiencias, las vivencias, se aquilatan con el tiempo. Se perfilan y guardan con detalles, con imágenes fugaces: el recuerdo de una sonrisa o una palabra amable recibida en el momento adecuado, la imagen de un sereno paisaje, una canción, un olor... Son estos pequeños flashes los que quedan con el paso del tiempo, los que constituirán la base de nuestro recuerdo y los que vendrán a nuestra mente al evocar aquel suceso.  Desde el domingo ando buscando esa imagen, ese detalle con el que archivar mi fugaz y poco exitosa participación en las24.

Durante todo el domingo y buena parte de ayer lunes, la sensación era extraña. Una mezcla de vacío por el objetivo no cumplido, de envidia por los amigos que sí decidieron mirarse en el prístino espejo de sus propios límites, aceptando la realidad de lo que veían y logrando con ello aumentar su propia autoestima, pues el espejo de la soledad contra uno mismo no engaña, y si sales airoso de la prueba de enfrentarte con tus miedos y limitaciones saldrás enormemente fortalecido. Tampoco podía evitar un cierto sentimiento de frustración y culpabilidad por haberme apartado voluntariamente de haber compartido una hermosa experiencia con tanta buena gente por más que mi razón me dijera que hice lo correcto... Hasta que encontré dos detalles que reflejaban lo que sentía mejor que mis desordenados pensamientos. Son la foto que encabeza la entrada, gracias a Javi, Locomotoro en el foro, que refleja un abandono consciente, razonado y del que no me arrepiento, pero abandono al fin y al cabo, y este comentario que se me deslizó sin querer en el blog de Yoku en el que sensaciones, sentimientos, pensamientos..., quedaron plasmados en una sencilla metáfora, quizá un tanto ampulosa, pero eficaz y representativa:

"Me cuesta mucho mentalizarme de que hice lo correcto. Lo se, pero el sábado fue mi razón la que me llevó a Avila. Mi corazón quedó allí, en aquel circuito. Y allí seguirá hasta que vuelva a por él"

 

Todo lo que siento, todo lo que ha significado para mí mi participación en esta edición de las24 queda plasmado en esa foto y ese par de líneas escritas a vuela pluma. Con estos dos flashes mi mente puede archivar y dar carpetazo a esta edición de las24. Al año que viene, saldaré la deuda, a la que procuraré añadir una buena cantidad de intereses y una generosa indemnización por daños y perjuicios morales y recuperaré lo que es mío.

Y por lo pronto, para ir quitándome el mal sabor de boca, correré la carrera de Bustarviejo, III Memorial Fernando García Herreros, que no entraba en los planes, e intentaré apuntarme con Zerolito, Mayayo y Wild Runner a alguna salida por la sierra. Montaña y más montaña, preludio del siguiente objetivo: el MAM.

Piedras y pendientes de vértigo sustituirán a horas solitarias y vueltas a un circuito, aunque el trasfondo es el mismo. Siempre lo es: de nuevo el espejo, de nuevo tu imagen desafiante a la espera de ver si eres capaz de aceptarte a ti mismo  o incluso de crecer y mejorar.

Aquí os dejo una presentación con parte de las fotos que he ido recopilando. Yo hice muy pocas por razones obvias. El resto son de Claudio Luna, (espectaculares), Locomotoro, Lander y Klass. La música es una versión sabrosona del Clocks, de Coldplay, que no había escuchado hasta el sábado en la Plaza de Toros de Torrejón, y que me hizo parar en un par de ocasiones, apurando en exceso el trago de agua, mientras mis pies pedían cambiar el trote por el baile:

 

 

Enlaces a las fotos originales:

http://www.forofosdelrunning.com/index.php?pid=115 (Klass)

http://picasaweb.google.es/landermg1/24hUltrafondoTorrejon09?authkey=Gv1sRgCNG5kPuxlaPEggE# (Lander)

http://picasaweb.google.es/corredorsolitario/IIChallengeNacionalNUltrafondo24HorasDeTorrejon090509# (Mías)

http://picasaweb.google.es/claudiolunamansilla/24hDeTorrejon# (Claudio Luna)

http://picasaweb.google.es/locomotoro1964/DarthVader# (Darth Vader)

http://picasaweb.google.es/javilopezcobo/Torrejon#slideshow/5334314470823937986 (Locomotoro)

domingo, 10 de mayo de 2009

Ya lo decía yo…

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Foto gentileza de Claudio Luna, forero de ElAtleta.com.

En mi anterior entrada ya hablaba de tener ayer sábado mi “Modo Epica” en OFF, y de lo duro de enfrentarse a una prueba como las24 en esas condiciones, en las que prima lo mental sobre lo físico más que en ninguna otra. Por lo que aviso, (y después de mi crónica del último Mapoma esto sonará repetitivo), que si buscáis emociones fuertes, aquí y hoy, no son sitio ni lugar para ello.

Cualquier estratega militar sabe que un guerrero debe ante todo conocer a su enemigo y no menospreciarle por fácil que parezca la victoria. Extrapolando a nuestras batallitas atléticas, podría decir que yo ya me enfrenté a las24 el año pasado en lo que constituye mi más preciado recuerdo deportivo, y en los días previos le mostré todo el respeto que se merece. Pero un enemigo que nunca había atacado hasta ahora consiguió derrotarme en esta ocasión. Yo iba mentalizado para retirarme si mi rodilla así me lo aconsejaba, pero han sido las ampollas, una experiencia nueva para mí, las que lo consiguieron. Y no fue por falta de vaselina, esparadrapos, compeed… No tengo clara la causa, pero en mi talón derecho, incluso debajo de los siempre eficacísimos compeed creció una ampolla que ya empezó a dejarse notar sobre el kilómetro veinte y que en el cuarenta y dos, sin ni siquiera completar un maratón, me hizo retirar.

Unas reflexiones:

¿Podría haber “tirado de épica” y seguir adelante?, por supuesto. ¿Llegar al objetivo de superar los ciento dos kilómetros del año pasado?, seguramente, pues físicamente me encontré perfecto incluso después del parón desde el Mapoma. ¿Me merecía la pena hacerlo?. Esta era la pregunta clave, a la que corazón y razón suelen dar distintas respuestas. Y ayer prevaleció la razón. Con más de dieciséis horas por delante, y aunque me hubieran curado la ampolla “in situ”, hoy sería una dolorosa herida que habría necesitado muchos días para curar. De esta forma confío en poder calzarme las zapatillas en tan sólo dos o tres.

Y nada más. Hoy hay que ceder el paso a los protagonistas de verdad, a aquellos que sí son unos héroes porque han vencido miedos, dolores y molestias, y al reto de estar todo un día, (noche incluída), dando vueltas a un circuito de poco más de un kilómetro. Visitad el foro de Elatleta.com, o los blogs de Yoku, Jordan o Cocoloco. Ellos se lo han ganado.

Lecturas positivas.

El tiempo que pasé con los amigos. Gente estupenda de verdad. Consiguieron TODOS sus objetivos. Algunos incluso mejor de lo que ellos mismos esperaban. He hablado con algunos. He intercambiado SMS con otros y les he leído en el foro. Me alegro infinito por ellos, porque han disfrutado, han conocido “esa otra” forma de ver el atletismo y han crecido como personas al superar sus límites.

Haber conocido a algunos foreros como Duquito, (de verdad que el chocolate estaba buenísimo), Indeciso, Miguel B, Claudio Luna, (pedazo de objetivo que llevaba esa Nikon amigo), y al maestro Uros.

La rodilla no me dio problemas. Ninguno. Aunque seguiré cuidándola porque sigue sin poderse doblar del todo y mantiene su “run-run” para decirme que sigue ahí, creo que son molestias residuales.

El trabajo del Club Ñ Ultrafondo, de nuevo insuperable.

No haber sufrido nada físicamente me permitirá centrarme más en el MAM

Lecturas negativas.

SE que tomé la decisión correcta, pero eso no me alivia de la increíble envidia que me da no poder haber compartido con mis amigos su momento de gloria. Haberles acompañado y aplaudido en su vuelta cien, y haberles abrazado al recoger su trofeo. Al retirarme tan pronto decidí volverme a Avila con mi familia en vez de dormir y zascandilear toda la noche en el circuito.

SE que tomé la decisión correcta, pero eso fue ayer. Hoy estoy jodido…

sábado, 9 de mayo de 2009

¿Se podrá repetir?

A esta misma hora, si la programación de Blogger no me falla, estaré cruzando por primera vez la alfombrilla de salida de la II Edición de la Challengue Nacional 24 Horas de Torrejon, organizada por el Club Ñ Ultrafondo. Por delante, espero, muchos otros pasos por la misma alfombrilla, en busca de ese límite más psicológico que físico que supone estar todo un día en un circuito de poco más de un kilómetro. Los recuerdos que tengo de la primera edición son, de largo, los mejores de mi vida deportiva. Las24 es una prueba en la que se minimizan los inconvenientes de otras carreras: hay avituallamientos, animación y zona de descanso cada vuelta a fin de no tener que preocuparte de buscar un escondido arbusto para aliviarse ni de tener que cargar encima comida, líquidos ni ropa. Nada más que tu propio cuerpo, que en mi caso no es poco. El circuito es llano y pavimentado, y el trato de la organización, casi maternal, así que no es probable que algún factor externo eche a perder tus posibilidades.

Pero no todo es tan bonito. A cambio de esta tranquilidad de saber que todo está bajo control, en las 24 te encuentras solo. Por mucha gente que haya a tu alrededor. Sólo tú contra tus miedos y fantasmas y al fondo, la difusa e inaprensible frontera en la que se encuentran tus límites. Esta indeterminación tensiona mucho a cualquier corredor. El entrenamiento, los planes, los test pre-competición..., no son sino un intento de arrojar un poco de luz en ese esquivo territorio en el que buscaremos un tiempo, una marca, o en este caso, una distancia recorrida, y para acabar de complicarlo todo, cuanto más larga es la prueba menos claras son las previsiones, pues el factor psicológico le va ganando terreno al físico a medida que el kilometraje sube. Y mis previsiones este año no son nada halagüeñas. Hay más sombras que nunca y también menos determinación para disiparlas. De hecho estos días he pensado incluso no participar: la tendinitis de pata de ganso no está curada del todo. La rodilla sigue algo inflamada y se niega a doblarse completamente, y el runrun en su parte interna se hace sentir incluso andando. Aunque no hay dolor también es cierto que no he dado un paso desde el Mapoma, trece días ya, y soy dolorosamente consciente de que en este tipo de pruebas cualquier pequeña molestia se irá magnificando con el paso del relativo y continuo espacio-tiempo hasta convertirse en una tortura. Aún recuerdo mi hinchado tobillo izquierdo del año pasado que casi no me permitía andar pero que estaba en aparentes perfectas condiciones en la salida. Para añadirle picante al asunto, tengo una infección dental, afortunadamente leve, pero que me ha obligado a tomar antibióticos desde el jueves. Total, que como he comentado en el foro, llevo el "Modo Epica" en OFF, y aquí si no tiras de épica, redaños o cualquier otro sinónimo del castizo huevos que os podáis imaginar, mal asunto.

Aún así tengo garantizado pasar un buen rato, comenzando por un buen segundo desayuno, al estilo hobbit, del que me he comprometido a llevar los churros y tengo apalabrados un par de litros de chocolate caliente. Para allá que se me van un buen número de paquetillos del foro, envidiosillos ellos de lo bien que nos lo pasamos el año pasado, y que llenarán con sus risas y alegre trotar el circuito torrejonense, (no estoy seguro de este gentilicio). Y lo bueno de esto es que en ningún momento estaré solo: si decido parar, habrá alguien en la zona de descanso y si decido andar o trotar siempre habrá alguno en el circuito, y los fantasmas, como lo malo: si es de muchos, los tontos encontramos consuelo.

Me llevaré la cámara de fotos de mi esposa, por lo que prometo reportaje.

martes, 5 de mayo de 2009

Gracias, gracias, gracias…

estadisticas_blog_040509 Cuando uno abre un garito como este, donde en un principio sólo tiene intención de contar sus peripecias runeras y subir alguna que otra foto de sudorosos y peludos corredores en paños menores, (las corredoras no sudan, y si lo hacen siguen estando guapas y perfectamente retratables), espera que apenas sean los cuatro amigos del foro, y algún compañero de club los que se pasen por aquí, dejen alguna virtual palmadita en el hombro, algún comentario bien intencionado y poco más.

Pero internet no tiene puertas y tenemos que ir desterrando nuestra vieja miraombliguera y localista forma de entender el mundo. Todo lo que escribes, piensas y cuentas, queda a disposición de quien quiera leer. Y parece que son muchos. Así, un buen día es un menorquín grande entre los grandes el que se asoma a tu mundo virtual, o una vital argentina a la que sigues desde sus inicios como corredora hasta su consagración como aventurera. Y consumados trotamontes, o competidores de un nivel tan estratosféricamente superior al tuyo que te preguntas qué encontrarán rebuscando entre tus modestas correrías. Incluso hay visitantes fieles que nada tienen que ver con el atletismo… Y tantos y tantos, y de tantos sitios inesperados que poco a poco te das cuenta de que hay pocas carreras a lo largo de la geografía española a las que podrías ir sin encontrarte con algún conocido. Y ves que tu contador sube, y que la media de visitas diarias cada vez es mayor, y enlazas y te enlazan.

Y un día te da por deslizar algún pensamiento íntimo. O haces una pequeña crítica social. O escribes un pequeño relato…, de tal forma que el blog se vuelve poco a poco en algo más amplio y consistente con tu vida de lo que en un principio pensaste. Aunque eres reacio, el blog se va convirtiendo cada vez más en un reflejo de tí mismo, pues te das cuenta de que no puedes separar completamente tu yo corredor de tu yo persona, ya que ambos se han ido modelando el uno al otro.

Y de repente, sin saber muy bien porqué, un día pulverizas tu récord de casi un año atrás: trescientas nueve visitas… Y una expresión de perplejidad asoma a tu incrédulo rostro imaginando qué es lo que tú puedes contar que le interese a tanta gente.

Le he dado vueltas a porqué, precisamente ayer, cuatro de mayo, trescientas nueve visitas, (realmente doscientas veintiocho personas individuales), se pasaron por aquí.  Palabras como “series”, “maratón”…, añadirían alguna por efecto de las búsquedas en Google, Yahoo…, provenientes de atletas, siempre ávidos de información.  También fue lunes. Y los lunes parece que la gente tiene pocas ganas de currar y se dedica a darse un rulo por la bloguería. O quizás…, ¡oh Dios!, ¿habré deslizado en el texto sin pretenderlo algún culo o teta?, (truco viejo donde los haya y que sin reparos uso hoy por primera vez en este blog).

Mi ego, nunca suficientemente satisfecho, quiere pensar también que igual sí, que a lo mejor hay gente a la que le interesa lo que escribes, como a Agnes, esa vietnamita que conociste en los 100/50 Kilómetros Villa de Madrid, y que te dijo que tu crónica de la edición anterior de la prueba le había ayudado a prepararse para su debut ultra… O a ese amigo del club que conoce tan bien tus gustos musicales y ayer casi te arranca una lágrima con esos vídeos que te envió, pero que nunca te deja un comentario, (para vengarme de él, que sepáis que le podéis ver en la foto de la cabecera). O a ese corredor pelirrojo, que te ha saludado en varias carreras del pasado circuito Ecosport y felicitado por el blog y al que tendrás que volver a pedir disculpas la próxima vez que te lo cruces porque tú le sigues sin “localizar”.

estadisticas_blog2_040509 A todos, corredores o no, españoles, mejicanos o argentinos. ¿Alemanes? o gente del resto del mundo mundial. A todos, gracias de todo corazón, porque al final cuando uno cuenta algo lo hace con el fin de ser escuchado, y sin vosotros nada de esto tendría sentido.

lunes, 4 de mayo de 2009

Un maratón popular no se prepara con series.

Series y Maratón Popular-portada


Y antes de que me echéis a los perros, advierto: la afirmación no es mía, sino de Juan Mora, articulista de la revista Corricolari, que en su número de mayo de este año abre con tan reaccionaria sentencia.

El artículo íntegro, en .pdf, y del que he extraído la foto que ilustra esta entrada, lo podéis descargar de aquí, cosa que espero no me traiga problemas…

Resumo. Según Juan Mora, “sabido es que entre los populares hay auténticos fundamentalistas, capaces de entrenar más que los propios corredores de alta competición”, (sic), y desgrana una serie de argumentos rechazando de plano la excesiva “profesionalización” de los corredores populares, “Y todo por bajar de marcas no ya de élite, sino que cualquier atleta que se precie de su condición por tener la ficha federativa se reiría de ellas”, (sic). Caramba... Y lo resaltado, sólo en el primer párrafo…

Juan Mora matiza que está hablando de corredores puramente populares, de los que tienen que compatibilizar trabajo y familia con los entrenamientos. Que no aspiran a marcas de relumbrón, y que posiblemente tampoco tengan condiciones para ello. Vamos, la mayoría de nosotros.

Afirma que el plan de entrenamiento para maratón de un corredor popular ha de medir mucho el esfuerzo y ser lo más entretenido posible, con diversidad de ejercicios, pero rechaza el uso de cuestas, rectas, series, ejercicios en gimnasio… Insiste en que ese plan no nos debe poner a prueba, sino ser suave y progresivo para llenar nuestro depósito de cara al maratón y no malgastarlo antes.

Según él, las series “apenas producen beneficio para el corredor popular de maratón. A sus niveles lo que necesita es resistencia, no velocidad”, (sic), a diferencia de los atletas de élite, e incluso estos la trabajan sólo como complemento. También las considera una potencial fuente de estrés, lesiones y agotamiento físico y mental, abogando por sustituirlas por entrenamientos a ritmos ligeramente superiores al del maratón. Por motivos similares rechaza el uso de rectas y cuestas, a las que apenas reconoce un pequeño beneficio para muscular las piernas.

Admito que incluso a mí, corredor paquete por definición, renegado de cualquier entrenamiento sistemático, y sin excesivo interés por mejorar mis marcas, la postura de Juan Mora se me antoja algo exagerada. Estoy de acuerdo con él en que hay un excesivo "fundamentalismo" en algunos corredores, que traspasan planes diseñados para élites en esa búsqueda absurda de una "receta" para bajar de tal o cual marca. Que se exprimen a tope en cada serie, cada cuesta. Que convierten cada rodaje de los domingos en una competición. Que convierten el entrenamiento en una fuente de estrés. Todo ello les hace rendir muy por debajo de su valía y de la marca que podrían obtener si entrenaran adecuadamente y con menos esfuerzo, pero en mi opinión el problema no es el tipo de entrenamiento utilizado, sino la intensidad con la que este se usa.

Supongamos que mi paso en maratón es de cinco minutos treinta segundos por kilómetro. Evidentemente la mayor parte de mi entrenamiento debería consistir en kilómetros por debajo de ese ritmo, con algún rodaje ligeramente por encima, y hacer ocho series de mil metros a cuatro minutos no sólo me va a aportar poco para ese objetivo, sino que evidentemente, para mi nivel, va a ser un entrenamiento del que me va a costar recuperarme en un par de días, por lo que va a interferir con el resto de entrenamientos de la semana y me va a provocar un fuerte estrés físico y mental y posiblemente una lesión. Pero hacer sólo cuatro series a cuatro minutos treinta segundos me va a resultar casi placentero pues no me suponen un esfuerzo excesivo, voy a trabajar a ritmos en los que casi "sin sentir" voy a a mejorar mi umbral anaeróbico. Voy a cambiar el gesto de la carrera haciéndolo más amplio, lo que me permitirá mejorarlo a ritmos más bajos. Mi musculatura se adaptará a distintas posiciones de carrera y se hará más fuerte que sólo trotando...

Algo parecido opino de las cuestas y las rectas. De nuevo hablo por mí, pero subir y bajar cuestas a un ritmo no asfixiante es ideal para fortalecer nuestra musculatura, tanto en esfuerzos concéntricos como excéntricos. Cambia el gesto biomecánico de la carrera, haciendo que músculos y articulaciones trabajen en distintas posturas, fuerzan al sistema cardiovascular a acostrumbrarse a los cambios de ritmo... Las rectas, usadas con mesura al final de un rodaje, sin llegar a esprintar a tope, y estirando adecuadamente al acabar, "despiertan" esas fibras rápidas que los trotones tenemos adormecidas, también nos hacen cambiar el gesto de la carrera, amplían muchísimo la zancada y la hacen más fácil, y sobre todo más económica de cara al maratón...

En definitiva, se trata, como por otra parte dice el propio Juan Mora, de hacer un entrenamiento variado y divertido, de llegar a casa mejor y más feliz de lo que has salido. Un entrenamiento basado en la prudencia y el sentido común, sin intentar llevar a cabo planes diseñados para atletas de mayor nivel con mejores condiciones o más tiempo libre, y sin intentar realizarlos a unos ritmos superiores a los aconsejables, cosa que por otro lado todos los atletas que conozco afirman cumplir, incluso cuando les ves llegar resoplando al final de la tirada larga del domingo con el gesto desencajado y mirando de reojo lo que le han sacado al siguiente o cuando confiesan que han tenido que dejar de hacer "esa última serie" porque no daban más de sí...

Ese es el verdadero problema: convertir el entrenamiento en competición. Vivir para correr en lugar de correr para vivir.