La salida del lunes la tenía comprometida con mi hijo en un nuevo intento de encontrar alguna Salamandra Almanzoris, esquiva especie que anticipo tampoco ayer se dejó ver… A última hora se vino también mi cuñado, tipo peligroso al que le faltó tiempo para apuntarse a un vivac a dos mil metros en los aledaños de la Laguna Grande de Gredos en cuanto se lo propuse. Y es que con gente así, que se apunta a todas las bravuconadas que uno va soltando por ahí, es mejor no abrir la boca...
Ilustro el recorrido con fotos de este lunes y de la anterior subida que hice con mis hijos, de la que ya di cuenta en esta entrada. Aquí podéis descargar el plano de la zona en .pdf.
El recorrido parte de la denominada Plataforma de Gredos, a pocos kilómetros de Hoyos del Espino, y que ayer afortunadamente no estaba demasiado concurrida. Os aconsejo que en la medida de lo posible evitéis los fines de semana, especialmente con buen tiempo, pues este es un recorrido muy frecuentado que a veces parece más una romería que una salida montañera.
El incio de la senda. Parece una calzada romana…
Casi todo el camino está empedrado para protegerlo en lo posible de la enorme afluencia de gente. Esto por otro lado hace que los pies sufran mucho al tener que pisar siempre un piso tan duro. Además, no todo está tan “apañado” como el inicio de la senda y hay largos tramos de piedra suelta. No obstante es perfectamente transitable y no tiene dificultades “técnicas” siempre que, claro está, esté limpio de la nieve y el hielo que lo cubren varios meses al año. En el cartel informativo de la salida podremos consultar el mapa, altimetría, descripción de flora y fauna que nos vamos a encontrar…
Tras algo más de un kilómetro de subida encontraremos una zona algo más descansada: Prado Pozas, cruzado por el arroyo del mismo nombre, y donde podremos ver, en mi opinión, uno de los más hermosos paisajes de todo el recorrido: las Paredes Negras.
Deliberadamente incluí personas en estas fotos, a fin de magnificar la majestuosidad del entorno.
Salvar el desnivel que se adivina a la derecha de las enormes paredes graníticas nos llevará en más o menos una hora desde la salida a la Fuente de los Cavadores, donde podremos hacer un alto, llenar las cantimploras y deleitarnos con el paisaje que acabamos de hollar.
La fuente de los cavadores. Magnífico punto para recobrar fuerzas y admirar el paisaje dejado atrás.
Aquí ya habremos salvado casi todo el desnivel positivo de la ida, y el camino se vuelve algo más cómodo por unos momentos. Atravesaremos piornales y praderas, y quizá nos encontremos con los caballos que abastecen el refugio Elola, en la orilla de la laguna.
Y al girarnos, la impresionante primera vista de la parte oeste del Circo de Gredos, que a medida que nos acercamos a él nos hace abrir más nuestros ojos por su majestuosidad:
Ignoro si alguna vez me acostumbraré a esta impresionante vista…
Al poco de iniciar el descenso al circo, encontraremos la segunda fuente del camino: la Fuente de los Barrerones y las primeras vistas de la laguna, aún lejana. Llevaremos unas dos horas de camino.
Si tenemos suerte, en cualquier parte de la senda podremos ver ejemplares de Capra Pyrenaica Victoriae, antaño especie esquiva, pero que actualmente, acostumbrada a la presencia humana, literalmente llega casi a comer de tu mano.Sandra, que nos come el bocata…
Llegaremos a la laguna en unas dos horas y media. Siguiendo su orilla oriental, por la que discurre el sendero, llegaremos a su parte sur, donde tras trepar unos cientos de metros por lisos canchales de roca accederemos al Charco de la Esmeralda, así denominado por el característico color verde del fondo de sus transparentes aguas.
Vista lateral de la laguna desde su orilla este.
Vista frontal del refugio desde el mismo sitio.
Dos imágenes del Charco de la Esmeralda y su pequeña cascada.
Refugio Elola y Laguna grande desde las inmediaciones del Charco de la Esmeralda
Desandamos lo andado y comenzamos a rodear de nuevo la laguna, pero esta vez por su parte occidental, para llegar al Refugio Elola, base de la que muchos montañeros parten, después de pasar la noche, en busca de nuevas rutas: el Pico Almanzor, la Galana, Cinco Lagunas…
Paramos unos minutos a conocer el refugio, al que nunca había entrado, y seguimos rodeando la laguna, que en esta parte se abre entre la pradera, formando un conjunto de charcas conectadas entre sí. Carlos pasó un buen rato buscando infructuosamente en los pequeños arroyos tributarios sus ansiadas salamandras. Fue el único punto negro del día.
Es aquí, a los pies de esos impresionantes picos, donde comemos. Tranquilos, admirados de la belleza que nos depara el entorno y un día luminoso y espectacular. Intento fijar en mi mente cada pico, cada cuchillar, cada portilla..., quiero asociarlos con sus nombres, evocadores en muchos casos: la Portilla del Rey, los Hermanitos, el Perro que Fuma… Con los mapas y fotos que he visto antes, con las descripciones que de ellos me han hecho amigos montañeros… “Déjalo Carlos. Ya habrá tiempo para aprender sus nombres. Ahora disfruta de su visión”
Mi cuñado, filósofo a su manera, lo resume en una frase: “esto es como estar con Dios y toda su familia”. Amén, asiento, mientras con mi navaja rebano un trozo de un pequeño hornazo que llevaba en la mochila. Carlos sigue correteando. Fácilmente hizo un par de kilómetros más que nosotros, demostrando por el camino lo que por otra parte cualquier padre sabe: que los niños son proporcionalmente mucho mejores atletas de fondo que cualquier adulto. Hoy yo estoy bastante cansado. El ha ido con esa vitalidad suya, rayana en la hiperactividad y con su habitual alegría a su entrenamiento…
Al final toca desandar lo previamente andado. Por un empinado pero corto sendero, (a cuyos pies Carlos, siempre entusiasta e inasequible al desaliento, siguió buscando sus salamandras), y que nace justo donde la laguna desagua en una profunda garganta, volvemos a tomar el camino de los barrerones, para volver por el camino de ida, y después de unas seis horas llegar de nuevo a la plataforma.
Aquí os dejo, actualizado con las fotos de ayer, una presentación de este álbum Picasa:
9 comentarios:
Gracias de nuevo, Carlos, sigo recordando...
Una vez al año y te asegura un año de vida.
El melón se ata a una cuerda y se mete en el agua helada de la laguna a enfriar.
El sol allí quema más por la altura y el reflejo de los rayos en el agua.
EN SEPTIEMBRE Y OCTUBRE HAY PELIGRO DE TORMNENTAS y granizos(ALUCINANTES )
No sigo, que te canso...Un besote
QUE PRECIOSIDAD .
Algun dia que me acerque tendre que llevar buena nota de todos los lugares para visitar
saludos
Carlos, voy a ser sincero contigo... Yo reviso tu entrada 2 veces: La primera miro sólo las fotos, jajajaja, joder tío, que te marcas unas postales de tres pares!! Me encantan!! Ya la segunda me leo el texto, pero siempre vuelvo a entretenerme en las fotos...
¡Te estas currando unas guías muy detalladas! Aupa Carlos, eres un crack.
El lunes me acordé de ti y de tu chaval cuando iba corriendo por la carretera y me encontré una preciosa serpiente de escalera. Me detuve y la toqué... estaba muerta. Un coche la había destripado...
La mejor forma de ver fauna es recorrer las carreteras: zorros, erizos, culebras bastardas, sapos... es como mejor se ven.
Suerte con la salamandra.
Impresionante Carlos, tanto el paisaje como tus fotos, pedazo de entorno, me la apunto para patearla.
Un saludo
Quique
Sí, sí y sí, MONTSE. Esos recuerdos suenan, huelen y saben a los que todos tenemos de niños, a esos pequeños flashes que al final son los que dan sentido y coherencia a toda una vida.
OSCAR, si te acercas por aquí, guía tienes.
DANI, encantado de que lo hagas: para eso publicamos, ¿no?.
YOKU, esa salamandra se está convirtiendo en casi una obsesión. Tengo que fotografiarla como sea.
QUIQUE, te digo como a OSCAR: cuando queráis, aquí estoy para haceros de guía.
Gracias a tod@s. ;-)
Muy bueno el fotorreportaje, Carlos. Recuerdos de tantos y tantos viajes a esa Laguna. Siempre ahí, siempre diferente.
Quizá no estaría mal avisar que en invierno la ruta se cubre de nieve/hielo. Es así hermosísima...y un lugar donde cada año tenemos que lamentar algún grave accidente de excursionistas en Los Barrerones. A la Laguna de Gredos en invierno, con piolet y crampones, un lujo.
Ah! Y Almanzor no te dijo nada desde lo alto? Seguro que os vereis pronto, cara a cara :-)
Carlos muy ilustrativo y muy bien comentado... !como siempre¡ ese paseo por la laguna,yo tambien procuro ir una vez al año en el mes de julio. Sigo con mucho interés tu Blog... eres un fenómeno continua escribiendo y documentando tus experiencias
MAYAYO, que se te han ido los ojos a las fotos...
No obstante es perfectamente transitable y no tiene dificultades “técnicas” siempre que, claro está, esté limpio de la nieve y el hielo que lo cubren varios meses al año.
Aunque no está de más recalcarlo. ;-)
SIEMPREACTIVO, pues muchas gracias por pasarte por aquí y por tu opinión sobre el blog. ;-)
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