El Lago Enol.
“Asturias, paraíso natural”. El slogan no puede ser más acertado. Por momentos me he encontrado abrumado por una naturaleza casi agresiva en su exuberancia. Hemos transitado por verdes e impenetrables bosques que se derraman sin solución de continuidad en el inquieto Cantábrico, por impresionantes roquedos calizos tallados a agua y hielo. Por estrechos y húmedos desfiladeros, angostos valles salpicados de aldeas que no han perdido el sabor de la tradición. Y gente sana, y no creo que sólo sea suerte haber coincidido con ella.
Después del fallecimiento de mi madre, y de haber tenido a mi familia sacrificada casi todo el verano sin poder compartir con ellos más que unos pocos momentos, tomamos la decisión de pasar unos días en Asturias con el fin de descansar y relajarnos. A tal fin alquilamos una habitación en el Hotel Bricial, del grupo Hoteles La Pasera, en Soto de Cangas, a un paso de Cangas de Onís, Covadonga y uno de los más habituales accesos a los Picos de Europa, por donde teníamos intención de hacer un par de escapadas senderistas.
Hotel Bricial. Delante, uno de los omnipresentes hórreos.
La primera parada fue en Cangas de Onís, donde a pesar de un cielo plomizo y lechoso aún pude hacer un par de fotos…
El falso Puente Romano de Cangas de Onís. Realmente es medieval.
Vista de Cangas de Onís desde el Puente Romano.
Esa misma tarde subimos a Covadonga a visitar la Santa Cueva y el Santuario del mismo nombre, donde pude escuchar el tañer de campana más delicado y musical que he oído nunca, quizá debido a partes iguales a la sabiduría del maestro que la forjó, a la orografía del lugar o simplemente a que hay lugares con magia en los que nuestros sentidos se despiertan y perciben fuerzas que en otros permanecen ocultas. Así ha sido desde tiempos inmemoriales y por eso chamanes, brujos y sacerdotes han erigido en ellos sus altares y lugares de culto, superponiéndose a través de los siglos, cambiando en los avatares de la historia dioses y creencias pero manteniéndose el enclave. Este es uno de esos lugares. Lástima de cielo lechoso y plomizo, ¿o era plomizo y lechoso…?
Vista de la Santa Cueva de Covadonga.
El primer plato fuerte de las vacaciones, aparte de las fabes en todas sus elaboraciones conocidas, fue la ruta por los Lagos de Covadonga, donde la magnificencia de la naturaleza que los rodea se mostraba en todo su esplendor. El acceso se hace a través de una revirada y estrecha carretera de montaña flanqueada, casi agobiada, por un frondoso y espeso bosque que sólo cede a medida que ganamos altura. Pero incluso en las inmediaciones de los lagos, con la sensación de estar en una zona puramente montañosa, uno tiene una sensación extraña al ver como entre risco y risco, al pie de farallones rocosos descarnados y comidos por el agua, el color predominante es el verde, y es que acostumbrado como estoy a comenzar mis excursiones montañeras ya a bastante más de mil metros, altura a la que ahora me encuentro, y por zonas mucho más secas, como corresponde a la recia estepa castellana, instintivamente uno asocia montaña a piorno y escobón, a duro y áspero granito forrado si acaso de liquen y poco más, y no a estos frescos y húmedos prados.
Fresco verde al pie de las montañas.
Durante buena parte del año el acceso a los Lagos está regulado, pero hay un buen (aunque algo caro) servicio de autocar. La caseta de información en el parking donde éste nos deja ofrece un plano con varias rutas a seguir. Nosotros elegimos la más larga, sobre unas tres horas y media (que se quedaron en dos y media a paso muy tranquilo), sin ninguna complicación técnica (hay parte del recorrido pavimentado), y muy escasa en lo físico. No obstante es una zona de montaña y no es cuestión, como vimos con nuestros propios ojos, subir en chanclas y “con lo puesto”. Un chaparrón más que probable incluso en verano puede convertirse en algo más que una incomodidad si no llevas un chubasquero en la mochila. Os pego una imagen con el plano de los recorridos y los servicios (restaurantes, centro de visitantes, miradores…), que hay en la zona, pulsad en ella para verla en grande:
Un pequeño desvío muy recomendable al inicio de la ruta nos lleva al Mirador del Príncipe, desde donde se puede ver la Vega de Comeya y una hermosa panorámica, y después de unas fotos volveremos a la ruta “oficial” pasaremos a la zona más “civilizada” del recorrido. En ella encontraremos un centro de interpretación con diversas salas, un Arboreto, una maqueta de Los Picos de Europa…, todo bastante didáctico. Personalmente me gustó mucho el tramo que discurre por la antigua mina de hierro, manganeso y mercurio, la Mina de Buferrera, que por momentos recuerda por orografía a Las Médulas o al paisaje del Parque de Cabárceno.
Vista de la Vega de Comeya desde el Mirador del Príncipe.
Animales en semi libertad en el Arboreto.
Túnel de la Mina de Buferrera.
Alrededores de la Mina de Buferrera.
Panorámica (muy alejada) de la zona de la Mina de Buferrera.
Los Lagos de Covadonga son tres: Enol, Ercina, ambos de origen glaciar, y Bricial, aunque este último es estacional y sólo se forma en temporada de deshielo. Como podéis ver en el plano, el recorrido “largo”, pasa por los tres. En todo momento las vistas son espectaculares, y sólo un detalle empañó una mañana de total disfrute: tanto en la orilla oeste del Ercina como en la norte del Enol mi hijo y yo nos demoramos mucho tiempo buscando fotografiar salamandras, cosa que no conseguimos, y los que lleváis tiempo leyéndome sabéis del empeño que tiene el pobre en encontrar una, bien en Gredos o aquí, ya que entre la fauna autóctona existe una especie de tal anfibio…
Acercamiento al Lago Ercina.
Vista del Lago Ercina desde el Suroeste.
Vega del Bricial, donde se forma el lago del mismo nombre.
Pequeña ¿ermita? en la Vega del Enol.
Ya en la Vega del Enol, y de vuelta a la “civilización”, nos encontramos con la misa que se celebra a la orilla del lago en la que una imagen de La Santina, como popularmente se conoce a la Virgen de Covadonga es sacada del fondo del lago donde pasa el resto del año.
De ahí sólo nos quedó acabar de bordear el Lago Enol y volver al aparcamiento donde en poco tiempo volvimos al autocar que nos devolvería al hotel.
Misa de campaña en la orilla del Lago Enol.
Sí, los paisajes generalmente “funcionan” mejor en apaisado…
Después de comer (tarde y bien, demasiado bien), y por si la paliza hubiera sido escasa, nos desplazamos en coche a Lastres. Un recoleto y precioso pueblo costero donde a la sazón se rueda la serie Doctor Mateo (que habrá que ver algún día), en la que aparece con el nombre de San Martín del Sella. En el pueblo, cuidadísimo, hay incluso una ruta de la serie e indicaciones de los principales lugares donde se desarrolla.
Desde Soto de Cangas el camino a Lastres pasa por Arriondas y Colunga. La carretera que une estas dos poblaciones es tortuosa, y especialmente en su primer tramo, a medida que gana altura, discurre por un impenetrable bosque tan espeso que por momentos las ramas de uno y otro lado forman una bóveda verde sobre nuestras cabezas. Antes de llegar a Colunga tuvimos que detenernos, con la boca abierta, al pasar por el Mirador de Fito, del que no habíamos oído hablar, pero que tiene unas vistas realmente espectaculares tanto del mar al norte, como de los Picos de Europa al sur.
Vistas hacia el sur. Desgraciadamente el día era algo neblinoso.
Oyes, que no paraban, y yo tumbado en el suelo…
Panorámica de Lastres.
Ermita de San Roque (Lastres)
Puerto de Lastres.
Casa del Doctor Mateo. Había cola para hacer la foto, de ahí la pésima composición...
Y para no aburrir más al sufrido lector, que bastante ha hecho si ha llegado aquí, dejaré para una próxima entrada la Ruta del Cares y la visita a Oviedo.
¡¡¡IMPORTANTE!!! Las descripciones de rutas de montaña que hago en este blog son tan sólo expresión de mis impresiones y sensaciones de ese día concreto, y por tanto totalmente subjetivas. No tienen porqué coincidir con las de cualquier otra persona, incluso realizándolas en las mismas condiciones. Tampoco son guías exhaustivas. A pesar de que procuro que todos los datos que ofrezco sean correctos, sería recomendable que antes de hacer alguna de ellas te informaras sobre las mismas en publicaciones especializadas. No obstante, si crees que te puedo servir de ayuda, o necesitas alguna aclaración, ponte en contacto conmigo. Por último, tienes que tener en cuenta que la montaña es un entorno potencialmente peligroso. Usa el sentido común y no afrontes recorridos para los que no estés absolutamente seguro de estar suficientemente preparado y equipado. Y ten siempre en cuenta las posibles complicaciones meteorológicas, muchas veces imprevisibles. |
5 comentarios:
No podías haber elegido otro lugar para evadir cuerpo y alma; seguro que esta tierra asturiana te ha acogido como te mereces.
Las fotos geniales (como siempre).
Ánimo y a seguir luchando.
Un abrazo.
Precioso reportaje y precioso lugar. Es uno de los viajes más bonitos que he hecho. Tendré que repetirlo algún día.
Aunque aún recuerdo cuando arranqué aquel cardo borriquero, seco, pero lindo y, aparecieron como llamados con campanillas, los guardas diciendome que la acción de arrancar plantas en el parque natural estaba penada. ¡¡Dios, qué apuro!!.
Sólo se me ocurrió pinchar el cardo borriquero otra vez en el mismo sitio y decir. "Ya está", "Como si nada. Si al fin y al cabo está seco".
El guarda se río, y me dijo que no volviera a hacerlo.
Ojalá tu hijo encuentre su salamandra. Preguntaré si por aquí hay en el reptilario de Tabernas.
Un abrazo
Preciosos lugares para despejar el alma, Carlos.
Por la salamandra no te preocupes. En la base del Risco de Pájaros vimos dos en la noche del GTP. Les dije que esperaran un añito que serían famosas ;)
Lo del Mateo es una serie normalita, pero sus paisajes me recuerdan que quiero volver a Asturias. Allí me encuentro como en casa.
Zero
Gran reportaje,ciertamente Asturias es especial,uno de mis lugares preferidos,lo tiene todo,paisajes espectaculares,gastronomia de lujo y muy buena gente.
Me alegra que vayas recuperando el dia a dia,te lo mereces...
Un fuerte abrazo,Carlos
Loken...
Bonito fotoreeportaje de las Asturias. Pasáselo a un tal Woody que creo sabe apreciar tambien aquellas tierras.
Espero que te vayas encontrando mejor día a día, en todos los aspectos. Y tambien dejando atrás el recuerdo abdominal de las fabes y demás, que me encantaría verte por ahí triscando otra vez cual montesa. :-)
Publicar un comentario