Ayer mi club, Ecosport Avila, celebró la IV Edición de la Carrera del Vivero, de la que ya di cuenta el año pasado. Es una carrera divertida, de unos doce kilómetros fundamentalmente de camino, con algo de asfalto y senderos, este año parcialmente embarrado y donde en muchas zonas es difícil marcar un ritmo. El recorrido es durillo, pero sin exagerar, de esos de los que reniegan los pura sangre ruteros pero que no ofrece mayor dificultad a un trotón vocacional como yo.
La mecánica de la competición es sencilla: se hacen dos equipos al azar, este año rojo y azul, (y aprovechando el nombre del club, Eco y Sport), se anotan los puestos de llegada, asignando al corredor el correspondiente número de puntos según ese puesto, y el equipo que menos sume, gana. Como viene siendo habitual servidor quedó incluído en el equipo de los perdedores, por lo que tuvo que soltar sus tres euros, y lo peor: soportar junto con el resto de "rojos" la mofa del equipo azul... El pago es más simbólico que otra cosa, ya que después de la carrera quedamos todos en El Soto para comer con las familias que quieran acompañar y cada asistente paga otros cinco euros. Comida de hermandad en la que no faltaron los hornazos, las empanadas, las tortillas, pasteles, chupitos y algún que otro cigarrito. Risas, partidas de cartas, fútbol y el tiempo acompañando y regalándonos un día de lo más agradable. Un día perfecto.
En lo puramente atlético encontré pronto mi sitio en un grupete de tres rojos y dos azules, a saber: mi primo Jesús, (el de la foto, rival encarnizado como podéis ver en ella por la sonrisa forzada que ambos mantenemos a duras penas), los hermanos Soriano, José y María, ambos rojos, y Rosalina, azul. El ritmo que marcamos, más cerca del de media que del de maratón, me resultaba cómodo. En todo momento me encontré "sobradillo" y un punto, o dos, por debajo de lo que podría haber corrido, sensación que me dejó muy satisfecho de cara a los meses que vienen y al entrenamiento para San Sebastián dado que hasta ahora sigo apenas trotando suave. Por delante veía a Isidoro, un azul al que podría haber intentado "cazar", pero las dudas sobre si a él le hubiera quedado un cambio que a mí me dejara en tierra de nadie, (y eso en caso de haberle alcanzado), unidas al hecho de que el grupete con el que iba era de lo más agradable, y a mi "natural gandul", como dice mi amigo Jesús, hizo que me quedara disfrutando de la compañía y el paisaje. (Por cierto, al paso por El Fresno vimos un espectacular campo de amapolas del que he publicado un par de fotos en mi otro blog, ya que me faltó tiempo para ducharme una vez acabada la carrera, coger el coche y desandar lo corrido por la mañana para, antes de comer, tomar unas cuantas).
La estrategia de equipo estaba clara desde el principio. José, un atleta de mucho más nivel que el resto, haría de liebre de su hermana y la llevaría "en volandas" hasta meta, por lo que mi "trabajo", se limitaba a entrar delante de los dos azules del grupo, así que un par de kilómetros antes de meta aceleramos un poco para probar las fuerzas de cada cual, limar las que les quedaran a los que iban algo más apurados y evitar sorpresas en forma de sprint, especialidad que no es mi fuerte como muy bien sabe mi amigo Lander. Mi primo Jesús se quedó algo descolgado a unos cientos de metros, y ya casi en meta, cuando ví que mis dos compañeros rojos, María y su hermano José, se iban por delante sólo me quedó asegurarme de que Rosalina no me sorprendiera con un último cambio, cosa que valientemente intentó.
En resumen, como casi todas las entradas que escribo últimamente, un día totalmente satisfactorio.
9 comentarios:
Oye, qué divertido!!...me encantan las carreras que se hacen por equipos...y más así, tan de buen rollo como se nota que la vivisteis vosotros...
Si es que estando tú ahí, no puede ser de otra manera.
Besitos y felicidades por tantas entradas de días especiales.
¡Qué bien encajarías tú en estos saraos Syl...!
Besos para tí guapetona. ;-)
Me gusta, me mola esta iniciativa. La verdad es que habiendo tantas carreras como hay, está bien que intenten innovar metiendo ideas como ésta. Además así meten el espíritu de equipo en un deporte tan solitario como es correr :)
A pasarlo bien!!!
La idea de los dos equipos me parece divertidísima. Creo que habría que exportarla a gran escala, al estilo San Silvestre. Eso fomenta un pique sano que está muy bien.
Si además de pasarlo bien se disfruta de una buena comida y bien acompañado, ¿qué más se puede pedir?.
Abrazos, Germán.
Para mi que la carrera era lo de menos viendo el menú que os esperaba, de todas formas has estado muy bien en la estrategia final ;-)
Yo hubiera preferido otro color, el verde por ejemplo que para eso soy bético (y de los Celtics).
Para que quieres escribir otro tipo de entradas,todas así de buenas y satisfactorias,así que en el equipo de los perdedores eso no se dice,en el equipo de los que lo intentan.
Y me pregunto yo por que aquí no hay carreras así,todo lo que se sale de la norma es lo mejor,a esta me apuntaba yo pero rápido,un saludo.
¡Qué chulada de club! Es estupendo extender el ludismo de la carrera hasta la mesa y el mantel. ¡Eso si que sí un día redondo!
Hita y Germán, creo que el sabio Santi ha dado en el clavo: lo importante es más la comilona que la carrera en sí, aunque hay máquinas que la disputan por aquello de mantener su prestigio. El mío sale a relucir después, frente a las empanadas...
David, pues no se. Exceso de competitividad quizá. Por suerte en mi club (todavía) pensamos que lo importante es el resto.
Alfonso, redondo..., como el perfil que se le queda a uno después de tan dura jornada...
Gracias a todos. ;-)
Me imagino que como ya me vas conociendo no te extrañará que me vaya directamente a....
Las dos amapolas!
Bessooss
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