miércoles, 26 de mayo de 2010

Primer, ¿y último?, ensayo para el Gran Trail. Gañanada en la Sierra…

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Noche cerrada aún en Navaidem. Falto yo, pero alguien tenía que hacer la foto…

Hoy por hoy el Gran Trail queda muy lejos de mis posibilidades. Esa es la conclusión de la ruta que hicimos el sábado sobre el recorrido de los dos primeros controles con la intención de conocer el terreno, simular el ritmo que deberíamos llevar ese día y probar el material. El resultado fue un verdadero desastre.

A las seis de la mañana estábamos todos en Navacerrada, (menos Guille, que se nos durmió, jejeje…), debidamente pertrechados con la intención de encarar los primeros treinta y siete kilómetros del Gran Trail. En este enlace podéis ver la descripción detallada del recorrido. Como decía, la idea es apurar los horarios de cierre de control, que en estos dos primeros tramos son muy ajustados, y comprobar como “se nos quedaba el cuerpo” para seguir setenta kilómetros más hasta meta y completar así este terrorífico perfil en las treinta horas de plazo máximo.

No sólo la experiencia fue todo un fracaso para casi todos los que componíamos el grupo, sino que además fuimos capaces de demostrarnos una vez más lo gañanes que podemos llegar a ser. Ya a quinientos metros de la salida nos equivocamos de camino e hicimos un kilómetro “de clavo”, y eso que íbamos equipados de mapas, gps y resto de parafernalia tecnológica… Quizá también llevábamos algo de ¿prisa?, ¿precipitación?. El caso es que durante toda la jornada perdimos muchísimo tiempo en andar y desandar, atravesar trochas y senderos apenas insinuados por no parar un par de minutos y pensar. Gañanes, (y yo el primero).

navacerrada_canto-cochino 22-05-10 - 0004Clarea por detrás de La Maliciosa. 

La subida a La Maliciosa por La Barranca la conocía por aquella preciosa salida con Noe, Pedro y Alakan, de hecho la ruta del Gran Trail es incluso más llevadera pues el acercamiento se hace por pista en lugar de por los recoletos senderos que Alakan tuvo a bien enseñarnos. La temperatura, tórrida más adelante, aún es fresca. Subimos por la cara suroeste, lo que hace que el sol no nos vea casi hasta el mismísimo Collado del Piornal, ya finalizada la parte más dura de la subida. Mis sensaciones son las esperadas: estoy fuera de forma y los milagros no existen. Sé sufrir, pero eso sólo me hace poder acercarme algo más a mis límites, no baja mis pulsaciones ni mitiga mi dolor. Antes de llegar ya perdemos un par de efectivos que deciden ir a su paso a Canto Cochino.

navacerrada_canto-cochino 22-05-10 - 0008 Risueños, confiados e ingenuos paquetillos en La Maliciosa.

En el alto de La Maliciosa hacemos una breve parada y nos tiramos para abajo, por el técnico descenso en dirección a la Sierra de Porrones. Y empiezan los problemas: yo llevo el track publicado por la organización en mi gps, pero sobre él ha habido modificaciones que intentamos seguir sobre el mapa, sin previo acuerdo, por las descripciones impresas en papel. Resultado: un puñado de nosotros tira por la cuerda de la sierra, otro a media ladera, y otros nos apuntamos a que sean el resto los que hagan el trabajo sucio, se lleven la gloria del acierto en la elección o las mofas por tener que recular y desandar lo andado. Primera conclusión: somos un grupo demasiado numeroso y heterogéneo, lo cual no sería malo “per se”, siempre que las cosas hubieran quedado claras de antemano y nadie arrastrara o se dejara arrastrar por el resto.

navacerrada_canto-cochino 22-05-10 - 0010 Parada, breve, como todas, en el mirador del Collado de los Pastores.

Con unos cuantos arañazos en las piernas, algún “tira por ahi”, (sin tilde), unos cuantos “no, mejor sube p’allá”, llegamos en varios grupos al Collado de los Pastores donde hacemos reunión. En ese punto bajamos unos kilómetros por la pista conocida como “Las Zetas”, de piso de zahorra y cómoda de trotar. El calor ya se hace notar, al igual que mi tendón de aquiles derecho… Supongo que castigado por la subida y bajada a La Maliciosa, es con el cambio de pisada cuando decide quejarse. Cojeo levemente. Al poco llegamos al inicio de una senda muy técnica que ataja entre unas curvas de la pista y por la que descendemos con mucha precaución, no sólo por el asumido riesgo de resbalón, sino porque en algunas zonas está sembrada de estacas metálicas que supongo sujetarían las alambradas de fijación del terreno que vemos en alguna ocasión y que intuyo sirven para consolidar la vegetación que proteja de la erosión tan frágil ladera. Son peligrosísimas: una caída encima de una de ellas podría ser fatal y me sorprende que el Gran Trail no lo prevea. Más tarde nos damos cuenta de que, por supuesto, habíamos errado el camino… Salimos de nuevo a la pista, y hay que buscar otra senda… Soy consciente de que no puedo soportar otra bajada como la que acabamos de hacer. Mi tendón se queja cada vez con más fuerza y empiezo a sentir los primeros síntomas de agotamiento. El calor es horrible y ha aumentado mucho en poco tiempo al perder varios cientos de metros de altura tan rápido.

Al llegar al inicio de una nueva senda, ya con el parking de Canto Cochino a la vista, allá lejos al fondo del valle, decido seguir por la pista en lugar de castigar mi tendón con una bajada como la que acabamos de dejar atrás. Aquí cometo la gran tontería, la suprema gañanada del día de la que soy único responsable: en lugar de comprobar por mí mismo el mapa, me dejo guiar y sigo el ramal de la pista que sale a nuestra derecha. Error. Ese ramal me lleva de vuelta al Collado de los Pastores… Casi dos kilómetros al trote, parte cuesta arriba, para al final tener que volver al sitio de partida y buscar la senda que quería evitar… Por suerte esta sí es la “oficial” y es muy corrible, preciosa y sombreada, cosa que agradezco infinito después de unos kilómetros en solitario y bajo un sol que ya es de justicia.

Al final, con mucho retraso, llego a Canto Cochino, donde los amiguetes están esperando. Mil perdones y más gracias aún.

Organizamos rápidamente mi evacuación. Soy el tercero de los doce que se borra, cuarto si contamos al dormilón de Guille..., que al final se despertó y está en Canto Cochino dispuesto a hacer la segunda parte de la ruta. Tiene su coche en Manzanares el Real, a unos seis kilómetros. Allí se dirigen a su paso Pepo y Manolo, que también han dejado el suyo, pero con los que no consigo hablar por teléfono para que me esperen e ir juntos al Puerto de la Morcuera, donde recogeremos a los que terminen la ruta, y así, con el resto de coches bajar a Miraflores de la Sierra, donde comeremos. Luego habrá que repatriar a los que tenemos el coche en Navacerrada…, menudo operativo… Ni el Desembarco de Normandía oiga…

La Senda Qebrantaherraduras, que me llevará de Canto Cochino a la entrada del parque es fácil, divertida y muy transitada; y con los jarales en plena floración ahora está preciosa, aunque no la disfruto lo que mereciera, ya que bajo hacia Manzanares el Real cansado por el recalentón para no demorarme mucho en llegar a Canto Cochino y por la sensación de que el objetivo de este año tendrá que ser el del año que viene. Eso sí, posteriormente esa sensación no me privó de tomarme mis buenas jarritas de cerveza con limón y dar debida cuenta del menú que teníamos concertado en Miraflores de la Sierra

En Manzanares el Real encuentro a Pepo y Manolo. Poco después nos llama Guille que también abandona junto con Carlos y Andrés, (y van seis de doce), a los que recogemos en la carretera.

Mención aparte para los otros seis componentes del grupo que sí tuvieron el valor y la fuerza para completar la ruta en once horas, (perdiendo según ellos la dirección correcta en muchas ocasiones), y cuyo rostro era todo un reflejo de la dureza con la que se encontraron: Yoku, Pardillete, Ibki, Miguel B, Txamo y Aspen. Hablamos de corredores curtidos, maratonianos de pro, veteranos montañeros alguno de ellos e incluso un ironman, a los que no les arredra ni les pilla de sorpresa dar todo de sí mismos. Aún así estaban destrozados y ninguno confiaba en sus posibilidades de terminar el Gran Trail en tiempo.

Tendré que reflexionar sobre cómo me tomo el Trail, lo que significa determinar el sitio exacto de mi abandono… Vaya año. Sigo sumando objetivos incumplidos…

Aquí os dejo mi track, (al final poco tiene que ver con el oficial), y el mapa interactivo de la ruta:

 

¡¡¡IMPORTANTE!!!

Las descripciones de rutas de montaña que hago en este blog son tan sólo expresión de mis impresiones y sensaciones de ese día concreto, y por tanto totalmente subjetivas. No tienen porqué coincidir con las de cualquier otra persona, incluso realizándolas en las mismas condiciones. Tampoco son guías exhaustivas. A pesar de que procuro que todos los datos que ofrezco sean correctos, sería recomendable que antes de hacer alguna de ellas te informaras sobre las mismas en publicaciones especializadas. No obstante, si crees que te puedo servir de ayuda, o necesitas alguna aclaración, ponte en contacto conmigo. Por último, tienes que tener en cuenta que la montaña es un entorno potencialmente peligroso. Usa el sentido común y no afrontes recorridos para los que no estés absolutamente seguro de estar suficientemente preparado y equipado. Y ten siempre en cuenta las posibles complicaciones meteorológicas, muchas veces imprevisibles.

miércoles, 12 de mayo de 2010

Caminamos por Haití.

carrera_haiti La Asociación de Amigos del Camino de Santiago de Ávila organiza el próximo domingo 16 la II Peregrinación Contra la Pobreza en el Tercer Mundo, un recorrido de unos once kilómetros entre la Plaza de la Catedral de Ávila y el Santuario de Nuestra Señora de Sonsoles, acabando en el Albergue de Peregrinos “Las Tenerías”, de nuevo en la ciudad. Mixto de camino y asfalto sin ninguna complicación salvo el último kilómetro de cuesta llegando al Santuario. Un paseo de lo más agradable para los que nos apuntemos.

La inscripción es gratuita aunque se solicita un donativo que este año irá destinado a proyectos solidarios en Haití.

Mi hijo, con el que andaré el domingo, juega el sábado el último partido de fútbol del año, por lo que podríamos considerar que esta peregrinación es el aperitivo de nuestra nueva temporada de montaña que espero sea al menos tan sabrosona como la pasada…

viernes, 7 de mayo de 2010

Uno de esos días...

Apenas media hora de trote muy suave con pésimas sensaciones. Entras en el ascensor y te miras en su espejo. Tu rostro gris devuelve una mirada lejana, cansada y sin brillo. Tus sienes se van cubriendo de blanco, al igual que la barba de dos días que no has querido afeitar. Tomas conciencia de tu cuerpo, agotado por la falta de descanso, quejumbroso por los muchos años que ya pesan sobre él, por todas las lesiones que un día padeció y por alguna de la que aún renquea, pero sobre todo, dolorido por albergar un alma que lleva mucho tiempo sufriendo, impotente.

A veces llega un momento en que

te haces viejo de repente.

Sin arrugas en la frente

pero con ganas de morir.

Poco te sorprende ya en este anodino mundo. Hace tiempo que perdiste la ilusión, y la soledad es frecuentemente tu única compañía.

Paseando por las calles

todo tiene igual color.

Siento que algo echo en falta,

no sé si será el amor.

Hace meses que no duermes bien. El brillo verdoso y fantasmagórico de los números de tu despertador es testigo de largas horas de insomnio en busca de respuestas que sabes no encontrarás, a la espera de un milagro que no ocurrirá, mientras te aferras a una vana esperanza.

Me despierto por las noches

entre una gran confusión.

Es tal la melancolía

que está acabando conmigo.

Siento que me vuelvo loco

y me sumerjo en el alcohol.

Las estrellas por la noche

han perdido su esplendor.

Y te gustaría contarlo, gritarlo a los cuatro vientos, pero las palabras se ahogan en tu garganta, y tus dedos tropiezan en el teclado, y los sentimientos brotan y fluyen, y giran…, pero quedan dentro.

Y un buen día vuelves a sentir lo mismo que aquella tarde mientras comías con tu hija: siempre hay alguien que ya lo contó antes. Alguien que sí supo sacarlo fuera y cantarlo.

He buscado en los desiertos

de la tierra del dolor,

y no he hallado más respuesta

que espejismos de ilusión.

He hablado con las montañas

de la desesperación

y su respuesta era sólo

el eco sordo de mi voz.

Y un nudo ata tu garganta. Y el inmenso peso de la pena ahoga tu corazón. Y aprietas los ojos, ¡joder, cómo duele!, y ni llorar puedes...