martes, 23 de diciembre de 2008

Felices fiestas

Pues eso, que aunque suene a tópico, típico y utópico, llega el momento de desear a todo el mundo felices fiestas. Salud, dinero y amor a raudales, que se solucionen nuestros problemas y que el año que entra sea venturoso.

Había pensado soltar un rollo pseudofilosófico acerca de la hipocresía con que nos tomamos esos buenos deseos e intenciones, de una forma tan puntual como prontamente olvidada, pero año tras año veo perplejo como sucumbo al espíritu navideño y entre turrón y turrón olvido afrentas y me replanteo metas y objetivos vitales con la mejor de las intenciones, se me reblandece el alma y creo que soy algo mejor persona. Así que de corazón os deseo a todos los que por aquí pasáis, unas muy felices fiestas en compañía de los que os quieren.

Este año quería dedicaros algo especial después de que Lander me pisara mi primera idea con esta entrada suya, (es ley de vida, Lander es más rápido que yo), y creo que lo he encontrado. Relajaos, apagad el móvil y cerrad los ojos:

God Rest Ye Merry, Gentlemen es un antiguo villancico británico, quizá el más popular de los que por la Pérfida Albión se cantan en estas fechas, y que en la voz de Loreena McKennitt se convierte en algo sublime.

lunes, 22 de diciembre de 2008

V Carrera de Navidad de Cercedilla.

ana y carlos corriendo sobre nieveFoto gentileza de Ana, (a mi lado), y hecha por Fara. Mi excelente compañía de ayer.

A las ocho de la mañana el termómetro de la Plaza del Descubrimiento, en Avila, marcaba cinco grados bajo cero. El mismo termómetro a las tres de la tarde arrojaba diecisiete grados positivos. Veintidós grados y siete horas después, llego de nuevo a casa tras mi primera, (espero que de muchas), participaciones en una magnífica carrera: La Carrera de Navidad de Cercedilla, que este año celebraba su quinta edición.

Doce compañeros del Club de Atletismo Ecosport llegamos a Cercedilla sobre las nueve de la mañana. El día era soleado y brillante. Precioso. Durante el viaja la temperatura ya había subido bastante, y auguraba un día perfecto para correr por un circuito, en mi opinión también perfecto, que aunaba una pizca de asfalto, caminos embarrados, pedregales, robledales, pinares, dehesas en las que apaciblemente pastaba ganado, praderas, algún tramo deslizante por el hielo y nieve, un par de cruces de frescos arroyos... La organización decidió a última hora recortar unos quinientos metros que resultaban peligrosos por el hielo, (¡madre mía cómo estarían visto lo que dejaron!), por lo que la distancia aproximada fue de algo más de once kilómetros.Todo ello en un perfil, según sus organizadores, más duro que el de un cross pero menos que una carrera de montaña al uso. Ideal tanto para debutantes como para expertos en esto del triscar por el monte y que sólo quieran disfrutar. ¿Y la organización?. Pues también perfecta, y no soy generoso, es que realmente TODO ha estado perfectamente controlado, señalizado, amenizado... La recogida de dorsales y chips prácticamente instantánea, el recorrido marcado cada pocos metros, y con muchos voluntarios avisando de las placas de hielo, cruces..., un avituallamiento de agua y fruta a media carrera, ánimos constantes, carreras de chupetines por el pueblo... Una organización modélica.

En lo personal lo tenía muy claro: era día de disfrutar y no sufrir lo más mínimo, y a eso ayudó que al saludar a Mayayo y Dallas esta dijera que también corría pero que tenía sus dudas sobre si podría acabar. Y como a mí me hace falta poca excusa para ir, (aún más), lento, enseguida me ofrecía a acompañarla a su ritmo. En la salida se nos une una encantadora amiga suya, Fara, así que con tan espléndida compañía, un recorrido ideal, buena temperatura y un sol radiante nada podía salir mal.

La carrera este año discurría durante un par de kilómetros por asfalto, ganando altura sin salir del pueblo, pero al poco se interna en caminos que después de los recientes temporales tienen aún nieve y algo de hielo.

Ana es la que marca el ritmo. Trotamos suavemente y a veces, cuando las cosas se ponen difíciles, andamos unos metros. Yo voy muy tranquilo, lo que me da la oportunidad de gozar de paisajes de postal y de disfrutar cada paso. Lo variado del recorrido hace que pasemos de una cuesta abajo con placas de hielo a tener que cruzar un riachuelo. El estrecho puente está petado de corredores que pasan de uno en uno, pero yo aprovecho para darles un lavado a mis Asics Trabuco cruzando por el agua. Tendría ocasión de hacerlo un par de veces más. Más tarde viene una cuesta arriba importante. Si antes hemos cruzado un joven robledal, ahora el bosque es un denso pinar entre cuyas raíces se entrecruzan varios senderos apenas insinuados y donde más que correr, trepamos. Después de aquella loma el bosque se abre y cae una pradera, aún nevada, blanca y refulgente al sol, donde los más atrevidos se dejan caer sin control aún a riesgo de algún resbalón o de pisar algún hueco oculto por la nieve. Mientras, el ganado mira con sus vacuos ojos, sorprendidos por esos seres ruidosos torpes y desmañados que rompen su apacible rutina. Hay caminos, senderos, barro, charcos en los que te hundes hasta el tobillo... Todo un cúmulo de imágenes y sensaciones diferentes a cada paso que hicieron que maldijera la hora en que no me llevé la cámara de fotos... Sólo al final hay una tremenda cuesta de unos trescientos metros en la seguro que pocos pudieron correr y donde la organización puso sus tradicionales carteles de ánimo.

La carrera se me hace muy corta, casi sin darnos cuenta llegamos de nuevo al pueblo, y a pesar de entrar en las últimas posiciones todavía hay mucha gente animando en meta. Recogida de bolsa del corredor y avituallamiento vario, más que suficientes ambos, (aunque no llegamos a los polvorones y el vinito dulce, gracias a los buitres varios que por allí sobrevolaron antes que nosotros). Me despido de mis encantadoras acompañantes, que han corrido como unas campeonas, y de Mayayo y Wild, que andan ya ilusionados con la excitante temporada que les espera. Cañitas varias con los compis de club para terminar y lo dicho: un día redondo que cumplió con creces las expectativas.

martes, 9 de diciembre de 2008

No le damos suficiente importancia

OLYMPUS DIGITAL CAMERA Extracto de una de mis respuestas en el foro de ElAtleta.com el día cuatro de diciembre:

"Esta tarde sólo 8K. He estrenado zapas y el terreno estaba pestoso, blandurrio y lleno de barro. No me apeteció correr más. "

Respuesta de Pedro, (Jordan en el foro. El Gebre al que se refiere obviamente soy yo):

"Gebre,solo 8 kms? Y con barro,lo que comentaba con Loco y Equis un dia,no damos valor a lo que hacemos,solo 8 kilometros,y se queda tan pancho..."

Y el jodío me hizo pensar...

Tiene razón Pedro. Este lunes salí a correr con mi hermana. Ella lleva años de sedentarismo aunque el año pasado, en un arranque frustrado de echarse ambos a trotar, tanto mi cuñado como ella corrieron la carrera Cuesta del Tirón, en San Agustín del Guadalix. Aquelló quedó en mera anécdota hasta hace unos meses, en que está procurando tener más continuidad y me comenta ilusionada sus progresos. Su problema es que apenas puede salir dos o tres días por semana, por lo que le he aconsejado simplemente que trote y disfrute, en contra de la opinión de "ese amigo que todos tenemos" que le calentó la cabeza con series y demás. Total, que nos pusimos a pisar barro a ese trotecillo suave del que empieza, y que bastante tiene con desplazarse tan sólo ligeramente más rápido que andando. Hicimos unos cuarenta minutos a seis cuarenta por kilómetro, un ritmo tan lento que ni siquiera yo toco, pero que para ella constituyó un entrenamiento en toda regla pues al final sus pulsaciones ya eran altas, y al acabar volví a recordar la afirmación de Pedro que seguía rondando en mi cabeza.

A veces, (los que somos afortunados, que nadie se me enfade, que habrá quien no tenga la suerte de identificarse con esta entrada y bien que lo siento), nos acostumbramos tanto a lo habitual que nos resulta meternos para el cuerpo una buena dosis de kilómetros, que olvidamos a toda esa gente para los que ya el mero hecho de ponerse unas zapatillas supone todo un paso adelante. Quizá nos olvidemos incluso a nosotros mismos en nuestros comienzos.

Leí en una ocasión que la felicidad, los sentimientos positivos, el bienestar suelen ser más efímeros que aquellas sensaciones que nos hacen desgraciados debido a que nuestra mente tiende a acomodarse a lo bueno y a no tolerar lo malo, en una especie de mecanismo de autosuperación que nos hace siempre mejorar y buscar objetivos más ambiciosos de los ya conseguidos. Quizá esto sea deseable, pues en el camino hacia la consecución de esos objetivos evidentemente nos esforzaremos por mejorar, pero creo que también deberíamos hacer un esfuerzo por mirar atrás, al lugar desde el que partimos, con la perspectiva de la experiencia pasada y el esfuerzo realizado a fin de valorar mejor el lugar en el que estamos. No creo que eso nos distraiga de nuestras metas ni nos impida seguir mirando hacia adelante, hacia la mejora, pero sí creo que nos hará más felices el no olvidarnos de lo que nos costó llegar allí.

A veces tiene que venir una persona sensata como Pedro, o el pulsómetro de tu hermana echando humo mientras tú no has roto a sudar, a recordarte que la mayor parte de la gente NO PUEDE correr ocho kilómetros, y lo que tú haces realmente es importante y tiene su mérito por más que si nos empeñamos en mirar para arriba al final todos encontramos quien nos haga sombra.

Ocho kilómetros o los seis que hice con mi hermana..., o quizá simplemente un paseo por el parque dentro de unos años... No importan tanto el ritmo o la distancia como el hecho de PODER HACERLOS, de tener la salud, la energía y las ganas de seguir disfrutando de mover nuestros pies siquiera un poco más rápido de lo normal. La mayoría de los que por aquí pululamos somos afortunados, quizá para muchos que nos ven desde fuera incluso admirables. No lo olvidemos y disfrutemos de ello.

lunes, 8 de diciembre de 2008

Mi primera carrera de orientación

san_sebastián_maria (11-08) 014 Pues sí. Uno de los secretillos que he tenido durante este tiempo ha sido mi debut en carreras de orientación. Como podéis ver en la foto, me encuentro mapa en mano, comprobando situación y recorrido, y con el resto del equipo esperando mis precisas instrucciones para llegar al punto de control establecido.

El pasado sábado, antes de que mis amiguetes llegaran a San Sebastián y fuéramos todos a recoger los dorsales para el maratón, me acerqué con mi familia al Museo Kutxaespacio, en el Parque de Miramón, al sur de la ciudad. Una zona boscosa, recorrida por el camino asfaltado que véis, en la que se encuentra el Parque Tecnológico Miramón que acoge el museo y varios edificios de reciente factura. El Museo sigue la tendencia del "prohibido no tocar", al estilo de los Cosmocaixa de Alcobendas o Barcelona, la Casa de las Ciencias de A Coruña o el Museo de las Ciencias de Valencia. Son instituciones tremendamente didácticas, en las que los pequeños, (y no tan pequeños), pueden experimentar, ver, oir, tocar la ciencia..., aprendiendo mientras juegan porqué los faquires no se clavan cual pinchos morunos en sus camas de clavos, (mi hijo lo probó tumbándose en la cama casi antes de que la monitora acabara de pedir un voluntario), o cómo un susurro casi inaudible a un par de pasos puede sin embargo oírse a decenas de metros.

Pero a lo que iba. Después de visitar el museo decidimos ir andando por el bosque hacia Anoeta, distante aproximadamente un par de kilómetros del lugar donde estábamos. La foto recoge el momento en que, después de recorrer esos dos kilómetros sin que Anoeta diera muestras de aparecer, me decidera a consultar el plano, comprobando que pese a las dudas de mi esposa e hija, y como no podía ser menos siendo yo el guía de la expedición, estábamos en la dirección correcta..., error del que me sacó un amable donostiarra un par de minutos después, mientras me indicaba con una sonrisa entre divertida y socarrona que la dirección correcta era la contraria, para solaz, burla y regocijo de mi familia, que ya tuvieron excusa para reírse se su esposo-padre durante el resto de la tarde.

Este hecho, sumado a que en la Media Maratón de Montaña Solidaria por dos veces Zerolito me indicara que tomaba un camino incorrecto, hace que "lo" de correr el MAM en junio pueda significar darle nuevo contenido a la palabra aventura... ¡Zerolito, te necesito!

viernes, 5 de diciembre de 2008

Podría ser una de mis "canciones de una vida"

La primera vez que escuche Viva la Vida, de Coldplay, fue en esta entrada del blog de Yoku e inmediatamente me cautivo su música, con ese toque ligeramente "épico", como de marcha militar. La letra, una vez la traduje, demostró estar a la altura. ¿Habla de la conquista de Jerusalén por los Cruzados?, ¿del destierro de Napoleón en Elba?, ¿del derrocamiento de Luis XVI?. Los fans no se ponen de acuerdo y sinceramente tampoco creo que tenga tanta importancia saber en qué pensaban Chris Martin y compañía cuando la compusieron. Lo cierto es que es una letra trabajada, sonora, contundente y con clase. Llega hondo y en mi opinión es lo suficientemente ambigua, (quizá porque Coldplay sólo pensara en hacer una buena letra y nada más), para poder aplicarla a todo aquel que sufrió el doloroso ciclo de llegar al poder y ejercerlo sin oposición, tiránicamente, para caer al cabo, cual Lucifer, en el infierno de su pérdida, con los enemigos creados por el camino buscando venganza. Filosófica, poética...

Quizá por eso no deje de ser una curiosidad el que un grupo prácticamente desconocido, Creaky Boards denunciara al grupo inglés por plagio de su canción The Songs I didn't Write, en lo que más pareció una campaña de publicidad encubierta. Aquí el vídeo "promocional" con el que denunciaron el hecho:

Más creíble, (o al menos no tan interesada), parece la denuncia de Joe Satriani, uno de los mejores, si no el mejor guitarrista rock de la historia. Según él Viva la Vida incorpora partes de su tema If I could Fly, afirmación que vosotros mismos podéis valorar en este otro vídeo en el que ambos temas suenan por separado y luego juntos:

En cualquier caso, lo cierto es que Coldplay publicó una canción sobresaliente. En mi opinión mucho mejor que aquellas a las que según sus autores plagió:

martes, 2 de diciembre de 2008

1/3 de maratón

OLYMPUS DIGITAL CAMERA Me gustan los finales felices. No me gustan los dramas románticos en los que dos maduros encuentran el amor de sus vidas después del fracaso de sus anteriores matrimonios, para descubrir a continuación que a uno de ellos sólo le quedan unos meses de vida. No me gustan las películas "basadas en hechos reales" de los sábados en Antena 3. No me gusta sufrir en la ficción ni hacerlo por afición. La vida ya es demasiado dura como para permitírnoslo, aunque allá cada cual con como quiera pasar su tiempo libre. A mí me gusta disfrutar de él, y prefiero una de humor absurdo al estilo Leslie Nielsen que un peliculón como Titanic; y a Jackie Chan dando mamporros que a Merryl Streep soltando lagrimones.

Por eso me atrevería a calificar el fin de semana laaargo, (pues tempranito en la mañana del viernes ya estábamos mi familia y yo en el hotel en San Sebastián), como "de cine". Del cine que a mí me gusta, del que acaba bien, del que te hace reir o sonreir, (que no es lo mismo, prefiero lo segundo), a cada instante en una contínua sucesión de momentos, felices a veces, hilarantes otros.

Como mi familia y yo fuimos la avanzadilla de ese nutrido grupete de paquetillos que nos presentábamos en Donosti, tuvimos tiempo de disfrutar de algo que valoramos muchísimo por lo escaso de las veces que nos lo podemos permitir debido al trabajo de mi esposa: tiempo juntos. Juntos paseamos por la orilla del Cantábrico, de la playa de Zurriola al Peine de los Vientos. Juntos disfrutamos del olor a sal y del rumor del mar, embravecido por el viento, y juntos volvimos a recorrer las acogedoras calles del centro de una ciudad maravillosa como San Sebastián.

El sábado tarde llegaron mis paquetillos. Una marabunta de gente y chiquillos que parecían comprados a granel de tantos que eran. Pude conocer a José Luis, un cartagenero recientemente venido a corredor que debutó a lo grande, como merecía la plaza en la que lidió, y a su mujer, Lolo. Un placer pareja. Mientras las santas, (nunca mejor dicho), se quedaban cuidando de la tropa, los chicos nos fuimos a recoger dorsales. La feria, psche..., flojita, aunque el ambiente ya lo poníamos nosotros. Lo mejor fue conocer a David, un bloguero de lo más simpático con el que me hubiera gustado charlar un rato más, y reencontrarme con Alberto, un zaragozano de tres quince en maratón que tuvo a bien compartir con un servidor buena parte de los 102 kilómetros de las 24 Horas de Torrejón, y con el que me fundí en un espontáneo y agradecido abrazo nada más verle. Cenita en un italiano, veinticuatro comensales entre corredores, sufridas esposas y chiquillería varia y a acostar, quizá algo tarde para ser la víspera de la carrera, aunque a servidor, como no la iba a hacer entera, eso no le importó y no se privó de regar convenientemente la pizza, ensaladas y postres varios que degustó.

La mañana amaneció húmeda aunque sin lluvia, y algo ventosa. Fresca, justo al límite de lo adecuado para correr. Yo había quedado con Lander, Angela, (debutante en la distancia), y Carlos Darth en que este les llevaría a seis minutos justos hasta el kilómetro veintiocho, justo al lado del hotel, donde él se retiraría y me los entregaría en perfecto estado de revista para que yo les hiciera los catorce últimos kilómetros. Y así fue: a la hora justa, con precisión relojera, y con la sensación de que ambos iban muy bien, tomé el relevo. De ahí a meta intenté marcar el mismo ritmo, atento a las fuerzas de Lander, porque Angela, como todos sabíamos, se nos marchó en el treinta y seis con Piedad, una amiga suya que se nos unió en el treinta y dos y nos la "robó". Estupendo debut de Angela, que acabó su primer maratón, (ella dice que el último, pero nadie la cree), feliz y con buenísimas sensaciones y un minuto antes que nosotros, y estupendo maratón de Lander, que no flaqueó, apretó los dientes cuando las cosas se pusieron feas, y como no podía ser menos me esprintó en meta para demostrarme quien manda en las distancias cortas. Al final rebajó su marca del pasado Mapoma en casi media hora.

El resto cumplió con sus objetivos: Micra se marcó unas muy meritorias dos horas cincuenta minutos, sólo tres minutos más de su ambicioso objetivo, pero que no deja de ser un marcón para una persona que lleva relativamente poco tiempo corriendo, con un pasado reciente de sobrepeso, que se pasa el día sentado al taxi, entrenando a deshoras y sacrificando el poco tiempo libre que le queda a su afición. Admirable. Angel, el marido de Angela bajó de las tres horas treinta que tenía como objetivo. José Luis sólo hizo unos minutillos más, otro espléndido debut para otro corredor reciente que nos tiene asombrados con su fuerza de voluntad y su progresión. Y mención aparte para Pedro Jordan. Hace unos días le pedía a Angel que a su vez este le suplicara para que le ayudara a hacer tres horas treinta porque no se veía corriendo a esos ritmos toda la carrera. Hasta tuvo que pedir prestada la vaselina. Subió y bajó por la carrera haciendo de aguador sin preocuparse en exceso por el crono. No se retiró en el veintinueve porque no vió a su esposa, así que decició seguir..., e hizo marca personal por varios minutos. Ya te lo dije amigo: la falta de presión.

En lo personal, aún a pesar de la inactividad total de las dos últimas semanas, los catorce kilómetros a seis minutos no me costaron ningún esfuerzo. Una lástima porque podría haber corrido otro maratón "sin despeinarme" y haberlo disfrutado a tope, además en los dos últimos el gemelo me avisó de que no quería bromas.

Y después, a comer, (más aún, porque la Virgen Santa lo que puede devorar un ser humano como yo...). A comentar la carrera, a picar a Micra por su "petada", (¡petar a dos cincuenta, madre mía, cuantos quisiéramos!), a alargar la sobremesa, a reir, a hacernos fotos, a tomarnos un wiki en el hotel mientras Pedro Jordan llenaba servilletas y servilletas con los datos de su fore mientras Lander intentaba recordar infructuosamente su contraseña para entrar en el foro y poder contar lo bien que había ido todo... Y los niños reían, y jugaban... Todos nos fuimos a dormir satisfechos.

Ayer el día amaneció lluvioso, por lo que decidimos adelantar la vuelta. Como uno es paquete para todo se perdió nada más salir del hotel, pero con un par de llamadas y el GPS de Angel conseguimos reencontrarnos. Nieve durante el viaje, nada más salir de San Sebastián. Comida ya cerca de Burgos. Más nieve, que no dejó de caer mientras nos demorábamos en la sobremesa más de lo que a algunos, no acostumbrados al blanco manto, les parecía aconsejable y entre bromas íbamos pensando a quien de nosotros comernos primero, caso de ser necesario. Pelea de bolas de los peques en la puerta, para que no faltara de nada, y despedida final, que allí se separaban nuestros caminos. Recién llegada la noche SMSs de todos comunicando las llegadas a puerto sin novedad, Halcón Milenario incluído.

Pasada de página de un fin de semana cuajado de bonitos recuerdos, de imágenes de las que quedan en la retina y hacen que la vida sea un poco más amable. Mientras se puedan vivir momentos así, que les den a las pelis de Antena 3...