sábado, 26 de diciembre de 2009

Cueva Valiente desde el Camping de Peguerinos.

Nueva ruta montañera en compañía de mi cuñado Alberto para celebrar la Nochebuena por una zona que no conocía antes: los alrededores de Peguerinos, un paradisíaco enclave a caballo de las provincias de Avila, Segovia y Madrid. En concreto recorrimos la subida desde el camping del pueblo hasta el alto de Cueva Valiente y sus mil novecientos tres metros de altura por una ruta traspasada punto a punto manualmente al GPS desde el mapa del libro “Las Sierras Desconocidas de Avila”, de José Manuel Martín, editado por Ediciones El Senderista. No hice fotos a pesar de llevar la cámara, así que el mapa interactivo de la ruta en Wikiloc será la única ilustración de la entrada, aunque mi cuñado y yo prometimos volver más de una vez por esta ruta y me traeré seguro hermosas imágenes.

Al ser una fecha tan señalada decidimos madrugar para volver pronto y sobre las ocho y media, después de un viaje pesado y lento debido a la lluvia y la niebla, aparcamos el coche frente a la entrada del camping de Peguerinos. A pesar de haber amanecido hacía unos minutos, el día es oscuro, ventoso y lluvioso. Y la niebla nos envuelve.

Iniciamos la andadura por una senda paralela a la pared que delimita el camping, erróneamente, pues la ruta que llevo en el GPS sale justo al otro lado de esa misma pared, por lo que nos desviamos unos cientos de metros. A ello contribuyó el que en el inicio de la senda que tomamos, pero POR FUERA DE LA PARED, hay un cartel informativo sobre la ruta: el error estaba servido e interpretamos que la senda que cogimos justo al pie del cartel era la correcta. No obstante tenemos la oportunidad de hacer casi tres kilómetros preciosos, vadeando el Arroyo Chuvieco en un par de ocasiones y cruzando hermosísimas praderas cubiertas de verde y rodeadas por magníficos bosques de pino albar en las que a través de la niebla adivinamos la bucólica imagen de los caballos pastando. El suelo, saturado de agua se hundía a veces bajo nuestras suelas, ya que en algunos tramos no hay vereda. A pesar de ello avanzamos a buen ritmo con la tranquilidad de que el GPS nos orienta sobre la dirección correcta a seguir y después de un tiempo enlazamos con la ruta “oficial”, justo por encima del camping. Para entonces ya nos hemos quejado unas cuantas veces de la impenitente lluvia…

En este tramo la pista está perfectamente marcada y no hay ninguna complicación, la pendiente es leve y se gana cota de manera muy suave. Al poco llegamos al Embalse de Cañada Mojada, que a pesar de la lluvia que lleva cayendo sin cesar desde hace casi dos días está completamente helado. Aquí nos desviamos de nuevo hacia el oeste, cruzando campo a través y vadeando de nuevo el Arroyo Chuvieco que dejamos a nuestra derecha. En algo menos de un kilómetro encontramos una nueva pista perfectamente transitable excepto por las ocasionales y traicioneras placas de hielo que nos dieron algún que otro susto a Alberto y a mí. En el kilómetro ocho encontramos una fuente de la que desconozco el nombre. El frío hace parecer su agua templada..., porque para entonces el día ha empeorado aún más, la niebla se ha cerrado y apenas vemos cien o doscientos metros a nuestro alrededor en el mejor de los casos, mientras que un frío viento arrecia y ruge en las copas de los árboles. Por momentos la imagen es de una plasticidad casi de cuento de hadas: retazos de niebla colándose entre los troncos de pinos cubiertos de empapado y verde musgo. Algún tímido corzo que huye al oírnos acercar. Helechos muertos a la espera de la próxima primavera, marrones, recortados contra el verde intensísimo de la hierba fresca…

Tras nueve kilómetros relativamente cómodos llegamos al Collado de la Gargantilla, donde paramos unos minutos a visitar los primeros restos que encontraremos hoy de la Guerra Civil Española, tan abundantes por esta zona. Desgraciadamente, a pesar de servir de recordatorio de lo que nunca debió ocurrir, están prácticamente abandonados y llenos de suciedad, pero tenemos unos minutos para pensar en ese soldado, guarecido en esa garita, en invierno, con el mismo viento que nosotros sentimos encima, empapado y helado, preguntándose porqué está ahí mientras recuerda a la familia que dejó atrás.

Aquí empieza la parte dura de la ruta. Aunque en este collado enlazamos con la senda marcada, no la cogemos, y giramos hacia el oeste, por una vereda apenas marcada y muy descarnada por la que se anda con dificultad y que en los primeros cientos de metros baja paralelo al cauce del Arroyo de la Gargantilla, que nace en este lugar. Al poco giramos hacia la derecha y comenzamos a remontar altura aprovechando el cauce seco durante casi todo el año de un pequeño torrente que cae desde la cuerda de la Sierra de Malagón hacia la que nos dirigimos. Hoy sin embargo lleva bastante agua y el avance se hace difícil por el desnivel y lo suelto del terreno. Tras un kilómetro llegamos por fin a la cuerda. Aquí el fortísimo viento hace difícil incluso andar con normalidad y nos hace trastabillar lo que unido a la humedad de las rocas y a que por otra parte la niebla nos oculta los maravillosos paisajes que intuimos, hace que desistamos de subir alguno de los riscos que nos rodean.

Tras una pequeña bajada, en la que por suerte estamos algo más resguardados del vendaval, encaramos la última, y aún más dura subida a Cueva Valiente por su cara norte. Esta está marcada por pequeños hitos y zigzagea por una fuerte pendiente cubierta de árboles, alguna roca cubierta de musgo y troncos caídos. La lluvia, que se está convirtiendo ya casi en una tortura, no ha derretido completamente el hielo y la nieve de esta ladera norte, por lo que la subida, entre agarres precarios y resbalones se nos hace bastante dura. Al llegar al alto de Cueva Valiente, (realmente una explanada en la que se encuentra el pequeño risco donde un vértice geodésico marca la cumbre), volvemos a estar totalmente desprotegidos contra el viento y la lluvia que azota nuestra cara con la fuerza del granizo. De nuevo hay momentos en que se hace difícil incluso andar, y para entendernos entre nosotros debemos hacerlo a voces. La niebla nos oculta el deseado refugio casi hasta darnos de bruces contra él y ambos cruzamos los dedos pidiendo que esté abierto pues necesitamos un descanso. Por suerte así es, y además está en buen estado de conservación, incluso equipado con una pequeña mesa de campo plegable, de esas con las sillas incorporadas, de cuatro plazas, alguna raída manta y leña. Relativamente limpio y con la ventana y la puerta en buen estado.

Nos ha caído tanta agua, y con tanto viento, y hemos sudado tanto debido al esfuerzo de la última subida, que a pesar de los impermeables estamos empapados. Incluso mis guantes, están llenos de agua por dentro. Nos despojamos de las últimas capas de ropa para intentar al menos que las primeras, (camisetas y pantalones, técnicos y que absorben poca agua), en contacto con nuestro cuerpo, y debido a su calor, se sequen. Y lo hacen, pero nos quedamos literalmente helados, puesto que la temperatura a esa altura rodará esa mañana los dos o tres grados. Y lo peor es ponerse de nuevo la ropa mojada…

No obstante el bocata ha hecho maravillas en nuestro ánimo y ambos estamos de acuerdo en que el día está mereciendo la pena. Entre risas, promesas de volver en verano y pasar la noche en el refugio y lamentos por las vistas que nos estamos perdiendo, salimos del refugio, cosa más difícil de lo que parece puesto que el viento hizo que un servidor tuviera que empeñar buena parte de sus más de ochenta kilos en empujar la puerta para conseguir abrirla… Una vez fuera el temporal ha decidido obsequiarnos con una traca final en forma de gélido diluvio, horrísono viento que nos impidió hablar durante unos minutos y más y más niebla. Cueva Valiente, nos debes una…

La bajada la hicimos por la pista semiasfaltada que lleva sin posibilidad de pérdida, (evidentemente salvo nevada intensa), de vuelta al camping. El paso es fácil y rápido y al ir perdiendo cota e ir encontrando refugio de nuevo entre los árboles, en poco volvió la animada charla. Una visita a un abandonado nido de ametralladoras, algún avistamiento más de corzos y alguna rapaz que no identifiqué y hora y media más tarde estábamos de nuevo en el coche, con la calefacción a tope y planeando la próxima salida.

Un par de reflexiones. El GPS ha sido una de las mejores compras que he hecho recientemente. Sin él no hubiéramos podido orientarnos entre la niebla en los tramos en que abandonamos las pistas y nos ofreció una tranquilidad enorme a la hora de decidir por dónde avanzar con la tranquilidad de tener en todo momento una idea concreta de dónde estábamos. No obstante es una máquina, y como tal, puede fallar, por lo que sigo saliendo con mi brújula y un plano de la zona, (ayer me hubieran servido de poco de todas formas). Otra es que aunque las condiciones del jueves no fueron extremas, (unos pocos grados menos sí hubieran sido un verdadero problema para nosotros), sí fueron lo bastante duras como para pensar que un descuido en apariencia nimio como la pérdida u olvido de un gorro o un guante pueden convertirse en un serio problema y que es mejor cargar con equipo de más y sudar por ello que no echarlo de menos cuando haga falta. ¡Ah!, y de ahora en adelante no faltará un mechero en mi mochila: hubiéramos sacado buen partido a esa leña en el refugio...

Enlace a la ruta en Wikiloc. Enlace de descarga del track en .gpx, (en mi Skydrive).

15 comentarios:

Rafa dijo...

Carlos como siempre super entretenido e interesante el leer tus salidas a la montaña, tan amena la lectura como un libro.
Cuidate y feliz navidad
Rafa

mayayo dijo...

¿Por que le llamaran Cueva Valiente?
Bromas aparte, el de Peguerinos es ciertamente un valle encantado. Una pequeña joya escondida. Y entre la lluvia y la niebla puede tener un encanto especial, verdad? :-)

Amig@mi@ dijo...

Y yo por allí...
Tenias que haber venido a Talavera.
jaja. No te avisé porque fui para dos míseros días...
La verdad es que el tiempo aunque menos frío que otras veces, ha sido horroroso en cuanto a lluvia. No te cuento los viajes Almería- Talavera y viceversa, de noche y sin parar de llover, granizos, relámpagones ( daban miedo )
Sois unos valientes, eso está claro.
Un besote

Carlos dijo...

RAFA, gracias. Feliz Navidad también para tí.

MAYAYO, según he leído es por una pequeña cueva que hay en la cara norte y que tiene ese nombre. A la próxima intentaré buscarla, (si es que es cierto que existe)

MONTSE, ¿valientes?, ¿inconscientes?. A veces la diferencia estriba en salir airoso. Un beso.

Gracias a los tres. ;-)

Quique dijo...

Hola Carlos, bonita crónica...me he empapado hasta yo aquí leyendote.

El GPS es un gran invento..

Un saludo
Quique

cabesc dijo...

¡qué bueno! ¿qué te pareció el libro?
















sí, sí, leeté bien la dedicatoria, ahí le anduvimos por el campo abulense. De los que cuentas con los dedos de una mano, Jose es amigo desde esa asociación de la que habla, el club 'Enrique Tierno' que tanto nos dió.

aaaaah, existe, la cueva digo.

Anónimo dijo...

Estuve pasando una nochecita toledana en ese refugio hace dos años, en verano y a 0º, mientras en Madrid había alerta roja por el calor. El viento era helador y la niebla tan densa que sentí miedo.

La zona es muy hermosa y las formaciones rocosas del granito en la subida son espectaculares.

Yo luego bajé a la mañana siguiente entre la niebla por un pinar lleno de brezos hacia el collado del Hornillo y seguí hacia el Alto del León y más allá.

Magnífica excursión.

Carlos dijo...

CABESC, ¿libro? ¿¿¿??? No vimos ningún libro en el refugio... Si estaba en el alto, créeme que no era día de arriesgarse a un resbalón, ya que costaba incluso tenerse en pié. Y buscaré la cueva... Siempre grato leerte por aquí. ;-)

ANONIMO, bienvenido y gracias por la experiencia. Como digo en la entrada, mi cuñado y yo nos "conjuramos" para pasar una noche allí.

cabesc dijo...

Carlos: el libro al que haces referencia!!! ¿cómo va a haber un libro en la cueva? jajajjaa

Carlos dijo...

Jajajaja... Cabesc, pensé que te referías a algún libro de firmas que he visto que hay en alguna cumbres... ¿Así que eres tú el Luis de la decicatoria?, ¿y Ana es "tu Ana"? A ver si algún día la hacemos juntos. ;-)

cabesc dijo...

No das una Carlos pero vale, :-DD. Yo soy el 'Iván' de la dedicatoria y a Ana no la conocía entonces, desgraciadamente.
Estaría bien repetir un día otra rutilla del libro o ese entreno por los Castillos que tenemos pendiente ;-)
un abrazo y feliz año maestro.

Carlos dijo...

Juer... :-P :-D

Jordan dijo...

Menuda aventura Carlos,y sin avisarme,estas rutas con mal tiempo y adversidades son las que me "ponen".

Por favor,la proxima vez que hagas una ruta asi,avisame,¿vale? ;-)

Feliz entrada y salida amigo,y que el 2010,(aunque pueda venir alguna adversidad) sea lo mas venevolo posible.

Un fuerte abrazo

Carlos dijo...

PEDRO, mil perdones. No pensé que el día de Nochebuena, y a esas horas, te hubieras venido. No obstante habrá más rutas por esa zona: es preciosa y las alturas no son tan elevadas como en Guadarrama o Gredos, por lo que estarán más transitables en invierno para paquetes montañeros como nosotros. Un abrazo. ;-)

Saturnino dijo...

Como siempre fantástica excursión y sobre todo genial relato.
Un fuerte abrazo y Feliz 2010.