martes, 30 de marzo de 2010

VIII Vueltas Pedestres a Las Murallas.

El pasado domingo se celebró la segunda prueba del VIII Circuito de Carreras Populares Ecosport, las Vueltas Pedestres a Las Murallas, en mi opinión, la más bonita de las cuatro que componen el circuito. Consiste en dar dos vueltas al recinto amurallado de Avila, con un total de cinco kilómetros y medio bastante duros debido a la orografía de la ciudad y al pavimento por el que discurre, fundamentalmente de adoquín y enlosado, aunque las vistas de la ciudad compensan más que de sobra el esfuerzo ya que recorre buena parte de los más hermosos monumentos de la ciudad.

Aquí os dejo la reseña emitida ayer lunes por Televisión Castilla y León Avila al respecto:

Y en este enlace podéis acceder a las clasificaciones.

lunes, 29 de marzo de 2010

Las 6h de Fresnedillas de la Oliva.

Una carrera de pueblo. Sin tono peyorativo sino todo lo contrario: de pueblo en el sentido de sencilla, sin complicaciones, cercana, con sabor. Era lo que esperaba de ella y fue lo que me dio. Hubo sensaciones agridulces, (más dulces que agrias), en cualquier caso achacables únicamente al que suscribe y sus circunstancias, pero nunca a la organización, que sin medios, y con escaso apoyo, sacó adelante una carrera en la que repetiré siempre que pueda.

Fresnedillas de la Oliva es un pequeño pueblo, antigua aldea dependiente de Robledo de Chavela, casi escondido entre las estribaciones más meridionales de la Sierra de Guadarrama, cuya población se ha triplicado en los últimos veinte años, fundamentalmente debido al empuje de la inmigración. Prueba de ello es el contraste, sin solución de continuidad, entre el pequeño y recoleto centro urbano y los chalets que lo rodean, de reciente construcción y que le dan a los “atrases”, como dicen en La Moraña, una cierta sensación de “por terminar”. Un lugar apartado y tranquilo para vivir, donde llegué, según mi costumbre, con mucho tiempo por delante.

En la explanada donde se montó la carpa con la zona de ropero, avituallamiento y control, ya estaban Luis Arribas, (Spanjaard) y Andrés Rapaport organizando a los voluntarios. Uno de los que primero llegó fue Claudio Luna, a la postre vencedor de la prueba, y los dos, junto con Guille, fuimos a reconocer el circuito, (imagen del mismo copiada de la web oficial):

-“Esto no va a ser fácil, Carlos”, pensé en cuanto encaramos la bajada de salida. El recorrido consta de unos quinientos metros cuesta abajo y otros tantos cuesta arriba. Apenas cien se pueden considerar llanos. Durísimo muscularmente y totalmente imposible para intentar mantener un ritmo constante.

Mi objetivo principal es mantenerme en marcha las seis horas sin hacer más paradas que las imprescindibles para beber, de cara a ir curtiéndome en tiradas largas, y el secundario, hacer un maratón, que anticipo, no conseguí, a pesar de haber llegado en un par de ocasiones a hacer cincuenta kilómetros en el mismo tiempo con una cierta comodidad.

Poco a poco llegan los amiguetes. Durante la mañana se me ocurrió la hilarante comparación de este magnífico grupo con un rebaño de ovejas: a la que uno se apunta a cualquier chorrada, como atraídos por un irresistible cencerro, el resto se ve obligado a seguirlo. Lo he dado en llamar “el síndrome de la oveja modorra”. Y es contagioso, aviso.

las_6h_fresnedillas - 0007 Parte del rebaño, perdón, de los paquetes que nos juntamos el sábado en Fresnedillas.

Algunos además se han traído a las familias y sin darnos cuenta se junta un buen número de peques correteando y animando el lugar con sus juegos y risas. Algunas esposas tienen la intención de andar, unas durante unas horas, otras durante toda la carrera. Todo ello, unido al trato cercano de la organización, que, recuerdo, no son más que dos personas y un puñado de adolescentes colaboradores, y el natural amable de los ultrafondistas, a muchos de los cuales voy conociendo a fuerza de coincidir en carreras, generalmente de tan solo unas pocas decenas de corredores, conforma una prueba cercana y familiar, que es lo que la organización prometía y todo lo que personalmente yo buscaba en ella.

Por supuesto, antes de empezar, tomamos un segundo desayuno en un bar cercano. Para acabar de despejar dudas acerca de la conveniencia de ello, vemos como mientras la mayoría nos decantamos por un cafelito con tostada o bollería, Claudio se aprieta un bocata de jamón, ¡a menos de una hora de la salida!. Para compensar, diez minutos antes de la misma nosotros damos cuenta de un gran tupper de torreznos que Tutty ha traído del pueblo... Tercer desayuno que nos deja, ahora sí, listos y en condiciones óptimas para echar a trotar.

las_6h_fresnedillas - 0002 las_6h_fresnedillas - 0003 La zona de avituallamiento, ropero y control, antes de la salida.

Luis nos da una pequeña charla técnica a voz en grito ya que la megafonía le jugó una mala pasada, subido a la pared de la Iglesia y poco después se produce la salida. El paseo previo me marca la estrategia a seguir: trote suave en la pradera y posterior camino de cemento y andando la parte más dura de la cuesta. Tran-tran y ritmo tranquilo. Control de las pulsaciones y frecuente andadura para que los músculos no acumulen fatiga. Me hubiera gustado hacer más cortos los tramos andando, pero en mi estado, saliendo de la lesión y sin kilómetros en las piernas, es lo que hay. Además, el objetivo de hoy no son los kilómetros, sino estar las seis horas en marcha.

las_6h_fresnedillas - 0008 Luis encaramado al muro de la Iglesia.

Al ser un circuito relativamente corto los cruces con la gente que va más rápido, (muchos), o más lentos, (pocos), son constantes. Como la mayoría son amiguetes, en ninguno falta una palabra de ánimo. A veces decides hacer unas vueltas con fulanito, luego este para a estirar, (o le has aburrido soberanamente con tus tontás), y te enganchas a otro pobre corredor a quien dar la chapa.

las_6h_fresnedillas - 0021 Zona de pradera, justo en la salida. Un relajo para las plantas de los pies…

las_6h_fresnedillas - 0012las_6h_fresnedillas - 0013 las_6h_fresnedillas - 0023 Unas imágenes del resto de la bajada...

las_6h_fresnedillas - 0011 las_6h_fresnedillas - 0016…Y un par de ellas de la subida. 

Poco a poco los kilómetros van cayendo…, y el sol levantando… En Avila, a las horas en que salgo a trotar, la temperatura ha sido hasta ahora los suficientemente baja como para llevar como mínimo una sudadera fina, y de golpe me encuentro con un inmisericorde solazo que castiga, (y quema cual escandinavo desprevenido en Benidorm en Agosto), mi cuello y hombros. Poco a poco la sal se acumula en mi cara y aunque procuro beber mucho, sudo más del líquido que puedo reponer. Por ello, a partir de la cuarta hora decido modificar el plan y andar la mayor parte del tiempo, así que de ahí al final de la prueba hago pareja con José, mi partenaire del pasado Mapoma y la reciente Media Maratón de Segovia y de chascarrillo en filosofada pasamos tan ricamente las horas restantes.

No hay más historia de esta carrera. No hubo sufrimiento, épica, marca… Fui a pasarlo bien, a hacer la primera de lo que debiera ser una larga serie de tiradas extra largas de cara al GTP y a recuperar un mínimo de forma, y es lo que conseguí.

las_6h_fresnedillas - 0029 Mi cuñado, en el centro, al que engañé junto con su amigo Manuel, a la izquierda. Tan felices a diez minutos dela finalización de la prueba.

Y como en el foro nos trajimos mucha y sana tontería con esta carrera “de pueblo”, a la que llegamos a denominar la Marshall Race, ahí va, con todo mi cariño y agradecimiento, mi pequeño homenaje a los culpables de su perpetración:

Enlaces:

Enlace a las clasificaciones.

Album Picasa con mis fotos.

jueves, 25 de marzo de 2010

Y mi corazón late…

Lo vi, (como supongo que ya habréis hecho muchos de vosotros), en el blog de Mayayo, y desde entonces no me lo quito de la cabeza. Si tenéis tiempo, vedlo, (y escuchadlo), antes de leer.


Cierto que estoy “blandito” con el tema del GTP, tanto que se me eriza el vello a la que veo a un tipo correteando por el monte, pero pensar que en el primer fin de semana de julio yo pudiera ser protagonista de imágenes parecidas a las del vídeo… 

No me encontraba así desde el año pasado por estas mismas fechas, en que el MAM asomaba en el horizonte y a medida que llegaba el día yo temblaba de miedo ante lo desconocido y ante el temor de haberme embarcado en algo demasiado grande para mí. En aquella ocasión salí airoso a duras penas del empeño, y este año, en un acceso de, ¿locura?, ¿soberbia?, ¿simple desvarío?, me planteo ese mismo MAM, que hace menos de un año casi acaba conmigo, como un mero test. Y lo hago sin entrenar en seis meses y apenas con unas cuantas paletadas de ilusión por todo bagaje.

Y mi corazón late. Lo hace anticipando el dolor de cuádriceps, el cansancio extremo, el sabor salado del sudor en mis labios, el polvo de los senderos, levantado por  los corredores que me preceden, pegado en mi rostro. El escozor de mis ojos. La sed y el hambre. El sueño de casi dos días sin dormir. Los ánimos de mis compañeros, sus caras agotadas, como la mía propia. Las miradas perdidas y las voces lejanas, ¿sentiré de nuevo la lluvia seca?.

“Mi cabeza parece tener ganas de vagar por un sitio distinto de mi cuerpo, y comienza a llover... Pero no hay nubes. La noche se ha abierto mucho y veo la luna y las estrellas, miro hacia arriba y el agua no salpica mi cara. Miro al lago, su imagen en la noche, fantasmagórica, resplandeciente, reflejando a la luz de las farolas la imagen de la vegetación circundante. Nada altera su superficie..., pero llueve. Abro las manos, y durante unos segundos ando con los brazos abiertos en la espera de que mis sentidos se pongan de acuerdo entre ellos y diluciden lo que para mí en ese momento, y por encima de dolores y molestias, es algo fundamental: ¿como es posible una lluvia seca?, ¿la luz de la luna produce arco iris?, ¿sus colores serán los mismos que los producidos por el sol?...”

Mi corazón late anticipando los momentos en que abandonar se convierte en la única opción lógica, late anticipando la visceral rebelión contra la rendición que eso supondría: porque siempre se puede dar un paso más, siquiera uno más, y paso a paso llegarás a meta. Lo hace al ritmo de cada uno esos pasos que daré en la inolvidable noche que me abrazará en las cercanías de Peñalara, bajo el manto estrellado que marcará el camino hacia La Granja. Late al ritmo de mi respiración cuando el amanecer sorprenda mis enrojecidos ojos y los inunde de una increíble y bellísima paleta de naranjas y carmesís recordándome lo hermoso que es vivir, lo afortunado que soy simplemente por estar allí y ser testigo de tanta belleza.

Aún no es más que un sueño, ¿pero qué sería de nosotros sin sueños?

El acertadísimo acompañamiento musical del vídeo es: All The Things That I’ve Done, de The Killers.

P.D. Y pasado mañana marcho para Fresnedillas de la Oliva, a otra pequeña locura. Bendita locura…

lunes, 22 de marzo de 2010

I Love Segovia… Pero mucho, mucho…

Mientras pagaba a la amable cobradora del peaje, iba creciendo en mí ese desasosiego casi indefinible y prácticamente indetectable que produce saber que algo no va del todo bien sin poder precisar el qué. Yo me sumo muchas veces en ese desasosiego, debido casi siempre a esa característica de mi mente, (desgraciadamente heredada por mi hijo), de la que ya os hablé en otra ocasión y que defino como traslocación. Y ahora me ocurría lo mismo. Claro, que hoy ha durado poco: el tiempo justo de salir del peaje y darme cuenta de que me he pasado la salida hacia Segovia… Veinte minutos “de clavo” hasta llegar al cambio de sentido de la próxima salida y a tomar por saco la ventaja del madrugón para llegar pronto y encontrar aparcamiento cerca de la salida… Problema menor, me digo, mientras me adelantan, (muchos), y adelanto, (menos), coches, cargados de gente en chandal en busca de mi plaza de aparcamiento. Después de unas cuantas vueltas el coche queda estacionado casi a un kilómetro de la salida, tampoco mucho conociendo la zona y las dificultades que tiene para poder dejar el coche, y además la temperatura es excelente para dar un paseo y desentumecer las piernas. Casi todos los amiguetes del foro están reunidos bajo las arcadas del impresionante acueducto segoviano. Después del preceptivo saludo me acerco a recoger el dorsal, (instantáneo), y la bolsa del corredor, de las mejores, si no la mejor, que me han dado nunca. Según me acerco con José a dejarla en su coche, (mucho más cerca que el mío, y sobre todo, casi al lado del restaurante donde hemos quedado a comer), me giro a mirar la Avenida Fernández Ladreda, en dirección a meta: la calle peatonal, en suave subida, los edificios que la rodean, los arcos de meta, el acueducto al fondo… Una llegada hermosísima. Y es que Segovia está preciosa. Hacía años que no la visitaba, pero en la llamada a mi esposa para comunicarle que había llegado sin problema, (traslocaciones aparte), ya le comenté que teníamos que hacerle alguna visita con calma… Dejamos mochilas y bolsas y volvemos sobre nuestros pasos, en dirección al acueducto, y henos aquí de nuevo, bajo tan magna obra, con ese aparentemente simple pero eficacísimo diseño que caracteriza las construcciones romanas, admirando cómo Segovia ha sabido no sólo mantener, sino recuperar su casco histórico, (se me vienen a la mente por contraste los recientes crímenes arquitectónicos cometidos en Avila), a la espera del pistoletazo de salida. No hubo tal: a las diez y media en punto un tremendo cañonazo, (no en vano la Academia de Artillería colabora con la organización), da cuenta del inicio de la prueba.

El plan es sencillo: trotar desde el arco de salida hasta el de meta. Punto. Sin agobios ni ritmos preestablecidos. Adaptado el paso a las dificultades orográficas a fin de mantener un nivel de esfuerzo uniforme y no excesivamente duro y hacer un rodaje dominguero sin más. En mi estado actual no puedo aspirar a otra cosa, pero además Segovia se merece disfrutar del recorrido, dedicarle tiempo a admirar sus monumentos y saborear el aplauso de sus gentes. Nunca iré a tope en esta carrera.

Los primeros kilómetros pican hacia abajo y nos dejamos llevar. Pronto salimos de la ciudad y comenzamos a subir la primera de las cuestas del día, (hay pocas, pero son kilométricas como podéis ver en el perfil, extraído de la web de la carrera).

media Model (1) Multitud de voluntarios controlan pasos y cruces. Presencia policial suficiente, y público, muchísimo público. Incluso en la zona de polígonos industriales, con teóricamente poca población y siendo un lugar "feo" para ver la carrera, encontramos en todo momento el empuje de un aplauso. Después de un corto pero durísimo repecho, (Km. 3), y un giro de ciento ochenta grados, vuelta abajo, hacia el Paseo de la Alameda, tres kilómetros más allá, y aprovechamos para soltar piernas. Las primeras sensaciones han sido buenas dentro de lo que cabe. No tengo fondo ni ritmo de competición, (si es que alguna vez lo tuve), pero todo está dentro de lo previsto. José, en una constante a lo largo de toda la media, hace de perfecta liebre, tirando ese paso por delante que no me saca de punto pero que me lleva justo por encima de lo que mi natural gandul decidiría por sí solo. En todo momento fue una extraordinaria compañía. Muchas gracias.

El Paseo de la Alameda es el único tramo llano del recorrido, y es de tierra apisonada, lo que se agradece después de las bajadas, alguna fuerte y por adoquín, pero se hace corto y al poco encaramos la primera subida brutal de la mañana hacia la Plaza Mayor. Mal sitio Segovia para debutar en media maratón, nos decimos: esta carrera requiere esa sabiduría para administrar las propias fuerzas que sólo se adquiere con la práctica. Ese saber regular en esos momentos traicioneros, cuando las fuerzas están intactas y es fácil dejarse llevar por la euforia. Las pruebas de fondo no perdonan alegrías en los primeros kilómetros, y a fuerza de llevarnos sopapos, nosotros lo hemos comprendido. Aquí ya vimos gente claramente pasada de ritmo que a buen seguro no terminaron , al menos dentro de control, o lo hicieron absolutamente quebrantados. Nosotros, paquetes, sí, pero perros viejos en eso de dosificarnos y racanear hasta el más mísero gramo de energía, bajamos un piñón en nuestro engranaje, y aunque casi mantuvimos la misma cadencia, impusimos ese paso corto y económico que te hace subir, despacio, sí, pero con poco esfuerzo.

De nuevo estamos en el centro de la ciudad, con un ambiente inenarrable. El paso por el acueducto y la subida por la Calle Cervantes fueron de lo más emocionante que he sentido nunca en una carrera. En ninguna había visto animar con esas ganas, Comparo ese tramo con el paso por la Puerta del Sol en el Mapoma, con la diferencia de que aquí la gente está mucho más cerca y sientes literalmente el calor de sus ánimos y aplausos. Muchísimas gracias por vuestro apoyo, no tenéis ni idea de lo que ayuda.

Volvemos a salir de la ciudad, y si hasta ahora el empuje de la gente no ha dejado sentirlo, hemos recuperado mucha cota, pero no es nada comparado con lo que queda: casi cuatro kilómetros de una subida constante, tendida y negociable en su mayor parte, (excepción hecha del último repecho hacia la Rotonda del Pastor), pero en la que si no has llegado entero puedes sufrir lo indecible. De nuevo el paso corto y rácano, de nuevo la mente en "modo off", sin pensar, dejando simplemente pasar los kilómetros. Los ánimos no cesan, y tanto José como yo procuramos agradecerlos y corresponder a ellos en una suerte de retroalimentación animador-corredor que agradecerán los que vienen detrás, pero que ahora, en ese modo ahorro, tanto físico como mental, llegan con eco, más lejanos...

Las sensaciones siguen siendo todo lo buenas que pueden ser. No hay dolores, no hay agotamiento, no hay subidas bruscas de pulsaciones. Sí tengo las piernas acartonadas, fruto tanto de la falta de forma como del trabajo en gimnasio, que fortalece pero adormece los músculos. Diríase que si un atleta en forma tiene cinco o seis velocidades, yo ahora ando con tres: percherón, tortuga y caracol, y en el mejor de los casos puedo sumar una más: la de trotón. Y hoy toca tortuga.

Todo acaba. Aunque en las carreras a menudo se experimenta una dilatación casi cuántica del continuo espacio-tiempo que parece extenderse hasta límites insospechados alargando los metros como si fueran de chicle, al final los kilómetros caen, y las cuestas acaban. Tras un tramo de falsos llanos, y ya con la ciudad al fondo, el recorrido definitivamente baja, y lo hará hasta meta. De competir, es aquí donde hay que llegar entero para bajar a tumba abierta. Como no es el caso, simplemente nos dejamos caer, cosa que con ochenta y pico kilazos no os creais, que tiene su aquel. Es la mezcla de cuestas abajo, adoquinado, (insufrible para las plantas de los pies, tobillos y rodillas), y exceso de peso el que produce que por primera vez mi pubis se queje. Apenas un susurro, un simple "aquí estoy", pero suficiente como para darme cuenta de que en cuestas "de verdad", como las que pretendo bajar en el MAM y el GTP, esa sensación se podría convertir en un problema. Habrá que insistir aún más en el fortalecimiento y estiramientos de la zona.

Entramos de nuevo en el centro, y la gente que sigue animando. Damos unas revueltas por las callejas adyacentes al acueducto y al final encaramos esa recta de meta por la Avenida Fernández Ladreda, espectacular final con el Acueducto al fondo y aún mucho público. Clavamos el mejor tiempo de los previstos: dos horas y cuarto y el objetivo queda cumplido con creces: he hecho un rodaje largo que me prepara para la trisca que se me viene encima y he disfrutado como un enano de la carrera y la compañía. Hoy no tengo más que las lógicas molestias de correr más de veintiún kilómetros sin haberlo hecho desde hace un montón de meses, pero no habrá problema para encarar la segunda cita de la temporada: las 6h de Fresnedillas de la Oliva, este mismo sábado, donde confío en poder sumar uno al numerador de mi FCB, (no, no tiene nada que ver con el Fútbol Club Barcelona), ese cociente parido por Spanjaard consistente en dividir el número de veces que uno ha igualado o superado la filipídica distancia por su edad. Ahora mismo lo tengo en 17/46, y confío en sumar al menos tres al numerador antes que el inexorable paso del tiempo me haga cambiar, en pleno agosto, el denominador.

Y después de terminar la carrera quedaba lo mejor... Primero un avituallamiento final con agua, cerveza y bollos preñaos, a los que hicimos los pertinentes honores. A ello, y a recuperar resuello y dejar de sudar dedicamos unos minutos. Luego una ducha justo al lado de meta para quitarnos la mitad del cansancio, y a tomar unas cañitas. Allí, ya de nuevo con todos los amiguetes, cada uno presentó su parte de guerra entre cerveza y cerveza, muchas risas y otra cerveza, en lo que se hacía la hora de ir a por ese "Menú del Corredor" que la organización tiene concertado con los restaurantes de la ciudad: Judiones de La Granja, Cochinillo Asado, pan, bebidas y postre por ¡¡¡veinte euros!!!, huelga decir que de todo dimos buena cuenta...

Conclusiones: una maravillosa carrera, muy bien organizada, con el respaldo total de las instituciones y un público entregado. Relativamente barata. Con una bolsa del corredor que posiblemente triplica el valor de la inscripción. Un público entregado. Avituallamientos líquidos y sólidos. Un recorrido precioso en el que distraer la vista. ¿He dicho ya que tiene un público entregado?

En lo personal, nada nuevo bajo el cielo. Contento porque de entre todos los escenarios previstos resultó el mejor de ellos. Las molestias están bajo control y con cuidados y mimos mi pubis me permitirá entrenar de cara a ese GTP que se va acercando. ¿He vuelto?, creo que sí.

Enlaces:

Resultados.

Vídeos de CorriendoVoy.com, (en este se nos ve a José y a mí, entrando en 2h16’29’’ brutos).

lunes, 15 de marzo de 2010

Cuesta, cuesta…

san_agustin_guadalix - 0006 Falta Lander, pero salía él o yo. Y yo salgo en pocas fotos…

Arranca, el motor arranca... Aún escupe un humo denso y sucio y hay que tantear el acelerador para que no se cale. Aún hay que cambiar filtros y manguitos, engrasar maquinaria y darle al exterior un repaso de chapa y pintura, pero parece que arranca... Lo realizado en estas últimas semanas es lo más parecido a un entrenamiento que he hecho en los últimos ocho meses: tres días de carrera, (aún muy, muy corta y más que suave), y dos de gimnasio que van dando sus frutos. Apenas veintipocos kilómetros semanales, lejos de lo que debería, sí,  pero que no dejan molestias a pesar de que aún miro con recelo las cuestas que podrían sobrecargar mi cada vez menos maltrecho pubis. Y en estas, el domingo llega la Media Maratón de Segovia en la que estoy inscrito. La última vez que hice una tirada larga digna de tal nombre la acabé andando, encogido por el dolor, casi sin poder caminar. Fue el 19 de julio del año pasado. Desde entonces no he cubierto esa distancia ni siquiera en kilometraje semanal, (de hecho he estado más de seis meses sin calzarme las zapatillas), y podría pensarse que es una locura embarcarse en la empresa, pero no es así por dos razones. La primera es que he quedado con José, El Corredor del Cañamares en el foro, en salir al ritmo previsto en el Mapoma: unos estratosféricos seis minutos por kilómetro con el compromiso de hacer un cambio de ritmo mediada la media, (¿en cuartos podríamos decir?), y aflojar... Total, nos dan dos horas y media para acabar, malo será que no lleguemos a tiempo. La segunda razón es que después hemos quedado un buen grupete para devorar unos cuantos cochinillos e intentar de una vez por todas dirimir la antigua cuestión que tiene enfrentadas a Avila y Segovia de qué carne es más deliciosa: si la tierna y mantecosa de la cría del guarro o la más contundente y sabrosa del chuletón de mi tierra, conclusión a la que pienso llegar tarde o temprano por el método del continuo experimento. Y está claro que acabar con esas dudas acerca de una de las grandes incógnitas que nos atormentan en Castilla, es una gran motivación para terminar la carrera a tiempo de dedicarle el idem necesario a disquisiciones y opiniones varias. El sábado el chuletón se apuntó un buen tanto, (ver detalles más abajo), veremos el próximo domingo la respuesta del tostón segoviano...

Dudas existenciales al margen, soy moderadamente optimista respecto a mi futuro atlético. El otro no tiene ya remedio... Los pocos kilómetros que estoy haciendo los asimilo bien. Las pulsaciones evidentemente son altísimas, signo inequívoco de una pésima forma física, pero muscularmente el trabajo de fuerza, a pesar de generar tanto bostezo entre serie y serie, se nota, y la sensación que tengo es de que si cardiovascularmente fuera posible y/o aconsejable forzar la máquina, no serían las piernas las que fallaran. Todo lo que pueda hacer de aquí al primer fin de semana de julio será poco. El GTP absorberá, incluso con la única pretensión de acabarlo sin más, todas mis escasas fuerzas de aquí a entonces.

Cambiando de tercio. El sábado estuve con los amiguetes del foro en Ca Lander, en San Agustín del Guadalix. Nos hicimos un Mesto: un precioso sendero de unos ocho kilómetros bajo el vuelo del buitre, escuchando el rumor del río que discurre a su vera, (y a veces a muchos metros por debajo en caída vertical), entre farallones de roca y bosques de encina. Todo ello para abrir boca, y una vez conseguido esto procedimos a cerrarla embaulándonos unos chuletones de quitar el sentido... Zerolito puso el vino, Lola la tarta de tiramisú, alguien un delicioso pisto, una ensaladilla, una nevera de refrescos…, y todos el buen ambiente.

Ganas especiales tenía de saludar a Pedro, al que no había visto desde "aquello". El alma se me volvió a encoger al ver los dos costurones que luce en el tobillo de resultas de su accidente y al recordar que a pesar de todo ese día fuimos afortunados. Durante la comida, buena parte de la conversación estuvo acaparada por análisis y contra análisis de nuestros actos de aquel día, dándome cuenta, al igual que Pedro, (y supongo que como Yoku y Mayayo, conmigo y con Pedro los otros protagonistas de la aventura), de lo difícil que es comunicar según qué situaciones a quienes no las han vivido. A mi mente venía el recuerdo de la sensación de vacío que sintieron esos bravos hobbits en su añorada Comarca, ya de vuelta de la destrucción del Anillo Único, rodeados por amigos que no acababan de comprender sus aventuras. Y eso está bien, pues a nadie le desearía que lo entendiera exactamente, pero te hace sentir solo.

san_agustin_guadalix - 0001  En la salida del camino del Mesto.

san_agustin_guadalix - 0007 Lander poniéndonos en fila…

Una mención obligada se merecen también los Napoleónicos, capitaneados por Spanjaard, que se presentaron a tomar posesión de la plaza, (y un gin tonic), a la hora de los postres. Noventa y siete kilómetros, que se dice bien, que se metieron entre pecho y espalda para conmemorar el recorrido que el autoproclamado emperador franchute hizo entre Somosierra y los arrabales de Madrid hace ya doscientos años, lo que realmente no fue más que una excusa del Liante para embarcar a un puñado de buena gente en otra de sus locuras. No les salió gratis la expedición, y en San Agustín se quedaron Guille, (el único al que realmente la dimensión cultureta del evento le importaba algo y que últimamente va coleccionando maratones-ultras a razón  de uno por mes), y Bandoneón, el argentino, (loco a decir de su hermano Luis), y que no me pareció a mí tal, sino ni más ni menos que argentino, y que sucumbieron al ambiente, al chuletón y a los postres...

san_agustin_guadalix - 0014 Lander, a la espera de hacer brasas para…

san_agustin_guadalix - 0016 …que mi santa esposa le diera a la carne un plus de sabrosura.

san_agustin_guadalix - 0034 Luis Spanjaard, el de negro de depiladas piernas, cumpliendo su promesa de tomarse un gin tonic antes de seguir rumbo a Madrid. Bandoneón, de naranja y blanco alucinando de cómo se las gastan los paquetes…

Vuelvo al principio de la entrada: este domingo empieza la trisca. Después de meses tendré la ya casi olvidada sensación de miedo a pincharme los pezones con los imperdibles de un dorsal. De nuevo, y aunque no tenga intención de sufrir lo más mínimo, cubriré una distancia homologada. Empieza la cuenta atrás... El GTP espera...

jueves, 4 de marzo de 2010

To be free.

Hay un lugar donde puedo olvidar tensiones y preocupaciones. Donde poco a poco, metro a metro, voy ganando mi propia autoestima, pagándola en sudor. Donde mi alma se alimenta de múltiples retazos de belleza agreste, hermosa y fría en su impávida indiferencia. Un lugar que se erige en el mejor espejo en que me puedo mirar, pues dará siempre una imagen fiel de mi temple y mi valía. Un lugar que no me perdonará una falta de respeto pero que devolverá por duplicado el que le muestre. Un lugar que me ha atrapado en los últimos meses y en el que he disfrutado de maravillosos paisajes, de poder compartirlos con mis hijos, con mis amigos. En el que he sufrido como nunca creí poder hacerlo, pero en  el que también me he sentido grande como nunca imaginé. En el que he sentido el miedo de mirar al monstruo a los ojos, y la furiosa y salvaje alegría de no haber bajado los míos. Es La Montaña, con mayúsculas. Algunos de los mejores, (y peores), momentos de mi vida los he vivido allí, en este último año, desde que dejé que Zerolito me convenciera para correr el MAM. Cuando no pude correr por la lesión me decidí a andar. Solo, o con mis hijos, o con los amigos…, pero intuyo que no la abandonaré mientras pueda, porque como ya he escrito en múltiples ocasiones La Montaña me hace sentir VIVO.

Mike Oldfield editó su primer disco en mil novecientos setenta y tres, cuando servidor contaba ya diez añitos. Podría decir que a pesar de parecerme siempre algo fría, crecí y aprecié la música de Oldfield, sus distintas ediciones del Tubular Bells, Crises, Five Milles Out… Esos discos y canciones forman parte del acerbo que conforma mi adolescencia y juventud. No obstante hacía algún tiempo que lo tenía en el cajón de los recuerdos. Prácticamente desde que editó el Tubular Bells 2003, con su memorable concierto de presentación bajo la lluvia de Londres y que aún guardo en un CD, comprimido a Divx.

Ayer, casualmente oí el To Be Free, de su disco Tres Lunas, y el chispazo brotó como por arte de magia. La Montaña, la sensación de VIDA que esta me proporciona…, la libertad de tomar tus propias decisiones, la verdadera libertad, que consiste en ser plenamente consciente de la responsabilidad que estas decisiones conllevan, para bien, o para mal. To Be Free, su letra, su mensaje… Y decidí unir tan maravillosa canción, (en mi opinión una de las mejores de Oldfield), con mis recuerdos, con mis visiones de esa libertad, de esa vida que La Montaña me ha hecho sentir. Ahí va:

 

Y aquí tenéis el vídeo original de la canción:

 

To be free
To be wild
And to be
Just like a child
And if I get lost
I really don't mind
Cos I'm me
Doing just fine

Así me siento, así vivo La Montaña.